La familia Sarrión
Tal vez pueda tratarse de una de las sagas familiares poco conocidas en esta tierra, pero Construcciones Sarrión (Sarrionsa) es una empresa castellano-manchega de ámbito nacional, líder en obras de infraestructura en la región, y con una presencia notable en áreas de actuación tales como edificación y urbanización, hidráulicas y medio ambiente, ferrocarriles, autovías y desarrollos residenciales en todo el país. Fundada hace 50 años por el patriarca de la empresa, Antonio Sarrión López, y dirigida actualmente por su hijo y consejero delegado, Abraham Sarrión, la constructora tiene su sede central en Toledo con delegaciones abiertas en Cuenca, Madrid y Sevilla. Una infraestructura que la permite participar en contratos y en concesiones para la explotación y conservación de autovías a través de su concesionaria Aullosa, entre otros sectores.
Una empresa donde, no obstante, el control de la sociedad no era ejercido plenamente por la familia Sarrión, únicamente propietaria del 26 por ciento de las acciones. En 2006, el banco portugués Espirito Santo adquirió por 105 millones de euros el 65 por ciento de Sarrionsa al empresario José Moreno Carretero, actual primer accionista de Sacyr, que había recalado años atrás en el capital de la sociedad castellano-manchega. Sin embargo, al entrar en quiebra el banco luso en 2014, y dos años después en liquidación, Espirito Santo se está viendo obligado a amortizar a marchas forzadas sus participaciones internacionales entre las que se encuentra las de esta empresa de origen conquense. Una quiebra que también ha supuesto a Liberbank una pérdida de unos 15 millones de euros consecuencia de la compra en 2009 por parte de Caja Castilla La Mancha del 2,47 por ciento de las acciones de Espirito Santo Financial Group, un holding que controlaba el banco portugués, en otra de las extrañas operaciones de la época en que CCM era presidida por Juan Pedro Hernández Moltó.
Tras esta adquisición, seguramente por una cantidad bastante inferior a los 105 millones desembolsados en su día por el banco portugués a Moreno Carretero, la familia Sarrión pasa ahora a controlar el 85 por ciento de la empresa, mientras que el 15 por ciento restante se mantiene en poder del equipo gestor de la constructora encabezado por su vicepresidente y consejero delegado Abraham Sarrión, expresidente de CEOE-CEPYME de Cuenca, permitiéndoles de esta forma afrontar con absoluta independencia, solvencia, y garantías de éxito sus inmediatos proyectos empresariales. Concluye así un largo recorrido para una de las mayores constructoras medianas de este país que mejor supo superar la crisis reciente gracias a un riguroso control de costos, concentrando su actividad en sectores acreditados y de futuro, y evitando riesgos innecesarios en una época donde el boom inmobiliario invitaba a ello. Un periodo tristemente recordado en este país que llevó a la quiebra y desaparición de tantas constructoras y pertinentes músculos financieros, y a las cárceles y tribunales a algunos de sus máximos representantes.