Vida a cambio de salvaescaleras
Se llama Christine Gauthier y es ciudadana canadiense. Fue militar y también atleta paralímpica.
En el año 1989, cuando estaba realizando unas maniobras militares, tuvo un accidente que le dejó daños irreversibles en la columna. Desde entonces necesita silla de ruedas para desplazarse y también tiene una vivienda adaptada a esta circunstancia.
El problema surgió cuando en el año 2.017 Christine pidió ayuda para conseguir un salva escaleras para su casa. La respuesta de su trabajador social fue la siguiente: “Señora, si está usted tan desesperada podemos brindarle asistencia médica para que muera ahora”. Si, así tal cual.
Canadá tiene actualmente una de las legislaciones más permisivas sobre la eutanasia. Es un claro ejemplo de cómo la cultura de la muerte, se introduce primero bajo el pretexto de la falsa compasión y de las situaciones extremas, que encubren en realidad el poco valor que se da a la vida humana y la salida errónea al problema del sufrimiento.
Imaginemos los primeros debates sobre la introducción de la eutanasia en las leyes de Canadá. Seguramente los supuestos que se plantearon para justificar su implantación serían mucho más dramáticos (personas con enfermedades irreversibles, con un sufrimiento de años y sin posibles cuidados paliativos). En aquel entonces, nadie pudo plantear que quizás también sería una posible solución para que ayudar a una persona con lesión medular que pide ayuda para subir y bajar las escaleras de su edificio.
Es un claro ejemplo de cómo las leyes tienen una más que evidente función pedagógica. El simple hecho de que algo esté permitido, no significa que moralmente sea lícito, pero sí va creando una cultura en la que se va aceptando, se va implantando y termina no sólo por verse con naturalidad, sino también por llevarse a situaciones tan increíbles como la que esta noticia nos muestra.
Toda vida es digna. No hay ninguna condición que pueda arrebatar a la persona la enorme dignidad que tiene: ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la fase de su desarrollo en la que esté. Apostemos por la vida siempre.
En una cultura donde la vida no es la protagonista es necesario que todos luchemos por el sí a la vida, porque la muerte nunca puede tener la última palabra. Difundamos con todos los medios posibles el Sí a la Vida, porque la vida es un don. Recordemos de nuevo la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, "Samaritanus bonus", aprobada por el Papa Francisco el 25 de junio de 2020 y en la que se indica que “ el valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico”.