Barreda contra Pedro Sánchez, Bono y Guerra con Rajoy, y Page hasta las trancas
¿A qué juega Pedro Sánchez? ¿Dónde está el PSOE? Es la pregunta que se hace ahora media España después del recital de bandazos, ora por aquí, ora por allá, que los socialistas están pegando en estos días cruciales con Cataluña encendida y la mayor crisis política e institucional de la democracia. No sé si Sánchez tiene como prioridad resolver la butifarra catalana o si su primer objetivo es aprovechar el marrón para intentar cargarse del todo a Mariano Rajoy, pero el jueguecito y la equidistancia, el escondite y la ambigüedad, están dejando al PSOE en una posición que algún día tendrán que explicarla por la grave ausencia de sentido del Estado y de responsabilidad que está mostrando. El papelón de Margarita Robles, tan evidentemente acomplejada de Podemos, está siendo tristemente espectacular en estos días de furia pero este tal Pedro Sánchez o enseña ahora sus capacidades o algo gordo va a pasar en el socialismo y en España. Pablo Iglesias, el ful, no puede dirigir a los socialistas españoles.
Esta situación no es una situación cualquiera, pero tal vez Sánchez no lo sabe. Su posición es indignante hasta para los propios socialistas, como ha venido a insinuar el expresidente de Castilla-La Mancha José María Barreda, inflamado de cabreo por la reprobación que se busca de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría antes de que a nadie en el aparato sanchista del PSOE se le haya ocurrido pensar que la culpa de todo el movidón es de los golpistas de la Generalitat y la panda de totalitarios que tienen alrededor. Barreda estos días ha hablado claro, como también lo han hecho Pepe Bono y Alfonso Guerra, pero ya no parecen quedar rastros de aquel PSOE firme, claro, votable y con sentido del Estado y amor a España. Dos almas, dos caras.
Echo de menos a lo largo de toda la semana que el presidente de Castilla-La Mancha y recién reelegido secretario general del PSOE regional, Emiliano García-Page, diga algo más de lo que ya ha dicho, que tampoco ha sido mucho, y se moje hasta las trancas con una opinión de verdad sobre España, Cataluña, Sánchez, el 155 y hasta su vicepresidente segundo José García Molina, situado estos días fundamentales en el lado equivocado del filo de la navaja. Echo de menos a Page como castellano-manchega que soy y noto su ausencia en estos días donde todo vale menos escaparse por la vía de servicio. El Rey el otro día ya dejó claro que parar este golpe a España no es una cuestión del Gobierno, ni un problema que tenga el PP. No, nada de eso: es un desafío al Estado que el Estado tiene que afrontar. Todos, o sea.
Vienen días agitados y tristes. Hacen falta líderes y yo no los veo.