España arde y nosotros con ella
Traemos unos meses de gran revuelo nacional, donde cada semana hemos pasado por distintos temas de actualidad: la invasión rusa de Ucrania, las tensiones geopolíticas, la inflación de los precios, las alertas por olas de calor y consecuentemente a esta última, los incendios forestales.
España arde devorando 190.000 hectáreas en lo que va de año, o lo que es lo mismo, 1,5 veces la extensión del término municipal de Almodóvar del Campo, el más grande de Castilla-La Mancha.
Mientras escribo este artículo de opinión, las BRIF (Brigadas de Incendios Forestales) se están dejando la piel, y no como en política sino literalmente, por extinguir esta amenaza que ya se ha cobrado la vida de varios bomberos forestales y cuyas condiciones laborales hay que mejorar.
Pero cuando el monte arde, no hay quien lo pare. La dejadez de nuestros montes en las últimas décadas ha provocado que los incendios sean incapaces de controlar y pasen a llamarse incendios de sexta generación.
Gran culpa es política, hemos tenido gobiernos regionales y nacionales que en materia de gestión forestal se han dejado asesorar por ecologistas y conservacionistas que prohíben tocar el monte, peor aún en gestión de Parques Nacionales. Dejando a la naturaleza que crezca a sus anchas y convirtiéndolo en un polvorín que es imposible de extinguir. Para impedir que el monte sea un polvorín y que tengamos 30 focos activos, el trabajo se tiene que realizar en invierno, no en verano.
Es en invierno y primavera cuando se tiene que incentivar aún más la introducción de ganado ovino o caprino que permita pastar para ir retirando pasto del medio que en verano se convierte en pasto seco. Es en invierno cuando las empresas forestales tienen que hacer los clareos para ir aprovechando la madera del monte y eliminar la competencia entre árboles evitando dejar árboles muertos o enfermos en verano, es en invierno cuando hay que limpiar los cortafuegos y las fajas auxiliares para evitar en verano la propagación de los incendios y que las BRIF puedan actuar rápidamente.
Además, dejar a la población circundante al monte que aproveche los recursos naturales ayuda a concienciar sobre la importancia del monte fijando población que tanto se necesita en estas zonas. Porque la gestión forestal no puede estar encargada en personas cuya única labor es defender un conservacionismo absurdo de dejar el monte salvaje. Dejemos que los técnicos, ingenieros de montes y forestales hagan ese trabajo que para eso se han formado.
Pero mayor importancia es el aumento de las temperaturas por el cambio climático, actualmente tenemos mayor número de olas de calor con mayor número de días, además las precipitaciones se concentran en menor número de días por lo que hay menor cantidad de agua y humedad en el medio por lo que nos debemos concienciar a elaborar leyes adaptadas a estos cambios, permitiéndonos evitar daños humanos, ecológicos y económicos que traen consigo los incendios forestales.
Necesitamos medidas urgentes en España y en Castilla-La Mancha, por eso estoy seguro de que cuando Alberto Núñez Feijóo en España y Paco Núñez en Castilla-La Mancha sean presidentes, habrá un cambio en la política forestal.
Luis Ángel Gómez Soler. Vicesecretario de Acción Sectorial NNGG CLM. Almodóvar del Campo, Ciudad Real