El Pasante

Un tipo de cuidado

3 noviembre, 2017 00:00

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha acordado dirigir el procedimiento contra 14 personas responsables del llamado caso Ausbanc. Entre todos ellas se encuentra el presidente de la supuesta asociación sin ánimo de lucro, Luis Pineda, un tipo de cuidado acusado de delitos de estafa, extorsión, amenazas, administración desleal, fraude en las subvenciones y pertenencia a organización criminal, ¡menudo angelito!

Bajo la pantalla de una organización en defensa de los consumidores, Pineda y sus secuaces “coaccionaban” a entidades financieras, empresas, y organizaciones empresariales para alcanzar acuerdos económicos generalmente encubiertos mediante convenios publicitarios. Unos recursos posteriormente retirados de Ausbanc para redundar en beneficio personal de los acusados a través de un entramado societario.

Aunque prácticamente desconocido en Castilla-La Mancha, el sujeto también desarrolló sus “habilidades” en esta tierra. Una extorsión que tocó a entidades como Liberbank y CCM, además de otras instituciones de la región en forma de organización de conferencias o semanarios liquidados con semejante largueza. Un perjuicio que igualmente alcanzó, entre otros, a Santander, Caja Madrid, Caixa Geral, Unicaja, Sabadell, o sociedades como Telefónica, Gas Natural, Volkswagen, e incluso la Casa Real a través del “caso Noos”. En todos los casos, bancos, cajas, o empresas pagaban mediante acuerdos económicos enmascarados como convenios publicitarios en las revistas de Pineda -Mercado del Dinero y Dinero y Salud, principalmente- a unos precios desorbitados en comparación con la difusión media de estas publicaciones y los precios de otras revistas similares.

Unas contrataciones hechas aparentemente bajo “amenaza” de publicación sensible, incluso verosímil,  en contra de la reputación del banco, caja de ahorro, o empresa, utilizando en ocasiones al sindicato Manos Limpias como medio para reforzar estas coacciones. Naturalmente, de acceder al chantaje, la entidad aparecería en las publicaciones de Ausbanc como modelo de buena reputación dentro del sector. Una gestión saldada generalmente con éxito pues siempre había entre todas ellas algún “trapo sucio” que lavar como bien se ha podido comprobar posteriormente.

Toda una coreografía dirigida por un bandolero de etiqueta, con la colaboración de una banda de malandrines, que aliñaba a través del receptáculo de la publicidad los dineros de la extorsión a bancos, cajas de ahorro y otras organizaciones empresariales. Un alambicado cobrador del frac que no se explica sin la connivencia de un sistema corrupto. Una estructura que quedó al desnudo con las particularidades del escándalo y que tan bien se pudo constatar en el caso de CCM.