El Congreso votará sobre el drama del amianto: "Mi padre falleció en menos de dos meses"
El Congreso de los Diputados votará el próximo martes 13 de abril a favor o en contra de la creación de un fondo de compensación para las víctimas del amianto, una vieja reclamación de Comisiones Obreras (CCOO) que ya solicitó de manera formal a los grupos parlamentarios en 2011.
En un comunicado, el sindicato ha recordado su lucha por visibilizar a los fallecidos o enfermos por culpa del amianto, un agente cancerígeno que se prohibió hace ya más de una década en España, pero que sigue estando presente en el trabajo de los que se ocupan de la reparación, retirada de materiales contaminados, transporte a vertederos, tratamiento de residuos, mantenimiento de canalizaciones de agua y rehabilitación y mantenimiento de edificios, entre otros.
Sin ir más lejos, en el barrio toledano de Santa María de Benquerencia, popularmente conocido como 'El Polígono', se acumulan a pocas decenas de metros de las viviendas toneladas de residuos contaminados por el amianto, haciendo que los vecinos hayan constituido una plataforma por la retirada total y segura de los mismos, aunque las administraciones, que niegan que suponga un riesgo para la salud humana, ya han comenzado el proceso de sellado.
“Las empresas hacen todo lo posible para eludir su responsabilidad y como la enfermedad tarda tantos años en manifestarse muchas veces las firmas responsables han desaparecido o están en quiebra, de ahí la importancia de la creación de ese fondo que actuaría cuando la empresa no existe”, ha explicado el abogado de CCOO Francisco Javier González.
Pero los nombres de trabajadores fallecidos por exposición al amianto esconden una historia detrás, como la de José Antonio García, empleado de la fábrica de Uralita -una de las marcas que fabricó placas de fibrocemento con amianto- en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Falleció con 62 años en 2016 por un mesotelioma pleural causado por el amianto y encargó a su hija Verónica que continuara la lucha que él había empezado, ha señalado CCOO.
"En enero de 2016 mi padre se encontraba mal. Parecía un resfriado o una gripe, pero a los tres días lo llevé al hospital. Tenía un mesotelioma pleural causado por el amianto. Nos dieron una esperanza de vida de dos meses y, a falta de una semana para cumplirse el plazo, mi padre falleció. Fue un visto y no visto", ha relatado Verónica, que añade: "El dolor de perderlo es inmenso, pero es que además has de estar pensando que mi padre venía a casa con su ropa del trabajo, mi madre lavaba esa ropa, mi hermana y yo abrazábamos a mi padre y teníamos ese contacto con lo que él traía del trabajo, lo que traía a casa, con lo cual te preguntas: ¿Mi madre desarrollará la enfermedad? ¿La desarrollaré yo? ¿Nos tocará también a nosotras? Y después de toda esta lucha te ves sola, te ves que estás luchando contra gigantes. Y no hay nadie que esté ahí para decirte que esto es así, que es la verdad y se va a hacer justicia".
"Comíamos encima de los sacos de amianto"
Cuando José María Martín escucha a Verónica se estremece: él era íntimo amigo de su padre. Ambos fueron delegados de CCOO en el Comité de Empresa de Uralita en Alcázar de San Juan. Recuerda perfectamente la fecha en que ambos entraron en la fábrica en 1976, con muy pocos días de diferencia: "Yo me vine de Madrid porque era la oportunidad de trabajar en mi pueblo. Todos teníamos la sensación de que nos había tocado la lotería por poder trabajar en Uralita. Teníamos 24 años y lo único que queríamos era trabajar. Nunca nos dijeron nada de la peligrosidad del amianto. En los inicios, comíamos el bocadillo encima de los sacos de amianto. Uralita amasó una fortuna y nosotros perdimos la salud y algunos la vida".
José Antonio recuerda que el día que fue a ver a José Antonio al hospital le dijo: "Nada, que me ha tocado". "Él sabía lo que le pasaba porque habíamos estado trabajando desde el sindicato para visibilizar la exposición al amianto y me pidió que luchara por los derechos de su familia", recuerda.
Otro de los afectados Carmelo García, también extrabajador de Uralita , ya está enfermo y está luchando por que se le reconozcan sus derechos y, aunque acaba de conseguir el reconocimiento de “enfermedad profesional”, eso aún no se ha traducido en un incremento de su pensión.
A Carmelo le diagnosticaron placas pleurales por exposición al amianto, explica el abogado para quien de su caso hay algo que clama al cielo puesto que “no fue temprano o fue confuso al principio” y su médico de cabecera era también el médico de la fábrica de Uralita.
Por su parte, la secretaria de Salud Laboral de CCOO de Castilla-La Mancha, Raquel Payo, subraya también la importancia de la vigilancia de la salud y considera que debería ser una apuesta clara de la administración regional, el desarrollo de una campaña de vigilancia de la salud a personas que han estado expuesta y también a los familiares, mujeres y descendencia, que estuvieron en contacto con las ropas de trabajo donde portaban las fibras de amianto.