Antonio López, el inmortal manchego universal que se resiste a la cara de Dios
Vaya por delante esta íntima confesión. He leído impactado el titular y no he querido saber más. Por si acaso, por mantener la magia, por si se me venía abajo la idea. Antonio López: “La cara de Dios se me resiste”. Impresionante. Firma la pieza María de la Peña Fernández en XLSemanal y las fotos, maravillosas, son de Carlos Luján. A este manchego genial e inigualable, tal vez el más universal de los españoles de nuestro tiempo, le han dado un premio a la plenitud de sus 88 años y sólo ese titular contiene dentro la sabiduría entera de una vida tan grande.
Entiendo la felicidad de esa vida y la inmensa obra que ha entregado a la eternidad. El artista está contento y cumbre. Si uno creyera en Dios, y bien que lo intento, vería su cara en cada trazo de Antonio López, estelar y tan fieramente humano a la vez, en su imagen de abandonado y torpe aliño indumentario, en la manera que tiene el artista de sobrevolar el tiempo y el pobre momento y llevarlo todo en éxtasis a la gloria, sobrecogiendo esa emoción en el mundo. En trascender las épocas. Ahí está el cielo, ahí está Dios. Ahí lo fundamental.
Y ahí la paradoja y mi perplejidad: se le resiste la cara de Dios al hombre que le visita todos los días, que vive con él, que ha superado el tiempo y alcanzado la inmortalidad. Aquel que habita esta vida tocado por la magia infinita del más allá, que supera la tierra y los siglos. De Antonio López no quedará su condición humana, equiparable, mortal y rosa, sino el dedo de Dios tocándole el hombro, sea capaz el artista de sentirlo o no, crea o no en su poder, tenga esa fe o no. Ochenta y ocho años le habrán dado para pensar mucho en ello.
Algo tan grande como lo que Antonio López ha entregado a la vida, una obra tan rotunda y crucial, tiene detrás a Dios, le imaginemos como le imaginemos. Y el gran manchego parece que está en resistencia, pero ya es una cuestión personal, allá cada cual, aquello de tener su propia interpretación de Dios, comunicarse con él o definir el momento en el que la vida se acaba. Si es que acaso se acaba. La de Antonio López, ya está confirmado, es infinita y sobrevivirá las pobres miserias del mundo, el demonio que había en la errática, temporal e insignificante naturaleza del ser humano. A Antonio López se le resiste la cara de Dios, pero a su obra es obvio que no.