El pueblo abandonado de Guadalajara que llevan cuatro décadas reconstruyendo a mano

En España, cerca de 3.000 municipios están abandonados y La Vereda (Guadalajara) es uno de ellos. Este diminuto pueblo, en el que hoy en día tan solo residen tres personas, quedó totalmente deshabitado con el éxodo rural y permaneció así durante muchos años, pero la situación cambió gracias a un grupo de voluntarios que se unieron con un único fin: reconstruirlo para evitar que desapareciese.

Fue a partir de los años 50 cuando la falta de servicios y las duras condiciones de vida en el pueblo provocaron que sus pocos vecinos comenzaran a marcharse. Dos décadas después, en 1972, el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) procedió a la expropiación forzosa de todo el territorio para derribarlo y convertirlo en una zona forestal. Toda la gente que allí quedaba tuvo que emigrar. 

Sin embargo, cuatro años más tarde llegó al lugar un grupo de jóvenes de Guadalajara y Madrid que, apasionado por la arquitectura negra tradicional y viendo que el municipio corría el riesgo de desaparecer -las pocas edificaciones que quedaban en pie estaban en estado ruinoso-, decidió ponerse en contacto con ICONA.

Así, en abril de 1977, tras convencer a este organismo de que la zona merecía ser recuperada y restaurada, nació la Asociación Cultural La Vereda, que obtuvo la concesión del pueblo para la revitalización de sus edificios manteniendo su singularidad y su entorno natural. El contrato tuvo una vigencia de diez años y posteriormente se ha ido renovando. 

Con técnicas tradicionales y sin maquinaria

Para llevar a cabo los trabajos de reconstrucción, los voluntarios de la organización emplean los materiales que encuentran a su alrededor (pizzarra, adobe o madera) y utilizan técnicas tradicionales. Nada de maquinaria. Según cuentan, los primeros socios procedieron a desescombrar y limpiar los edificios. Se habitaba en uno y se iba avanzando poco a poco en los restantes. 

Actualmente no solo se rehabilitan las casas, sino también las calles, los muros, las huertas o los aperos. Y a ello se suma el trabajo de recuperación de las tradiciones del pueblo. Hay talleres de cerámica, de carpintería, de cocina... Y cada año se celebran las fiestas de la localidad en un fin de semana próximo al 29 de junio con concursos, pasacalles y cenas comunitarias. 

Asociación Cultural La Vereda

La asociación se rige por unos estatutos y las decisiones se toman en asambleas trimestrales de socios. Hay 35, tantos como viviendas disponibles. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha no permite que haya más socios que viviendas ni tampoco nuevas construcciones. Solamente se pueden mejorar las existentes y una vez que están listas son empleadas para disfrute de los socios o para uso común, transformadas en sedes sociales o museos.

Gracias a este grupo de personas, La Vereda ha logrado conservar el atractivo de antaño con el añadido de estar bien cuidado. Allí no llegan los cables de la luz ni el agua corriente por los conductos tradicionales, pero sus escasos habitantes tienen cerca un manantial y cuentan también con alguna placa solar. 

Requisitos para ser socio

Para ser socio de esta organización, el único requisito es que haya edificios libres, por lo que hay una lista de espera habilitada. Una vez dentro, los miembros pueden acudir al pueblo los días de la semana que consideren oportunos, dependiendo de sus trabajos y actividades.

A la hora de comenzar con la reconstrucción, cada uno de ellos debe llevar sus propias herramientas (palas, picos, cubos, sierras, guantes, etc), aunque la asociación proporciona algunos materiales básicos. Cada aspirante está supervisado por una Comisión de Obras encargada de explicarle los trabajos que debe realizar.

Asociación Cultural La Vereda

Pueblos negros de Guadalajara 

La Vereda es uno de los pueblos negros del país, pero hay muchos más. Todos ellos tienen como denominador común su arquitectura, en la que predominan los colores oscuros, y están caracterizados por el uso de la pizarra en sus construcciones, tanto en tejados como en fachadas. Se trata de un grupo de pequeños y austeros municipios que a lo largo de los tiempos han conservado su peculiar y rústica fisonomía.

La sierra noroccidental de Guadalajara, entre las vertientes meridionales de Somosierra y la Sierra de Ayllón, atesora uno de los conjuntos más impresionantes de esta popular arquitectura. De hecho, existe una ruta que pasa por las localidades de Cogolludo, Campisábalos, Cantalojas, Valverde de los Arroyos, Campillejo, Campillo de Ranas, Majaelrayo y Tamajón, entre otras.