70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: una oportunidad para revisar nuestra sociedad
El 10 de diciembre de 1948, tras más de dos años de trabajo y numerosas deliberaciones, la O.N.U. aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, un hito importante de la historia reciente porque se ha convertido en un texto de referencia para legisladores, organizaciones sociales e instituciones de todo el mundo.
A los 70 años de esta efeméride, conviene reflexionar sobre su relevancia, sus fundamentos y su contenido. La Declaración de los Derechos Humanos está en boca de muchos líderes sociales y de opinión, incluso de aquellos cuyas acciones y propuestas están en evidente contradicción con la propia Declaración. Este tipo de contradicciones son habitualmente ignoradas por los comentaristas de la actualidad pública, lo que revela la necesidad de aprovechar este aniversario para ir más allá del título de la Declaración y difundir públicamente su fundamento y contenido.
No hay que olvidar que el texto que recordamos no es simplemente un manifiesto o un documento simbólico; es un tratado, firmado por gran cantidad de países que se han obligado legalmente a su cumplimiento y que, incluso, han incorporado parte de sus contenidos en los textos de sus propias Constituciones, adquiriendo así carácter de ley fundamental.
El mismo hecho de aprobar una lista de derechos humanos de carácter universal supone el reconocimiento del ser humano como sujeto de derechos por el simple hecho de su humanidad, o lo que es lo mismo, la existencia de una naturaleza humana que une a toda la humanidad y que permite a la vez la diversidad de sexos, culturas, países, religiones… Ser persona humana no es una construcción individual en la que cada uno puede ser lo que quiera (incluso inhumano) o un concepto sobre cuya base cualquier cosa pueda ser humana (un animal o un robot). Existe un núcleo de humanidad, una dignidad y una vocación, por el simple hecho de ser humano, que es irrenunciable y debe ser respetada. La lucha por el desarrollo de la dignidad humana que perfila la Declaración se convierte en un proyecto universal por el bien común.
Así queda reflejado en su Preámbulo: “La Asamblea General proclama la presente Declaración Universal de los Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse…”. Un ideal compartido que exige del esfuerzo de todos para su realización en la práctica.
Los 30 artículos que contiene la Declaración merecen ser releídos con atención, como terapia de claridad para nuestras mentes contaminadas por las pugnas políticas de cada día. Junto con ello, hemos de reivindicar su cumplimiento ante situaciones que se dan cada día y que implican una conculcación de los mismos. Los derechos no sólo constituyen el fundamento de la democracia; implican, además, la garantía de la libertad y de la dignidad del ser humano. Precisamente por ello, su defensa requiere de la implicación de todos: gobernantes, jueces y ciudadanos.
Celebrar 70 años de esta Declaración es una ocasión inmejorable para ser plenamente consientes de todo ello.
Miguel Ángel Martínez. Miembro del Grupo Polis