Toledo acogerá la plantación de un bosque comestible que podría prevenir pandemias
La Asociación Ecoterránea ha propuesto desde Ugena, un pueblo toledano fronterizo con la capital, la plantación de un bosque comestible que busca transformar un erial de 1.7 hectáreas en un bosque de alimentos que podría prevenir pandemias como la del COVID-19.
3.000 millones de árboles. Esa es la nueva estrategia de biodiversidad para 2030 que ha propuesto la Unión Europea para reforestar el continente y poder llegar a cultivar, al menos, el 25 % de las tierras agrícolas de forma ecológica.
Según un estudio del año 2019 publicado en SCIENCE, se afirma que una reforestación masiva del planeta (un 11 % de la superficie terrestre) podría lograr reducir en pocos años hasta un 75 % los niveles de CO2 causados por la actividad humana en las últimas décadas, mitigando los efectos del cambio climático. En estos meses de pandemia es cuando los científicos han vuelto a alzar la voz para volver a poner sobre la mesa la relevancia de los bosques en la supervivencia y para prevenir la zoonosis.
Gerardo Suzán Azpiri, investigador del Laboratorio de Ecología de la UNAM y presidente de la Wildlife Disease Association (WDA) para Latinoamérica entre 2017 y 2019, ha afirmado que “estamos viendo que la dinámica de muchos patógenos están cada vez más relacionados con los cambios drásticos que estamos haciendo en el medio ambiente. Cuando los ecosistemas permanecen sin alterarse y coexiste un equilibrio entre la fauna y la flora, los patógenos están diluidos y no tienen condiciones para generar brotes de enfermedades. Pero cuando se deforesta, hay especies que, junto con sus patógenos, comienzan a dominar el entorno creando una zona de alto riesgo para el brote de una enfermedad”.
Para aportar su granito de arena en el proyecto europeo, la Asociación Ecoterránea ha propuesto desde Ugena la plantación de un bosque comestible a través de una iniciativa de crowdfunding que finaliza el próximo 25 de julio. Con la propuesta “Cómete el bosque”, buscan transformar un erial de 1.7 hectáreas en un bosque de alimentos gracias a la plantación de más de 2000 plantas de 100 especies. En el proyecto también se incluyen zonas de pasto, estanques y un ecosistema que servirá de alojamiento de insectos, aves y pequeños mamíferos.
Una vez en marcha, el bosque aspirará a tener dos usos: ser espacio para talleres, actividades de naturaleza o talleres y un segundo que sirva, tal como plantean desde la UE, de lugar de referencia donde obtener alimentos de forma sostenible y respetuosa. David de Hevia Martín, biólogo ambiental y uno de los impulsores de este proyecto ha afirmado que “con este sistema, además de alimentos sanos se consigue reforestar tierras totalmente degradas, se aumenta la biodiversidad y se capturan toneladas de CO2 en la vegetación y en los suelos”.