Vivir la primera Eurocopa que celebras con tu hijo es algo que no tiene precio y la vida te regala sin esperarlo. La noche comenzó tibia, en Ciudad Real, dentro de su Plaza Mayor, donde nos juntamos todos los culipardos para ver La Roja. Salió Pedro Sánchez en pantalla y fue como si la noche se echara encima. Pero España trasciende sus gobernantes y políticos. Las grandes hazañas siempre vinieron del pueblo llano o de chavales, como es el caso, que se criaron en el barrio, entre pelotas en la calle, gritos en las ventanas y plays en el salón. Ahora han demostrado que España está ahí, es una gran nación y hace las cosas como siempre se hicieron, de manera solidaria, colaborando unos con otros sin mirar de dónde procede el otro.
Sólo por lo que estos días han servido para recordar a otro gran héroe español como Blas de Lezo, ya merecía la pena vivir todo esto. Un buen español ha de mear mirando a Inglaterra en cualquier ocasión, sentenció el Medio Hombre o Pata Palo. La Armada Invencible cayó ante quienes defendían su poderío naval y medraban como hienas y piratas en las aguas recién conquistadas. Si algo diferenció al Imperio español de cualquier otro fue su afán de construir y no de depredar. Como los ingleses no supieron o pudieron hacer frente al poderío inventaron la leyenda negra, aparentemente torpe pero muy poderosa, porque parte de nuestra nación le dio credibilidad. Sin embargo, la colonización está ahí y los criollos sólo nacieron de la mezcla entre españoles e indígenas. Los ingleses jamás lo hicieron.
Este fin de semana demuestra que los extremos no valen para nada y sólo el centro y el subsuelo de una nación puede construir algo valioso. Empezó Alcaraz a primera hora de la tarde para marcar territorio. Y siguieron los chavales, que nos hicieron vivir una noche inolvidable. El fútbol es la prolongación de la guerra por métodos pacíficos y deportivos. Jamás me abracé a un extraño como esta noche. Incluso extraña, que estaba muy bien e hizo que cambiara el color de la celebración. Pero lo más importante es que mi hijo vio lo que es una gran nación, un pueblo que se entiende sin la complicación de sus políticos. En 1808, sin Rey ni Cortes, fue el pueblo quien se levantó contra el invasor al unísono. Es una de las pruebas manifiestas de que España es una nación. Aunque Puigdemont y Rovira no lo sepan todavía.
La Mancha celebró el triunfo de la Roja como nunca, igual que si nos liberaran de un yugo, con la misma rotundidad con la que los Tercios cruzaban tierras y ganaban batallas. Los menas nos han salvado la Eurocopa, para que cada uno saque sus conclusiones en un sentido u otro. Y el Rey volvió a ejercer de talismán, volviendo a estar en su sitio. Gibraltar es hoy algo más español que ayer y esta nación lejos está de ser destruida por sus hijos más obtusos. España gana la Eurocopa y lo celebramos como si no hubiera mañana. Besándonos con unos, abrazándonos con otras… Como la gran nación que somos y que nada ni nadie podrá destruir. Desde el respeto y la solidaridad. Quien quiera entender, que entienda.