Se recurre generalmente en este país a Santa Barbara cuando truena, al gol de Andrés Iniesta cuando de hitos deportivos se trata, o al emérito cuando se pretende identificar un tipo de embutido. No obstante a estas devociones, a nivel regional cada una tiene su propio apego, que en el caso de la política en Castilla-La Mancha es desde hace tiempo María Dolores Cospedal. Su admiración es tal entre los socialistas que durante el pasado debate sobre el estado de la región celebrado en las Cortes autonómicas, su nombre y “hazañas” estuvieron presentes en numerosas ocasiones durante la prolongada intervención del presidente regional, Emiliano García-Page, interrumpida a cada paso por los aplausos entusiastas de la bancada socialista. Ante semejante grado de devoción, se está a la espera de la licencia del Vaticano para subir a los altares de la maquinación socialista a la expresidenta regional, con estampita obligada para su veneración en la cartera de cada uno.
Un sermón parlamentario para anunciar deducciones fiscales por tramos a las rentas inferiores a 30.000 euros, una medida que el propio presidente regional estima un impacto de 75 millones de euros para el 87 por ciento de la población de Castilla-La Mancha. Otras medidas reveladas servirán para aumentar las deducciones a la adquisición de libros, aprendizaje de lenguas extranjeras y gasto en guarderías hasta los tres años. Se añaden también diferentes beneficios fiscales para empresas de nueva creación o ampliación de capital, e inversiones en entidades de economía social, entre otras.
Emiliano García-Page -“autónomo” del PSOE, aunque cotizando en Ferraz- prioriza con estas medidas sus urgencias electorales, que son evidentes, dejando de lado el necesario ajuste de déficit y deuda que la región precisa con urgencia. Un encaje que puede verse agravado el próximo año por el empeoramiento de las perspectivas económicas. Una desaceleración que ya ha anticipado el Banco de España, enfriando las previsiones económicas del Gobierno y rebajando el crecimiento del PIB del 4,4% previsto para este año a tan solo el 1,4% en 2023, por la “desmandada inflación” consecuencia de una escalada acusada de la energía y los alimentos de la cesta de la compra.
Un apremio electoral a pocos meses de unos comicios de resultados muy inciertos para los socialistas de esta tierra, donde los más recientes estudios demoscópicos en poder del PP sitúan a los populares y socialistas en “empate técnico” de celebrarse ahora las elecciones autonómicas, con la aparición por vez primera de VOX en las Cortes regionales y con Podemos y Ciudadanos fuera de la Cámara. Una igualdad electoral donde el soniquete de Cospedal será el estribillo con el que la tropa socialista nos siga breando. Un hastío que en tantas ocasiones sólo sirve para intentar justificar o encubrir sus propias incapacidades al frente del Gobierno de Castilla-La Mancha.