De África a sitios encantadores de La Mancha
El ser humano tiende, por la acción de una voluntad consciente (ahí también el subconsciente) ,al razonamiento de lo que acaece en su universo-alrededor, que es el universo-alrededor infinito, que se le “escapa” y no comprende… Pero blinda en su mente lo que interpreta defectuoso y fracasado, en relación a lo pomposo y exitoso de la vida hasta que, en su mente, inesperadamente, aflora la congoja, obscuros y exiguos matices de su microcosmos, del universo inconmensurable, que no comprende, preguntándose qué hay al otro lado del cielo, y sondea la inescrutable malla del abismo de su destino, que nota se desvanece anónimamente…
ITEM. Venía el “peregrino”(año2015) siguiendo las trochas de antiguos viajeros prosistas, en busca de una época histórica en la que el ser humano apoyaba su vida (la vida que él mismo trazaba y forja), en universos neuróticos de fábulas, devociones y ambiciones holgadas, para él necesarias y no siempre satisfactorias… Desea el caminante, en su ir y venir psicoterápico, ver donde el mago Merlín, “exageradamente y para calentar cabezas”, tuvo la osadía de dejar encantados damas, caballeros, ríos y lagos.
El “vagabundo”, con aliño y empaque modestos, es culto, afable y además es “escolapio”. Dice el singular viajero, que meses ha, sintiéndose insuficiente frente a las formas de vida, sin medida, de figuras artificiales que se le “echaban encima”, cruzó el “Mare Nostrum”; obligando a su espíritu a otros esfuerzos, en perfecta correspondencia con la conciencia de una existencia más humanizada… Y en parajes africanos se encontró con “un alrededor” de paisajes ungidores, como óleos que escapan al ritmo del lenguaje humano, con cielos “azules-encarnados” y con pulsiones de desolación, por no encontrarse con ningún dios abastecedor, apacible y clemente cuando sepultan en la arena a niños sin nombre; que han caminado distancias que han consumido hasta las energías de su alma, para conseguir un puñado de arroz o de pasta.
Insiste el especial andariego, que lamenta no ser un niño de, “aquel mundo” para saber qué pensaría al ver las pitanzas que tiran los niños en el parque infantil de su barrio y los alimentos arrojados, en los contenedores de nuestras ciudades… Y lo invaden “punciones” de desasosiego, por no encontrar ninguna dimensión humana ni divina que le “enciendan el entusiasmo “y teme abandonarse al abatimiento, ante tanta vanagloria y celebración de rumbosos eventos y banquetes opulentos… Y no le importa -apostilla- “el haberse fraguado colección de contrarios, por decir verdad, que siempre ha sido fastidioso…”.
El mensajero de bondades, se encamina hacia el lugar de los hechizos del sabio Merlín, no sin antes anunciar, con firmeza e ilusión que, partirá de nuevo a “mundos” allende el mar, deseando una nueva fe, para tener otros sueños, hojeando los ilegibles decretos del destino, en “alrededores de otros universos” y bendecir, recorriéndolas, las sendas que pisan pies descalzos de otros seres humanos, que tanto tardan en andarlas; que lo conducirán (?) “al arca interestelar”, en la que pedirá colocar la pequeña valija de su “alma”, donde no le reprocharán que las prendas de su sencillo atuendo, no vayan a juego con el afán irrefrenable, de exhibirse y deslumbrar a los demás con desmedidos y ostentosos oropeles…