Violadores, no abusadores
Ayer fue un buen día para las mujeres. Los periódicos publicaban la noticia de que la comisión de expertos sobre delitos sexuales va a debatir esta próxima semana el diseño de un nuevo Código Penal que suprime el concepto actual de "abuso" y castiga todos los atentados "contra la libertad sexual de otra persona" sin su consentimiento en un epígrafe único de "violaciones y agresiones sexuales". A la vez saltaba la noticia de que la fiscalía de Navarra solicitaba el ingreso en prisión de los cinco miembros de la Manada, una vez que el Tribunal Superior de Justicia de dicha comunidad había confirmado la condena de todos ellos como autores de un delito continuado de abuso Sexual con prevalimiento. La nueva formulación del condigo penal que se está estudiando, según han avanzado los periódicos, considera "reo de violación" a quien cometa esa agresión con penetración, ya sea carnal o a través de objetos, sobre una víctima vulnerable, a la que se le someta a un trato degradante o se le drogue para "anular su voluntad". La propuesta en definitiva es que todo se califique como "agresión", haya o no violencia o intimidación, dos circunstancias que servirán para agravar las penas, pero que compartirá nomenclatura con hechos menos graves que, hoy por hoy, no se consideran como tal, sino como "abusos".
El día que supimos la sentencia de “la Manada” dije y mantengo que fue un día triste para la mitad de la población española. Las mujeres estamos más inseguras porque las leyes han decidido defender a los agresores que nos violan, y nos matan si nos resistimos. Fue un día triste porque la formación de los jueces en materia de género es escasa y nadie juzga al juez. Fue un día triste porque el mensaje que se lanza nos denigra, se ampara a los depredadores sexuales y produce una doble violación moral de las víctimas. Fue un día triste porque sentimos, como nunca, que el camino que tenemos que recorrer es aún muy largo y está repleto de obstáculos que desaniman cuando se intuyen insalvables.
Todos ellos fueron condenados a nueve años por un delito de abuso sexual cometido contra una joven de 18 años en los Sanfermines de 2016 y si el fallo judicial ya sembró la polémica -fueron condenados por abuso y no por violación-, que se mantenga la sentencia por abusos y no por agresión ha sido una vez más motivo de polémica. Por eso precisamente urge una modificación del Código Penal y hacerlo de manera urgente para que hechos tan brutales sean condenados de manera acorde a su gravedad. En su día el fiscal del caso relató cómo estos cinco malnacidos agarraron a la chica por los brazos y la metieron en el portal, "tapándole la boca y diciéndole que se callara y no gritara", y en un espacio de reducidas dimensiones la rodearon entre todos, le bajaron la ropa interior y la obligaron a realizar diferentes actos sexuales con cada uno de ellos, "valiéndose de su superioridad física y numérica" y de la "imposibilidad" de la joven de "ejercer la más mínima resistencia". En concreto, le obligaron al menos a realizar felaciones a los cinco, mientras que también dos de ellos la penetraron vaginalmente, y otro anal y vaginalmente, sin que ninguno usara preservativo, en algunos casos de forma simultánea, "animándose en ocasiones y reclamando su turno".
Mientras todo esto ocurría, dos de los acusados, "de común acuerdo con el resto " hicieron vídeos y fotografías con sus teléfonos "con la intención de vulnerar la intimidad de la víctima y posteriormente mostrarlos, enviarlos y difundirlos", algo que no llegaron a hacer pero sí anunciaron en un chat denominado 'La Manada",
Esta manada de fieras -como he comentado en otra ocasión-, no solo quería atacar a la víctima, sino alardear de ello para hacer el acto más repugnantemente aún. En concreto, uno de ellos envió mensajes de WhatsApp al grupo de sus amigos para relatarles lo que habían hecho. “Follándonos a una entre los cinco. Todo lo que cuente es poco. Puta pasada de viaje”, decía textualmente
El otro día, en una tertulia de radio, un colega me recriminó que emitiera juicios tan duros contra la sentencia, cuando ésta se limitaba a aplicar la ley, y le respondí que eso era como suponer que los jueces que la aplican son almas puras, sin prejuicios ni ideología. Es llamativo que ese mismo compañero luego critique, sin cortarse un pelo, cualquier sentencia de corrupción política con la que no está de acuerdo. ¿La diferencia?, pues que en ésta se trata de defender a las mujeres y si en la justicia existe el machismo en el periodismo es aún peor, porque hay muchísimos machistas vergonzantes que se disfrazan de feministas de medio pelo para lo que les interesa. Si la ley se hace más justa nosotras saldremos ganando.