El Partido Socialista de Castilla-La Mancha acaba de celebrar en Toledo su XII Congreso regional. Una asamblea donde todo ha sido adhesión al líder, aplausos entusiastas y unanimidad absoluta. Con tamaña avenencia no ha sido necesario discutir las diferentes ejecutivas que han resultado elegidas con aplastantes mayorías y no menor reverencia. Tanta, que por unas horas Toledo pareció convertirse en la nueva capital de Bulgaria. Un país donde todavía hoy se recuerdan aquellas votaciones a la búlgara en la década de los 60/70 con las que Zhikov, secretario general del partido comunista de aquel país, reinaba el país con el 99,999 por ciento de los apoyos o incluso más.
Al Congreso regional del PSOE de Castilla-La Mancha los socialistas han acudido a aplaudir, sin apenas disensiones, con mínimo debate interno y los cargos repartidos en una ejecutiva aumentada hasta los 57 miembros donde la mayoría repite. También, para refrendar el liderazgo incuestionable de Emiliano García-Page como secretario general de la formación en Castilla-La Mancha gracias al 99,7 por ciento de los votos obtenidos. Un resultado ya habitual en la España autonómica, y más cuando no hay otro candidato.
En definitiva, otro Congreso donde todo estaba dispuesto para agrandar el aura del líder y diseñar un discurso electoral sin grandes novedades con el que el PSOE pretende defender su gestión e intentar ganar las próximas elecciones. Hasta tanto, los socialistas seguirán machacando a la oposición con tiempos pretéritos como principal argumento y la derecha satanizando al adversario en todos sus movimientos. Un proceso cansino que en absoluto interesa a los castellano-manchegos, ni aporta los resultados y consensos que esta región precisa con urgencia. Una tierra con importantes problemas económicos y sociales que aún permanecen lejos de una solución.