Editorial

El ruido de la política regional no debe tapar los problemas reales de Castilla-La Mancha

31 agosto, 2017 00:00

Hay mucho ruido y pocas nueces en la política en Castilla-La Mancha. Lo venimos diciendo. Excesivo alboroto y una vida parlamentaria de escaso nivel, poco resolutiva y dudosamente eficaz. El Gobierno autonómico, por su parte, también vive al ralentí, esperando a que pase todo el trámite de los Presupuestos en las Cortes regionales y se puedan empezar a aplicar las nuevas cuentas públicas. El nuevo escenario político castellano-manchego, con un Ejecutivo bipartito puramente de ocasión y una oposición muy de trazo grueso, no augura nada bueno en los próximos meses pero la sociedad regional espera novedades y soluciones para los problemas reales de la gente.

El espectáculo de la política regional no debe tapar estos problemas. El Gobierno de Emiliano García-Page al alimón con José García Molina, la oposición del PP y las Cortes de Castilla-La Mancha tienen como su primera y más importante obligación dejar de mirarse el ombligo y atender fundamentalmente a las demandas ciudadanas, la compleja realidad del día a día de los castellano-manchegos.

Todo lo demás es ruido y furia pero no sirve de nada a los ciudadanos cuyos problemas pasan en Castilla-La Mancha, entre otras cuestiones, por la todavía elevadísima tasa de paro, altos índices de pobreza social en la región, un fracaso escolar disparado, una histórica y evidente falta de industrialización, un notable déficit en la calidad del empleo, un impulso imprescindible al campo y el mundo rural de la región y otros problemas como la desertización de algunas zonas de la comunidad, una mayor calidad y cobertura sanitaria y un nuevo desarrollo de los servicios sociales para llegar con mayor y mejor profundidad a los ciudadanos.

Castilla-La Mancha necesita un buen Gobierno y una buena oposición. La sociedad, la gente, los ciudadanos son lo único y verdaderamente importante. Los líos de la política regional son sólo retales prescindibles, ya que de lo único que se trata es de gobernar (y hacerlo bien y honradamente) y hacer oposición (y también hacerlo correctamente y con rigor, contundencia y honestidad). Castilla-La Mancha exige soluciones reales, rápidas y eficaces porque sigue siendo una región a la cola de España en numerosos indicadores y toca ya salir del furgón de los últimos de la fila. Septiembre va a abrir un nuevo tiempo político en la comunidad. Será un tiempo difícil y controvertido: esperemos que también sea resolutivo.