Page no lo sabía
Afirmaba uno hace no mucho que Page sabía que iba a ganar Susana Díaz las primarias y de ahí que apostara tan fuerte por ella y por el grupo de barones y dirigentes que decidieron el otoño pasado descabalgar por la fuerza a Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE. Me mantengo en lo dicho y estoy seguro de que Page lo sabía. Pero lo sabía entonces, con las prospecciones internas en la mano y los gritos y susurros de sus eficaces asesores en el oído, sin darse cuenta de que un mes en el mundo político actual es toda una vida y da para cualquier cosa, incluso para que cambie de rumbo el voto en una consulta a las bases suicida y sin precedentes. Se equivocó también cuando lo de Bono con Zapatero, pero no tenía tanta responsabilidad ni era un referente en el PSOE nacional y todos juntos encajaron el revés, encararon con fuerza en la región la posdepresión bonista, obtuvieron los mejores resultados de su historia en las autonómicas y afianzaron su presencia en el PSOE nacional. Es lo que tenían la derrotas en aquellos tiempos, que sabían cómo convertirlas en oportunidad. Entonces no mandaba la militancia, pero ganaban elecciones.
Ahora la depresión de caballo es la de Page, que se ha aislado en su fortaleza de Fuensalida y reflexiona sobre cómo salir del embrollo en el que se ha metido. A todos los niveles y en todos los frentes. Dicen los “pedristas” que nadie pone en duda el liderazgo de Page en la región (y así será mientras sea presidente), que los que sí están cuestionados son algunos de sus colaboradores y dirigentes del PSOE regional, personas con muchos años a las espaldas en cargos de responsabilidad que seguramente deberán dar un paso atrás en el congreso que viene para que se pueda compatibilizar el liderazgo del presidente de la región con el “pedrismo” emergente. Algunas cabezas tendrán que rodar antes de agosto.
Aun siendo gordos los problemas de Page en el partido lo son más los que tiene en Castilla-La Mancha. Y los que le preocupan de verdad, porque de ello depende el futuro de la región y el suyo propio como jefe del Gobierno en el que Josele Cabellero le ha garantizado otros dos años. Los problemas domésticos del PSOE han paralizado la gestión de la Junta. Dos años perdidos, sobre todo este último. Es el triste balance que hace incluso alguna de las personas del entorno más próximo al presidente. Estamos en el meridiano de la legislatura y todavía no han empezado a gobernar, y no se lo están poniendo fácil para que lo hagan en un año decisivo en el que por no tener ni siquiera tienen presupuesto. La salida de esta situación requiere para Page volver a negociar con el mismo “sujeto” de Podemos que le ha traicionado y ridiculizado con sus palabras y sus actos de forma reiterada. Difícil papeleta la de hablar de nuevo con quien lleva más de un año sin hablar. Empezaron como compañeros de viaje y terminó viniendo el Tramabús con Bono a cuestas. Y difícil va a ser también hablar con Cospedal, que no está dispuesta a negociar en los términos que ella misma propuso cuando después de la ruptura del pacto de investidura PSOE-Podemos creía que a Page le interesaba ponerse de acuerdo con ella más que con los de Pablo Iglesias. Ahora tendrían que partir de cero y el PP pondría sobre la mesa un mayor número de exigencias, sin importarle que el PSOE convoque o no elecciones anticipadas en Castilla-La Mancha, cosa que están seguros que no harán.
Page en su laberinto. Hasta ahora, parafraseando al filósofo, lo que no le ha matado le ha hecho más fuerte. Estaremos atentos.