Editorial

La histórica y multitudinaria manifestación de Talavera no puede caer en saco roto

14 noviembre, 2017 00:00

Talavera se echó a la calle masivamente el pasado sábado y lo hizo de forma histórica, rotunda y apasionada. Como nunca antes. Con un carácter limpio y honesto, sin partidismos ni posiciones sectarias, con la única bandera de Talavera y de sus ciudadanos y en una multitudinaria movilización cívica organizada desde la propia ciudadanía y en ausencia total de siglas políticas. Probablemente fue la mayor manifestación de la historia de Talavera, con más de treinta mil personas en la calle, y una de las más grandes celebradas en toda Castilla-La Mancha. Fue un día emocionante para los talaveranos y una demostración de civismo y de protesta democrática y saludable. Las calles de la ciudad se desbordaron de gente en defensa del futuro de una Talavera especialmente maltratada por la crisis económica y el paro y en la peor fase de un declive que se prolonga durante décadas, con muchos responsables en el tiempo y el espacio.

No es hora de echar la vista atrás ni volver al pasado para rendir cuentas. Es el momento de mirar sólo hacia el futuro y es lo que el sábado reclamaba esencialmente Talavera: futuro para la ciudad, futuro para los talaveranos. Es verdad que las ciudades se hacen a sí mismas y que son ellas también responsables principales de lo que les sucede, para bien y para mal, pero también es verdad que, llegados a este punto y por una multitud de causas y razones, se hace imprescindible un apoyo excepcional para una ciudad que siente que se muere y reclama a gritos y de forma multitudinaria un impulso de supervivencia con el objetivo de salir del bache profundo en el que se encuentra y recuperar su vida y su normalidad. Empleo, infraestructuras, industrias, plataforma logística, recuperación del río Tajo, desarrollo de la Universidad y nuevas inversiones para mejorar la calidad de los servicios públicos son algunas de las principales reivindicaciones de esta enorme movilización social que ya ha hecho historia.

El 11 de noviembre de 2017 no puede caer en saco roto. Debe haber un antes y un después de esta histórica jornada. Talavera vive un momento crítico y excepcional y debe recibir un apoyo también excepcional. Proporcionado pero justo y necesario, contundente y evidente. Imprescindible en estos momentos de agotamiento local y de declive intenso y prolongado: un apoyo extraordinario para una coyuntura que así lo necesita. El Gobierno central y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, como principales destinatarios de la voz desgarrada de los talaveranos, deben escuchar y actuar en consecuencia. También el Ayuntamiento y la Diputación tienen que sumarse a este clamor y entre todos ayudar a Talavera a dar el salto que necesita hacia el futuro, el empleo y el desarrollo que nunca terminan de llegar.