Francisco Cañizares hace de CIS
Teniendo el PP un demoscópico como Francisco Cañizares, a la formación conservadora en Castilla-La Mancha no la hacen falta más sondeos de opinión. A doce meses vista de las próximas elecciones, el portavoz del Partido Popular en las Cortes de Castilla-La Mancha y presidente del partido en la provincia de Ciudad Real anticipa que el PP ganará sin alcanzar la mayoría absoluta las próximas elecciones autonómicas, un resultado que para gobernar necesitaría de Ciudadanos para poder desbancar en esta tierra a los socialistas.
El dirigente popular ciudadrealeño, lejos como hasta ahora de confiar ciegamente en el líder supremo de turno, coincide con tantos dirigentes territoriales del partido conservador que vienen advirtiendo la huida masiva de electores de su formación hacia Ciudadanos en los comicios locales, autonómicos y europeos de 2019. Una fecha en la que el partido de Albert Rivera -el político más fiable para la mayoría de españoles- consumaría su hegemonía sobre el centro derecha en este país representado históricamente por el PP. Un sorpasso propiciado no sólo por el desgaste lógico del partido en el poder, también por las obscenas guerras de familia, tanto en el partido como en el Gobierno, y los casos de corrupción destapados en la formación conservadora.
Más preocupante es sin embargo la caída en intención de voto de los socialistas, la organización política que más años ha estado al frente del Gobierno de este país. Sabedor el presidente de Castilla-La Mancha de semejante desaguisado, García-Page asegura ahora que los ciudadanos cuando acuden a las urnas lo hacen más bien atraídos por el candidato -es decir, él mismo- que por el partido que lo sustenta. Más le vale, pues el PSOE sigue siendo un partido sombrío incapaz de coordinar un discurso único en todo el territorio del Estado por la división existente en la formación. Tampoco ve la sociedad a Pedro Sánchez capaz de liderar una alternativa al Gobierno actual de Mariano Rajoy, un líder erosionado por los seis años de gobierno y que apuesta su gestión y futuro político a la evolución de la economía y a la crisis catalana.
Deja Cañizares para septiembre, después del verano, la designación de una cabecera de cartel solvente y “con muchas papeletas para ganar las elecciones” de esta comunidad. Como a los alumnos mal aplicados, el líder popular lanza la proclama estudiantil para descubrir ese mes el nombre del que tiene tantas posibilidades de gobernar esta tierra la próxima legislatura. Un periodo de tiempo suficiente para que el papel del Partido Popular en Castilla-La Mancha pueda menguar e invertir lo pregonado: tener el PP que apoyar a Ciudadanos para alzarse estos con el gobierno de la región, a pesar de las “debilidades” que aseguran tiene la formación naranja. Una posibilidad cierta si el partido de Rivera es capaz de mantener hasta el día de las elecciones la imagen de estabilidad y seriedad política demostrada, y el PP sigue carbonizándose como hasta ahora.