La necesaria vigencia de la fórmula de 1978
La Constitución Española de 1978 ha logrado objetivos realmente impensables en aquellos años para los ciudadanos españoles que venían de varios periodos convulsos en nuestra historia, de una guerra civil y de una dictadura de más de 40 años, lo que aparentemente hacía muy difícil cualquier acuerdo de futuro para el país. Sin embargo, dando una muestra de responsabilidad y madurez política extraordinaria, que asombró al mundo más avanzado y a las democracias más consolidadas, los denominados padres de la Constitución demostraron que se puede llegar muy lejos cuando prima el interés general de todo un país por encima de los particulares y legítimos, bien es cierto, intereses de partido o de grupo.
Nuestra Carta Magna se aprobó en aquel histórico 6 de diciembre de 1978 por mayoría abrumadora de españoles que respondieron, como no podía ser menos, con absoluta firmeza al reto que planteaba para nuestro futuro la propuesta de consenso alcanzada por los partidos tan dispares y aparentemente irreconciliables con ideologías de derecha, centro e izquierda, además de los nacionalistas. Y sentó las bases para el mayor periodo de prosperidad y desarrollo que ha conocido nuestra Nación en siglos. Todo ello pensando solo en una España mejor, más solidaria, más justa y libre.
Ahora vivimos momentos complicados en España, es más yo afirmaría que en Europa y en el mundo. Un mundo en el que pocos quieren echar la vista atrás y reflexionar mínimamente sobre los peligros que han acechado a Europa en el siglo pasado y por supuesto a nuestra Nación. Muchos de esos problemas fueron abordados precisamente por esta Constitución que nació del acuerdo, del consenso y de la valentía de quienes optaron por primar el interés general.
Muchos de nosotros tenemos en nuestra memoria cómo era aquella España, cómo era la sociedad de los años 60 y 70, y cómo aquel consenso del 78 propició unos niveles de desarrollo inimaginables, estabilidad social y política, una sanidad envidiable en Europa y en el mundo, avances extraordinarios en educación, en derechos sociales y laborales, en la libertad y respeto a los derechos de todos y cada uno de los españoles. Y esto no deberíamos olvidarlo al enjuiciar la Constitución Española de 1978; sobre todo, la convivencia en paz.
España ha sabido ir siempre por delante en esa carrera de progreso y bienestar que hemos compartido con Europa, gracias precisamente a nuestra Constitución, y a pesar de todos los problemas que aún hoy permanecen y los nuevos retos que plantea el mundo actual, lo hemos hecho gracias al ejemplo de consenso, responsabilidad y empeño que pusieron los padres de la Constitución, los partidos políticos representados en el Congreso y el Senado, y los españoles que lo refrendaron con casi un 90 por ciento de los votos.
La Constitución Española se puede reformar, y hay voces que piden una reforma sin aclarar a la sociedad qué quieren reformar y realmente habría que meditar muy seriamente este paso, pues la Carta Maga en su actual estado es absolutamente vigente, abierta, amplia y capaz de dar respuesta a todos los sectores sociales de España. Es un instrumento vivo, reflejo de la sociedad española, y tiene que ser respetada.
La dificultad para afrontar nuestros actuales problemas como los nacionalismos, el paro y la precariedad laboral, la consolidación del Estado autonómico realmente descentralizado, la gobernabilidad, la justica social, la solidez del sistema de prestaciones sociales para todos los españoles y especialmente los más desfavorecidos, y sobre todo las jubilaciones para las generaciones actuales y futuras, no está en la Constitución, está más en lograr esa capacidad de diálogo, de entendimiento, de renuncias propias en pos del interés general frente a imposiciones programáticas tendenciosas.
Al final es más un problema de actitudes, de personas, que de reformas. De actitudes capaces de alcanzar la altura de miras de aquellos ponentes de 1978 frente a los dogmas y doctrinas que buscan imponer sus criterios por encima de convencer y de ceder cuando así lo requiere la situación general de España, de Europa y del mundo.
Feliz 40 aniversario de nuestra Constitución Española.
José Manuel Latre Rebled, presidente de la Diputación Provincial de Guadalajara