Un AVE de broma y el futuro incierto de Talavera
La decadencia que sufre Talavera no es ninguna novedad. Décadas de abandono político e institucional y una ciudadanía adormecida, complaciente y decrecientemente emprendedora provocaron que esta última crisis económica haya maltratado especialmente a Talavera, afectada social y laboralmente con mayor intensidad que otras ciudades y actualmente en una situación de difícil salida pese a los esfuerzos que tanto el Ayuntamiento como muchos grupos locales vienen realizando. En estos momentos, Talavera es la ciudad con más problemas económicos y mayores tasa de desempleo de Castilla-La Mancha y una de las más aquejadas de España. Son las consecuencias, largamente denunciadas, de años y años de desidia general.
La situación, como se sabe y venimos contando en EL DIGITAL, está provocando diversas reacciones y un movimiento reivindicativo con muchos frentes abiertos y un creciente espíritu crítico al frente del cual se viene situando el propio alcalde, el popular Jaime Ramos. Se avecina un otoño caliente en Talavera y los destinatarios de esta indignación local van a ser las Administraciones públicas, especialmente el Gobierno de Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha y Ejecutivo central que preside Mariano Rajoy. Sin quitar ninguna culpa a la propia responsabilidad local que Talavera y los talaveranos tengan en sus propios problemas, lo que está claro es que el ambiente está muy caldeado y la cada vez más visible decadencia de la ciudad se hace ya insoportable.
Talavera tiene graves problemas de empleo, de creación de empresas, de desarrollo económico y social y una fuerte carencia de medios e infraestructuras desde las que impulsar proyectos que puedan generar puestos de trabajo y riqueza en la ciudad. Hace falta un impulso mucho más emprendedor a escala local pero si a esto le unimos la evidente falta de compromiso político e institucional el resultado final va a ser mucho peor. El último gran ejemplo de este abandono y desinterés político es el proyecto del AVE con el que se quiere contentar a Talavera, un tren de alta velocidad o altas prestaciones que parece de broma y con el que se quiere conectar a la ciudad con Madrid, a través de Toledo, en 52 minutos, en lugar de los 32 fijados en la conexión directa que estaba planificada por Pantoja. El malestar que este proyecto ha generado en Talavera no ha hecho más que empezar y estamos hablando tan sólo de un ejemplo.
El futuro de Talavera es incierto. La ciudad lucha ahora por su maltrecho desarrollo, quiere su plataforma logística, necesita industrias y un tejido económico local que vuelva a generar esperanza e ilusión, exige puestos de trabajo que generen desarrollo y expectativas. Falta autocrítica, pero es evidente que urge cada día más un apoyo externo y extraordinario de las instituciones para que, llegados a este punto, se pueda pensar en un renacimiento de la sociedad talaverana tan imprescindible como deseado. Y el AVE planteado es el último ejemplo, casi de chiste, de que la voluntad política brilla por su ausencia.