Los 666 cerditos
Seiscientos sesenta y seis cerditos de escayola pintados de colores con sotanas y hábitos similares aparecieron hace una semana en las calles del Casco Histórico de Toledo. El revuelo que provocó el suceso en este ferragosto ha sido monumental. Durante un par de días no se hablaba de otra cosa en la ciudad y aún hoy, nadie tiene una teoría cierta para explicar el origen de tan diabólico descubrimiento. Arrojaremos luz como Platón en la caverna.
Antonio Illán sostiene que Toledo es la ciudad del diablo, dado el conjunto de leyendas que a él se refieren y que engarzan incluso con el cerro fundacional del Bú, que debe su nombre a Belcebú. Por su parte, Javier Mateo y Luis Rodríguez Bausá saben que junto a este humilde locutor una noche de radio invocamos al diablo, y en el teléfono apareció el 666 666 666. El programa era grabado, pero su emisión nocturna, de madrugada. Recuerdo la voz de mis compañeras en Madrid por línea interna alertando de la llamada. No cogieron el teléfono y se cagaron por la pata abajo, como Sancho en los batanes. Quedé con curiosidad por saber qué decía y en qué lengua hablaba, pero no pudo ser.
La Iglesia Católica sigue reconociendo la especialidad del exorcismo a algunos de sus sacerdotes. Lucifer encarna el mal y todas sus obras. Es la tentación misma en el desierto de Cristo, cuando le promete todas las riquezas del mundo a cambio de adorarlo. Vi El Exorcista con catorce años y el que se jiñó entonces fui yo. Ya no volví a mirar jamás una escalera de igual forma. Luego salió Damian y los que caían por las ventanas. El diablo empieza a caer y no termina nunca.
Creo que el Papa dijo que el infierno no existe y el limbo periclitó. No me fío, el diablo enreda y mata moscas con el rabo. Si no, a cuento de qué el presidente coge el Falcon de concierto y abre la mayor empresa de colocaciones de España. A Sánchez se le ha nublado la vista con las tentaciones de Satanás en Moncloa y ha hecho aparecer el fantasma antes de tiempo. Pedro es listo y está moreno, que no negro. No sabe lo que esto puede durar y aprovecha. Este fin de semana, ha aparcado el avión y ha dejado fuera la agenda del ocio y tiempo libre. Se ha puesto a trabajar con Merkel en Doñana. La teutona ya está de vuelta y parece una walkiria ronca. Ambos se necesitan y satanizan a Salvini. Los cónyuges se besan y sonríen. El diablo viste de prada.
Yo creo que los cerditos los ha puesto el Gobierno nuevo que tenemos, pues ha acreditado una diabólica capacidad para subir impuestos y dejar las cosas como están. La ministra de transición ecológica no ha justificado su cargo, pues con el trasvase de veinte hectómetros cúbicos de la semana pasada, poca transición ha provocado. Básicamente, ha hecho lo mismo.
El misterio de los cerditos se resolverá más pronto que tarde. Si no, seguro que Carmen Calvo tiene una explicación o argumento interesante que dar y al que nosotros prestaremos atención deseosos. Lo que ya dudo, en mitad de esta marea, es si habría que decir cerditos y cerditas en las informaciones que dimos al respecto. Básicamente, para que nadie entienda que el diablo tiene cuerpo de mujer.