Al vicepresidente García Molina se le "olvidó" declarar
No se alarme el lector con el título de la columna. Quizás algunos puedan malinterpretar que al vicepresidente de Castilla-La Mancha, José García Molina, ha perdido de inmediato su activismo político tras quedarse mudo, padecido pérdida repentina de conciencia, o incomparecencia en los juzgados de la Plaza de Castilla. Nada más lejos de la realidad. Al líder regional de Podemos siempre se le ha reconocido, incluso desde que daba clases en la Universidad, su activismo político y sus acreditadas dotes para testificar sus particulares creencias. Una cualidad que le ha alzado hasta su actual cargo en la Gobierno de esta tierra. También, aunque a codazos, con la secretaria general de Podemos en Castilla-La Mancha.
Desde que entró en la arena política, a García Molina le hemos oído afirmar su valoración negativa sobre los Servicios Sociales de la región, explicar la situación nefasta de la Sanidad, o atestiguar el impresentable estado de la Educación. Incluso, como reputado estadista y en su calidad de “hombre de región” -una condición inmediatamente inferior a la de hombre de Estado- ha intentado representar a Castilla-La Mancha allende nuestras fronteras con los resultados por todos conocidos.
Mas el expreceptor en su decidido interés de dar contenido a su cartera -me refiero en este caso a la gubernamental- acaba de adjudicarse la lucha contra el yihadismo en la región, “potencial objetivo del terrorismo”. Se rumorea ante tal disposición que García Molina no tardará en ser convocado como miembro de pleno derecho en el Consejo de Seguridad Nacional de España. No cabe duda que estamos ante un estadista de talla -regional por ahora- tras exponer públicamente tan animosas intenciones y mantener tan notorias relaciones.
Sin embargo, ante tantas manifestaciones y en foros tan diversos, político tan perspicaz ha omitido la que tiene que declarar en el modelo 714 de la Agencia Tributaria, la del Impuesto del Patrimonio -y en este caso referida a su cartera personal-, una partida de 60.000 euros que “olvidó” resolver con el ministro Montoro. Una omisión cuyo razonamiento no ha convencido a nadie, y que en absoluto se corresponde con la ideología que el vicepresidente de Castilla-La Mancha tiene por bandera y tanto predica el partido que representa.
Decía Groucho Marx que "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". No hay mejor definición que la del genial humorista estadounidense para definir el papel que está jugando García Molina en Castilla-La Mancha. Un político que incluso se permite continuamente amenazar la estabilidad de un Gobierno que sustenta gracias al apoyo residual de su formación.