El sorprendente lío de la ministra de Transición Ecológica con el ATC de Villar de Cañas
La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, habla este lunes en una entrevista que publica El País de los trasvases y del Almacén de Residuos nucleares de Villar de Cañas. Precisamente el asunto de los trasvases es el que da título a la entrevista al sostener que "algo extraordinario, como los trasvases, no se puede convertir en ordinario", pero no concreta nada más ya que se pierde en explicaciones farragosas de difícil interpretación.
Pero donde más críptica y oscura se muestra es cuando le preguntan qué hará el Gobierno con el almacén para residuos nucleares de Villar de Cañas, contra el que ha luchado de forma denodada el gobierno del PSOE de Garcia-Page durante toda la legislatura. La ministra, sin tener nada claro el asunto, no parece dispuesta a dar marcha atrás al proyecto de inmediato a tenor de su respuesta sobre el ATC conquense: "Forma parte de la misma discusión [que la energía nuclear]. No existe un plan. El nivel de falta de anticipación del anterior Gobierno es tal que no sabemos cuánto cuesta mantener o cerrar las centrales y, por lo tanto, no sabemos cuánto es el volumen de residuos que tenemos que gestionar, ni tampoco las dimensiones que tendría que tener un Almacén Temporal Centralizado. Es un asunto lo suficientemente serio para esperar a tener una primera foto de conjunto en la que encajen las piezas".
Trasvase Tajo-Segura
Es una respuesta de la ministra tan enrevesada como la que hace sobre la fecha de caducidad al trasvase del Tajo al Segura: "Las aportaciones extraordinarias deben ser eso. Durante muchos años hemos tenido delante el mito del déficit hídrico, cuando en realidad no hay cuencas deficitarias ni excedentarias, porque cada cuenca tiene lo propio de cada una. Puede ser que en algún momento se necesite un apoyo extraordinario, pero hay que dimensionar las cosas y que no pase a ser la regla: lo extraordinario no se puede convertir en ordinario, que todos los meses o todos los años tengamos que hacerlo. Eso plantea problemas muy serios en cuanto al caudal ecológico, de calidad del recurso. Claro que tenemos que garantizar un acceso a agua potable para consumo humano en las regiones más secas, y pensar en cuáles son las necesidades para otros usos industriales y económicos. Pero, en ese caso, las soluciones tienen que ser distintas, más eficientes y hay que partir de una premisa fundamental: no podemos pensar en una política de agua basada en aquello que se demande se tiene que ofertar. (...) No tiene sentido pensar en que vamos a impulsar macrodesarrollos urbanísticos o grandes explotaciones de regadío porque, aunque no haya agua, ya nos la darán".
Que cada cual saque, si es posible, sus propias conclusiones