¿Qué está pasando entre Page y Núñez?
Empezaron bien la legislatura, con algunos acuerdos significativos en las Cortes de Castilla-La Mancha y una cierta sintonía, pero a partir de ahí todo ha ido hacia abajo. Medio año después, el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, y el jefe de la oposición regional, Paco Núñez, andan metidos en un bucle de fuertes desencuentros que parece ir más allá de las lógicas y necesarias diferencias políticas y se interna en batallas que rozan peligrosamente lo personal, a veces sin venir a cuento. En tan poco tiempo Page y Núñez evidencian cada día que se ha roto el finísimo hilo que les podría conectar y que su manera de entender el servicio público a los castellano-manchegos está en niveles de distancia sideral. No sé si se hablan, pero desde luego se reúnen poco, dialogan mal y enfurecidos mediante personas interpuestas, y a través de los medios y las redes, y su simpatía inicial, si es que la hubo de verdad, parece estar desaparecida para siempre. Ojalá que no.
La situación es poco comprensible. Dos líderes políticos que representan tanto en una comunidad autónoma no están obligados a caerse bien, ni a coincidir, ni a ser simpáticos, pero sí deben ejercer la responsabilidad de la política al servicio de la gente y hablar mucho entre ellos, discutir los asuntos centrales que inquietan a los ciudadanos y poner en común los problemas y sus soluciones. Un día y otro día. Por encima de sus diferencias Page y Núñez tienen la obligación de estar unidos en su voluntad de hacer bien las cosas por Castilla-La Mancha. El vulgar espectáculo diario de los portavoces de uno y otro lado, lanzándose por encima de forma rutinaria y sistemática tanta inquina lamentable, se ha convertido en una triste forma de hacer política en Castilla-La Mancha que ni se entiende ni a nadie le interesa, por mucho que pongan cada día todo este fuego abrasador en mitad del ruedo público regional. Esta viejuna actitud que viene de otros tiempos perjudica la imagen tanto del PSOE como del PP en la comunidad, siempre metiéndose cizaña como si esa fuera su misión al levantarse cada mañana. Es imprescindible que ofrezcan algo más.
Page y Núñez, en fin, tienen en su mano resolver este frío helador en la política regional. Ellos sabrán. Los políticos deben parecerse a la tierra a la que representan y estar a su altura. Servir bien a los ciudadanos y atajar sus preocupaciones. Sin hablar, sin entenderse, sin sentarse juntos, sin querer verse las caras, eso parece imposible. Castilla-La Mancha merece, no ya que se quieran un poquito, que eso no tiene viabilidad, sino que sepan sobreponerse a este rollito cotidiano y trabajar juntos por lo que es de todos. En los encuentros y en las diferencias. Amén.