Marta Guerrero tiene 25 años y trabaja en UGT Castilla-La Mancha. Recientemente ha sido designada portavoz regional de RUGE, la asociación parida por el sindicato para defender los derechos de los jóvenes frente a lo que consideran "un mercado laboral humillante". Antes de llegar hasta allí, esta periodista de La Mancha conquense trabajó en medios de comunicación digitales, como responsable de comunicación de instituciones y en sectores que nada tenían que ver con lo que había estudiado. Dice que desde el principio tuvo que convivir "con unas condiciones muy malas" y que, como le ocurre en muchas ocasiones a los trabajadores de su generación, se le negó el cobro de horas extras y no se respetó su derecho a la desconexión, por ejemplo. Ahora se ha convertido en uno de los rostros del nuevo sindicalismo castellano-manchego y explica su forma de entender la lucha contra la precariedad.
¿Qué hace una joven como usted en un sitio como éste?
Siempre he sido muy reivindicativa, en mi familia siempre han estado muy vinculados al sindicato y por un cúmulo de circunstancias terminé incorporándome a UGT. Aquí he llegado para luchar contra la vulneración de los derechos laborales de la gente de mi generación y de las que vienen por detrás, porque la realidad es que nos faltan oportunidades, se nos criminaliza y se nos discrimina. Desde RUGE queremos proteger a los jóvenes, luchar por ellos y darles un espacio democrático y abierto en el que participen, nos cuenten sus problemas y sus vivencias. En definitiva, queremos compartir y hacer comunidad.
¿Lo que hacen los sindicalistas tiene algo que ver con lo que la gente piensa que hacen los sindicalistas? Se lo digo porque los sindicatos no son precisamente la última moda ni gozan de una imagen demasiado atractiva...
Los sindicatos tienen una imagen que no concuerda con la realidad que se vive dentro de ellos. Cuando se conoce su trabajo y lo que hacen por la sociedad te cambia totalmente la perspectiva sobre ellos, porque luchan constantemente por la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores. Habría que analizar a quién le interesa que los sindicatos tengan tan mala imagen, que yo creo que es provocada. Gracias a los sindicatos tenemos convenios que defienden nuestros derechos laborales, nuestros sueldos y un salario mínimo que nos dé por lo menos para hacer la compra y poder vivir. Si no fuera por la lucha de los sindicatos, que luego se traduce en la firma de convenios, muchos trabajadores no podrían vivir dignamente con lo que ganan.
¿Cuáles son los principales motivos que tienen los jóvenes castellano-manchegos para rugir?
Los jóvenes nos enfrentamos a muchos problemas, pero en Castilla-La Mancha el mayor es de la falta de oportunidades a la hora de incorporarnos al mercado laboral. Si los jóvenes castellano-manchegos tenemos que seguir marchándonos fuera para buscarnos la vida y para poder dedicarnos a lo que hemos estudiado, el problema del envejecimiento poblacional y de la despoblación que sufre la Región se va a seguir agravando. Nosotros queremos quedarnos aquí, en casa, para ir cogiendo el testigo de los trabajadores que se van jubilando. Nada nos gusta más que poder desarrollar nuestro proyecto de vida en nuestros pueblos y en nuestras ciudades pero nadie nos da facilidades para poder quedarnos. Y somos los jóvenes quienes podemos levantar la economía de Castilla-La Mancha.
¿Qué proponen a los políticos para que mejoren las expectativas de la juventud castellano-manchega?
Seguir apoyando los planes de garantía juvenil, que fomenten el empleo entre la juventud, facilitar nuestra entrada en el mercado laboral, acabar con la reforma laboral o incentivar la economía circular, un sector en el que Castilla-La Mancha es pionera. Hay que aprovechar eso y generar una economía más sostenible, generando unos modelos de producción y consumo que respeten el medioambiente y los ecosistemas. Hay muchas cosas que hacer.
¿No tiene la sensación de que las redes sociales y el hedonismo tienen un poco anestesiadas a las nuevas generaciones? Quizá se haya perdido la conciencia de clase...
Creo que no se ha perdido la conciencia de clase. Solo hace falta entrar en Twitter para que te explote en la cara. Lo inteligente es trabajar como las hormigas, todos juntos por un bien común. Solo así vamos a conseguir algo en lucha por mejorar nuestras condiciones laborales. Nos necesitamos los unos a los otros.
Hay quienes creen que simplemente han cambiado las prioridades, que lo que antes se dedicaba a ahorrar para la entrada de la casa ahora se gasta en llenar el armario de ropa, tener un móvil de alta gama o viajar varias veces al año... ¿Los veinteañeros y treintañeros de hoy viven peor realmente que sus padres con su edad?
Mis padres, con 25 años, perfectamente se podrían haber comprado una casa. Nosotros no nos lo podemos ni plantear. Ahora, aunque los jóvenes seamos la generación mejor preparada, estamos sufriendo unas condiciones humillantes y el mercado laboral nos excluye. Ahora llegas a una entrevista de trabajo y te dicen que estás sobrecualificado. ¿Pero cómo que estoy sobrecualificado? O buscan directamente trabajadores con experiencia, algo que es imposible si nunca se le da a los jóvenes la oportunidad de adquirirla.
Y, pese a todo, en España no ha habido una huelga general desde el año 2012, hace casi una década. A ver si no estamos tan mal...
Los jóvenes protestamos y cuando algo no nos gusta salimos a la calle, pero el diálogo social también es muy importante. Esa herramienta también hay que aprovecharla y utilizarla, aunque no hay miedo a salir a la calle.
El suicidio ya es la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles, por encima de los accidentes de tráfico. ¿Qué papel juega precariedad en este drama?
El suicidio es el más grave de los problemas de este tipo, pero la precariedad lleva al insomnio, a la ansiedad, al estrés y a la depresión. Muchos jóvenes de Castilla-La Mancha han tenido que coger una baja o directamente dejar su empleo por este tipo de situaciones. Cuando te obligan a que hagas durante meses una jornada laboral de 16 horas, y conozco casos, no hay cuerpo que lo aguante. A los jóvenes se nos presiona mucho más por el hecho de serlo, y se nos exige que todo sea inmediato, para ya. Luego está el problema de la desconexión, no permitirte olvidarte del teléfono. Estar todo el día enganchado al móvil de empresa, dándole vueltas al trabajo, quieras o no perjudica tu salud mental.