Bono suelta un galgo con dos liebres, los silencios de Page y Albert Rivera pega un subidón
Bullen mis ideas, España y Cataluña en el corazón. Maravillosa mañana de domingo ayer en Barcelona, sol y vida por las calles libres, gente y más gente abarrotando la libertad. Un baño de democracia de todos los españoles en la médula de Cataluña y todos nosotros en una muchachada ingenua y alegre. La felicidad en forma de banderas españolas y catalanas y este lunes por la mañana, después de tanto bien, volvemos a ver la realidad y nos preguntamos qué va a pasar ahora. Qué tiene que pasar. Corriendo, a bote pronto, a vuelapluma me pregunto dónde están las líneas rojas de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, y hasta cuándo seguirá poniéndolas un poco más atrás. Dónde está el límite, cuál es el punto de moverse y actuar.
Sabemos que Rajoy es un hombre de ponerse de todos los perfiles y devolver a la realidad los golpes que vaya recibiendo, nunca ser el primero en actuar, pero ya toca ver un líder por alguna parte. Estamos en el punto máximo de ebullición, nos agitan las impaciencias y vemos en Moncloa a un hombre impasible y medio silente que no dice, ni hace sino todo lo contrario y del que no sabemos qué pensar. Enfrente tiene el presidente del Gobierno a un Pedro Sánchez, líder de la oposición, que está en la penosa equidistancia y ni siquiera le vale eso a Rajoy para tomar la delantera y ponerse de una vez por todas en su sitio. A Sánchez, supongo, esta posición de nunca estar donde se debe tendrá que pasarle un par de buenas facturas, y yo quiero que las pague, pero de las ausencias de Mariano ya no sé ni qué pensar.
En todo caso empiezan a decirlo las encuestas. Sólo sube Albert Rivera, tal como recoge este lunes un sondeo de GAD3 publicado en ABC. Baja Rajoy, baja Sánchez y por supuesto bajo mucho Pablo Iglesias. Rivera es el único que pega un subidón y pasa a la tercera plaza, llegando con el PP a una holgada mayoría absoluta que dejaría muy tocada a la izquierda. Premio para el que habla claro y se le entiende. Rajoy es un hombre de prudencias excesivas y no hay que descartar que también las urnas se le pongan de perfil y le recuerden algún día que no debió dejar a Carles Puigdemont llegar tan lejos. Este domingo la calle en Barcelona le dio luz verde al presidente del Gobierno y veremos qué pasa entre hoy y mañana y por dónde discurre la vida española del momento.
Mucho peor, en todo caso, es lo de este Sánchez al que muchos de los suyos le están pidiendo a gritos en escritos públicos en los periódicos que se ponga en su sitio y deje ya de dar bandazos, pero no: ni ayer en Barcelona ni hoy en ninguna otra parte. El otro día en la radio se lo dijo José Bono con mucha retranca manchega: "Galgo que corre a dos liebres no caza ninguna". Una frase de talento que ni pintada contra los oportunismos y las equidistancias, que nunca valen en los momentos de verdad y cuando es tanto lo que hay en juego. Comprendo que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, esté siendo tan discreto y tan prudente y se haya alejado tanto del asunto catalán, aquel me gustas cuando callas porque estás como ausente, pero estamos echando tan de menos un grito alto y claro desde el Palacio de Fuensalida y que se oiga todo lo que se tenga que oír... que ahora no se oye casi nada y sólo bajito y a lo lejos.
Page no querrá ser molestoso con su socio imprescindible de gobierno, el bueno de José García Molina, el amiguito de Oriol Junqueras, ni mojarse contra Sánchez, pero a mí el presidente de Castilla-La Mancha me gusta mucho más locuaz y parlanchín, diciendo todo lo que tenga que decir y cuando lo tenga que decir. O sea, algo más allá de tener siempre omnipresente a María Dolores de Cospedal, que es un discurso ya muy visto. No te calles, Emiliano, vente arriba: esta es la hora de España y de estar aquí.