Meter un gol
A la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, no le quedó otra opción que reconocer que le habían "metido un gol", tras conocerse que el BOE publicó el pasado 4 de agosto el anuncio de la constitución del sindicato denominado 'Organización de Trabajadoras Sexuales' que con el nombre de su siglas, “OTRAS", se ha hecho popular estos días. El asunto se ha zanjado con el “cese" de la directora general de Trabajo que firmó la inscripción del sindicato, Concepción Pascual, aunque se ha vendido a la opinión pública como una “dimisión” para quitarle hierro al asunto.
Mientras algunos de mis colegas pedían inmediatamente el cese de la propia ministra de Trabajo por este tema yo puse en valor la sinceridad -impropia de la clase política actual, máxime si se trata de un miembro del gobierno- de reconocer no haberse enterado de una decisión de esta trascendencia y hacerlo del modo que lo hizo: sin tapujos ni excusas . De hecho se ordenó inmediatamente a la Abogacía del Estado que buscara la fórmula para anular la constitución del sindicato y rectificar el entuerto; “Me han colado un gol por la escuadra. No pueden imaginar ustedes los sentimientos que tengo y el disgusto que me pillé cuando me enteré, uno de los más gordos que me he llevado a lo largo de mi vida profesional y política, donde llevo ya un cierto rodaje", dijo la señora Valerio, tras recordar que pertenece a un gobierno feminista.
El asunto es de mucha enjundia porque la prostitución no tiene en nuestro ordenamiento jurídico la consideración de actividad laboral y con la creación de ese sindicato quedaría legalizada de manera encubierta, y ahí es donde la cesada no estuvo a la altura. Según me cuenta una persona muy bien informada del Ministerio, los estatutos para la legalización del sindicato estaban muy bien redactados para poder pasar los controles técnicos y de hecho “la trampa que esconden es que son ambiguos en un punto esencial, de tal modo que, según como se lean, pueden referirse por ejemplo a actores o actrices porno, cuya actividad es legal, o como se ha comprobado después, a la prostitución pura y dura, que era en realidad el objetivo.
Sea como fuere este tema pone el foco en el hecho de si la prostitución puede seguir estando en un limbo legal en nuestro país. La pregunta, planteada muchas veces, ha tenido respuesta en sentencias dictadas por varios jueces de lo social que reconocen derechos laborales a quienes practican esta actividad. En algunas de estas resoluciones se trataba la prostitución como una ocupación laboral ordinaria, con los derechos y obligaciones que de ello se derivan: las prostitutas podrían firmar contratos, cotizar a la Seguridad Social y pagar impuestos. Así ocurre en Alemania, Holanda o Dinamarca.
Reconozco, como he comentado alguna vez, que para mi es muy complicado posicionarme claramente a favor o en contra de la legalización de la prostitución por lo que esta significa y esconde. Tengo la plena convicción de que detrás de la mayoría de las mujeres que se prostituyen lo que hay es una historia de abuso, explotación, marginación, trata de blancas y otros muchos tipos de vejaciones y dramas humanos. Es verdad que hay casos en que algunas mujeres han decidió optar libremente por el ejercicio de lo que se denomina "el oficio más viejo del mundo" y que conciben esto como una profesión, lo cual , más allá de las cuestiones morales, merece todo respeto.
El tema es si por cuestiones morales se puede mantener al margen de la mínima protección social y jurídica necesaria a un colectivo -cifrado en más de 300.000 personas en nuestro país- que condena a muchas mujeres a vivir expuestas a situaciones de riesgo para su salud y también a convivir con la marginación y la delincuencia. Es verdad que en España no existe una ley que impida la prostitución ni tampoco que la legalice, y de ahí que esto sea campo abonado para muchos tipos de delitos y de redes criminales que comercializan con el sexo. El asunto es que sabemos que hay una serie de redes criminales y proxenetas que esclavizan a estas mujeres, muchas de las cuales trabajan en condiciones de auténtica explotación, y ese es un tema muy serio de derechos humanos.
Comparto las resoluciones del Parlamento europeo cuando dice que la prostitución es una violación de la dignidad humana y también las tesis de quienes consideran que nadie vive mejor sin derechos y que estas mujeres no pueden estar desprotegidas. El presidente Sánchez, a través de Twitter, se ha mostrado "partidario de la abolición de la prostitución", y ese es un deseo de muchos, pero una cosa es el deseo y otra la realidad. Desde luego lo que no ayuda y desconcierta a los ciudadanos es que al Gobierno le metan goles de ese tipo y que se consiga tan fácilmente vulnerar la legalidad por la puerta de atrás.