La incertidumbre y la preocupación generada por la pandemia del COVID-19 en los últimos meses ha traído consigo la reapertura de los conventos a la realización de ejercicios de convivencia, de los llamados retiros "espirituales" entre el silencio de los grandes muros de monasterios como el de Buenafuente del Sistal, en Guadalajara, donde en los últimos meses el cupo de personas interesadas en recurrir a estos lugares de recogimiento ha crecido notablemente.
En una entrevista con a Europa Press, el vicario episcopal para la Vida Consagrada en la diócesis Sigüenza-Guadalajara, Ángel Moreno, ha reconocido que se ha incrementado la afluencia tanto de personas a nivel individual como de familias enteras a centros de retiro para conocerse mejor y, algunos, "acosados por su propio corazón".
Y es que el COVID-19 ha hecho que muchas personas se hayan replanteado su vida y si la misma tenía sentido. De ahí que, tras terminar el confinamiento, espacios como el monasterio de Valfermoso de las Monjas, el de Buenafuente del Sistal, el Centro de San Francisco de Asis de Trillo o el centro de meditación oriental de Brihuega, estén siendo el refugio de muchos ciudadanos que buscan en el silencio y la meditación el conocimiento de sí mismos.
A estos centros puede acudir cualquiera. No es obligatorio participar activamente en los actos litúrgicos de las monjas, donde los haya, aunque tampoco se permite una liturgia paralela.
Sin embargo, en todos los centros se podrá encontrar esa sintonía necesaria y el apoyo "sincero y profundo" que se precise para afrontar situaciones personales de todo tipo o para madurar en la fe, ha señalado Moreno.
Valorar las cosas
En Buenafuente del Sistal acaba de concluir un encuentro en el que han participado sacerdotes de todo el territorio español y algunos de ellos serán los que después traten de ayudar a muchas de esas personas a las que la pandemia ha marcado de forma clara, y que necesitan "recogerse" para reconocerse y ver si lo que realmente es importante hoy coincide con lo que fue ayer.
"Las personas que vienen lo hacen con un deseo sincero de participar. Cada una es diferente y se atiende en función de su propia necesidad", ha apostillado el vicario para la Vida Consagrada a Europa Press, tras aclarar que, no obstante, este tipo de convivencias y ejercicios espirituales no se ofrecen en todos los conventos sino solo en algunos.
También ha querido dejar claro que, si bien supone un recurso económico más a la subsistencia de algunos conventos, en muchos, como es el caso de Buenafuente del Sistal, la cuota es voluntaria.
Más demanda
Aunque la pandemia ha confinado a las personas y el miedo se ha apoderado durante mucho tiempo de estos encuentros comunitarios, desde Semana Santa se han empezado a reabrir las casas de espiritualidad, se está retornando a los días de retiro, de silencio y de oración, y hay mucha gente que llega con "deseos muy sinceros de encontrarse con ellos mismos", ha precisado Moreno tras insistir en que, además, cada una recibe la atención que precisa en función de sus necesidades.
Así, si bien las hay que acuden para renovar, madurar o compartir su fe, también hay muchas otras personas que llegan solo para ser escuchadas.
No obstante, también han detectado que la religiosidad y la confesionalidad "se están deprimiendo" hoy en día y que rige "una especie de atonía" frente muchas situaciones de personas que han llegado al límite y que buscan un reencuentro con ellas mismas, un reencuentro en estos lugares para reconciliarse de nuevo con el mundo.
"Llega gente en una situación muy crítica por motivos laborales o afectivos que buscan una mayor interioridad creyente, aunque abundan los que se acercan porque quieren compartir la fe", ha precisado Moreno tras subrayar que, en todo caso, las personas que imparten estos cursos u ofrecen apoyo o su escucha, están acreditadas para ello.
No son casas rurales
Pese a asegurar que los meses de julio y agosto han tenido una alta participación y las previsiones para septiembre también son buenas, Moreno tiene claro que se trata de lugares para el recogimiento y el silencio. "No queremos que se reconviertan en una especie de casas rurales sino que haya una intención concorde con el lugar", ha afirmado.
En el caso de Buenafuente, desde hace siglos viene siendo un lugar austero y aislado, en el que rige un régimen comunitario, ideal para el recogimiento y el silencio, situado en plena naturaleza.
Ahora solo quedan en él cinco monjas, pero cada fin de semana acuden al convento ciudadanos de todos los puntos de la geografía española. "Muchos vienen de algún fuego interno, familiar o social del que quieren salir", ha añadido el vicario.
Para Moreno, el mantenimiento de lugares como estos supone también un apoyo más a su subsistencia, además de constituir una forma de ayuda a aquellas personas que lo están pasando mal y a quienes la pandemia ha dejado fuera de juego.