Page la piensa liar
Page es un político inteligente y hábil. Un experimentado corredor de fondo de la vida pública. Un tipo que se sabe todas las vueltas y revueltas dos ratos antes de que el contrario se haya puesto en marcha. Page, o sea, es políticamente experto y nada como nadie en todos los estilos. No entiendo que, con estos antecedentes, se haya desentendido de la encuesta interna del PSOE que le pone de nuevo en el Palacio de Fuensalida, con Cospedal muy por detrás, y no haya salido de la crisis institucional de estos últimos meses en Castilla-La Mancha mediante el bonito detalle de adelantar las elecciones. Hubiera sido lo suyo. Con este prometedor pronóstico se hace difícil comprender por qué Page no se ha liado la manta a la cabeza y ha tirado por la calle del medio de las elecciones anticipadas en lugar de tragarse el sapo que le han colocado a pachas Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: ahora va a tener que soportar a un antipático enemigo en casa que se llama José García Molina y los Consejos de Gobierno se van a convertir en un trasiego de silencios, sospechas y miradas donde lo que se calla vale más que lo que se dice y viceversa.
En fin, que no lo entiendo. Si Page cree que, como aseguran sus encuestas, su victoria electoral es segura hoy en día en Castilla-La Mancha, frente a un Partido Popular que los socialistas ven tan derrotado, lo inteligente y normal hubiera sido adelantar las elecciones y no ahorrarse ese golazo por la escuadra a Cospedal con patadón incluido a García Molina y sus Podemos, a los que tan poquísimo se aprecia en el PSOE castellano-manchego. Gobernar a medias con los chicos de Pablo Iglesias y darle al PP la oportunidad de recuperarse en los dos próximos años es una estrategia de difícil digestión en un político tan listo y sagaz como Page, aunque me estoy maliciando que la que tiene preparada el presidente para un futuro más o menos cercano es mucho más gorda y la cuece a fuego lento. Si no, ¿de qué?