El Pasante

Los arboles de la discordia

19 enero, 2018 00:00

A falta de mejores cuestiones que dilucidar -que las hay, más urgentes y necesarias- el patio de vecindad de nuestra política, en este caso local, se encuentra algo alborotado por la remodelación de la plaza de Zocodover de la capital regional. Una obra para la que el Gobierno municipal  toledano ha destinado una partida presupuestaria de 120.000 euros con la pretensión de convertir el espacio en símbolo inequívoco de la ciudad de la misma forma que otras plazas emblemáticas como la Mayor de Madrid o Salamanca, la de España en Sevilla, Obradoiro en Santiago de Compostela, o la plaza Nueva de Bilbao, entre otras. A tan loable interés de su alcaldesa, Milagros Tolón, y con presupuesto tan parvo para su remodelación, debería incluirse además una buena dosis de imaginación por parte de los toledanos y visitantes a nuestra ciudad si se pretenden semejantes comparaciones con plazas tan alegóricas.

Se ha empeñado el Ayuntamiento de Toledo en dar brillo y esplendor a la ciudad, un relumbrar que sospecho se prolongará en el tiempo hasta la fecha de celebración de las próximas elecciones municipales. Naturalmente, con las consiguientes molestias para los ciudadanos y acompañadas siempre con una buena dosis de crítica por parte de la oposición. Sin duda, por tamaño empeño, la alcaldesa Tolón debería merecer generales elogios, mas cambiar un adoquín, talar un árbol, remodelar un acerado, o elegir tipo de solado en esta ciudad siempre es motivo de polémica.

Las obras de la plaza de Zocodover no han hecho más que empezar y la corrala municipal toledana ha entrado en ebullición, y no precisamente porque el equipo de gobierno y resto de ediles se afanen con denuedo, pico y pala mediante, en la remodelación de tan afamada plaza. La tala de varios árboles en dicho espacio ha desatado las críticas del grupo municipal popular que la califica entre otros apelativos de “atentado contra el patrimonio natural”. Mientras, el Gobierno municipal justifica el corte por motivos de seguridad ante el deficiente estado de conservación de los árboles talados, que serán sustituidos por otros más adecuados y saludables. Que se intente ahora solucionar progresivamente el desaguisado  aprovechando la remodelación del entorno no debería provocar semejante alarma en la oposición. Una estrategia que indigna cada vez más a una ciudadanía harta de la incapacidad de sus políticos por sus permanentes y estériles enfrentamientos.

Sostiene el toledanista Eduardo Sánchez Butragueño que la ciudad está hoy notablemente más poblada de árboles en sus calles y plazas que en las décadas precedentes. Sin embargo, esta desmesurada corriente cultural plantadora iniciada en Toledo a mediados del siglo XX fue ejecutada sin plan municipal alguno y con una “mala elección de especies”. Aunque la lucha entre el hombre y la naturaleza es, probablemente, una batalla perdida por las dos partes, no se puede poner en duda el informe de los técnicos municipales, que aseguran que muchos árboles de la plaza están muy enfermos, con daños irreparables en su estructura,  y con peligro autentico para los viandantes de caerles encima.