Arrimadas o la Virgen de Murillo
La imagen feliz es de Federico Jiménez Losantos, pero pude comprobar la tarde del jueves que tiene algo de verdad. Su cara de marfil fino, casi porcelana, no pasó inadvertida siquiera para las monjas de Santo Tomé. Bendito el fruto de tu vientre, debieran haberle dicho. Arrimadas llegó más o menos puntual, pelín tarde por la expectación creada, no atendió a los medios, pasó por la Puerta de los Chirones, casi tan famosa como la del Cambrón y se subió a una tarima, que bien podría haber sido una caja de botellines para darle sabor popular. Llena eres de gracia, rezaban las monjitas todavía.
Inés es la Virgen de Murillo porque se le escapó el pajarito, que anda ya por la carretera con Malú. Ambos están embarazados, Inés y Albert, y debiera ser de una criatura nueva que se llamara Unión. La huida de Albert ha dejado expedito el camino a Inés, sin duda la mujer más inteligente de la política española. Tiene el partido hundido, los platos rotos y la sopera por el suelo, pero nadie nunca dijo que esto fuera fácil y la mentira tuviese premio, un fin de semana con todos los gastos pagados en Quintos de Mora.
Inés dejó a su don Juan y busca su San José para recomponer la Sagrada Familia. Bien pudiera ser Edmundo Bal, el rostro mismo de la integridad que pagó con su puesto la coherencia a sus principios. Otros los contravienen, pero no pasa nada. Este país es de izquierdas guay y grita Estefanía a los cuatro vientos. Ay si la cornuda hubiera sido ella. No le queda playa al gachó para correr y esconderse en el litoral de este país.
Así las cosas, Inés anda pidiendo España Suma o Mejor Unidos, consciente de que el centro derecha nada tiene que hacer si permanece roto. Margallo, que publica libro, lo ha dicho este fin de semana. El centro derecha, si se quiere suicidar, no tiene más que partirse. Abascal y Casado van a lo suyo. Entre caballos y barbas, no juegan más que a ver quién es el machito. Falta la inteligencia y sutileza de una mujer, aunque Arrimadas corre el riesgo de extasiarse ante la anunciación de tanto Gabriel que la llama presidenta. Podría serlo, pero primero debe empezar con lo suyo.
Una amiga pedrista irredenta mía odia a muerte a Arrimadas, porque sabe que es la única que puede romper el fortín. Dice que es una tremenda porque el otro día aseguró en Toledo que el encuentro de Sánchez y Torra fue una puñalada trapera a los constitucionalistas. Lo tremendo es que el que iba a devolvernos al fugado, se entrevista con su valido. El que no podía dormir, se acuesta ahora en la litera de arriba de Pablo. Menos mal que no cayeron en que Quintos de Mora pasó al Estado en el 42. Le hubieran aplicado la memoria histérica en cero coma. Después del posado campero, eso sí.
Arrimadas se quedó en el centro haciéndose fotos con el personal. Puede ocurrirle lo que a Suárez o Anguita, que todos les decían lo bueno que eran, pero ninguno los votaba. La Sagrada Familia del Pajarito se recompuso en Toledo el jueves por la tarde. Mis vecinas las Chironas no abren el Plácido para cualquiera.