Javier López confiesa su dura experiencia periodística en su nuevo libro: "Lo mío fue brutal"
El periodista acaba de publicar “El vendedor de camisas”, una reflexión sobre la crisis del periodismo a partir de una peripecia personal en la que tuvo que compatibilizar el periodismo con su empleo de vendedor en un centro comercial.
10 marzo, 2024 11:20El nuevo libro de Javier López acaba de salir de la imprenta y promete buenos ratos de lectura y compromiso profesional. Compromiso con el periodismo pese a todo en unas páginas a caballo entre la autobiografía y el ensayo. Una obra, titulada "El vendedor de camisas", que es el relato en primera persona de una dura experiencia a partir de un oficio eternamente en crisis, o casi, que suele dar algunas grandes alegrías pero también a veces golpea con fuerza. Javier-López, que así es como le gusta firmar, con guión por el medio, explica en esta entrevista las razones de su nueva publicación y esa necesidad de explicarse: un "testimonio brutal" sobre la crisis del periodismo.
¿Cómo fue aquella situación?
Llegó un momento, a finales de 2017, en que la situación para mí era insostenible desde un punto de vista económico. Así comencé a ser vendedor de camisas en una gran superficie, gracias a un amigo al que estaré siempre agradecido. Al tiempo, mantuve mi empeño en que no caducara mi tarjeta de presentación como periodista con colaboraciones en tertulias, presentando eventos, escribiendo mis columnas. El libro comienza con aquella anécdota de un señor al que le vendí una camisa un día después de verme en TVE en un debate sobre Donald Trump. El pobre no salía de su asombro.
Supongo que todo esto no se te podía pasar por la cabeza cuando eras presentador de informativos en TVE
Fue una quiebra total, un choque brutal verte de dependiente de comercio cuando todo te hacía pensar, y tu propia trayectoria, que en ese momento de tu vida, ya pasados los cuarenta años, tendrías que estar en la cresta de la ola presentando telediarios, que en un principio parecía que era a lo que yo estaba llamado. Te puedes imaginar la sensación de desconcierto y frustración, la encrucijada que se te presenta.
Y a vender camisas...
Aprendí el bendito oficio de vender camisas y no se me daba mal, conviví con unos compañeros que me ayudaron como casi nunca los había tenido en mi otro mundo, descubrí un cúmulo de sensaciones entrañables asociadas a lo que es una planta en un centro comercial, un microcosmos lleno de sabiduría, de buena gente y en general de trabajadores ejemplares. Sí, no se me daba mal, te podría decir que talla usas mirándote un poco con atención, y si tu cuello va con tu talla de tronco, que es algo que no siempre ocurre y es un problema a la hora de ponerse corbata. Eso me lo llevo puesto para siempre, ya soy camisero.
El libro está lleno de anécdotas cómo cuando le tuviste que tomar las mangas a Enrique Peris para hacerle un arreglo en una camisa o las incursiones por allí de Pedro Piqueras
Lo de Enrique Peris me resultó muy curioso porque era una de las personas a las que yo solía dar paso con sus informaciones desde Londres en mi época de TVE, y lo de Pedro Piqueras ocurrió varias veces porque iba bastante por allí. La verdad es que con él comencé a tener trato años antes, quedábamos de vez en cuando, le llamaba por teléfono, desde que le saludé en un evento, conduciendo yo los informativos de una cadena de Vocento, y me dijo “a veces te veo y me digo: a ese chico habría que ficharle”. Claro, encontrarme con él allí, de vendedor de camisas, no dejaba de ser bastante chocante. Lo cuento en el libro, con otras anécdotas con personajes de la comunicación y la política que todos conocemos, aunque igual me he quedado algo corto y me he guardado, por pudor, cosas también interesantes.
También dedicas parte del texto a la reina Letizia y a Ana Iris Simón. ¿Por qué?
A la reina porque fuimos compañeros en la televisión, y puedo establecer un paralelismo interesante sobre nuestra evolución posterior. A Ana Iris Simón, a la que no conozco, le dedico una carta, que es una parte de la obra, estableciendo un paralelismo, con similitudes y diferencias, entre lo que supone no tener expectativas a los treinta años, como ella ha denunciado muy bien, y lo que supone quebrar y tenerse que reinventar a mitad de camino, en el entorno de los cuarenta y tantos o cincuenta años, que es una realidad creciente de muchas personas. Quiero que este testimonio sea también válido para mi generación, gentes que hemos tenido que vivir en dos mundos distintos.
¿Por qué dices que el periodismo es un oficio en peligro de muerte?
Sí, nos arrastramos más que andamos. Muy dependientes del poder político,- en el libro cuento algunas de mis andanzas en despachos como el de Soraya Sáenz de Santamaría-, y del poder económico, con una embarcación que se está quedando inservible ante la avalancha de influencer. Somos, además, víctimas de la polarización asquerosa que tacha de “equidistante” al que pretende aportar un punto de vista propio, y somos víctimas de una sociedad que no nos estima con unas estrellas de la comunicación que, con algunas honrosas excepciones, ejercen una obscena indiferencia hacia la suerte de muchos de sus compañeros de profesión.
Hay, sin embargo, tablas de salvación como la radio o, en tu caso, Castilla-La Mancha Media
La radio era mi vocación inicial y con ella me he reencontrado gracias a CMMedia, donde comencé con mi programa Llena De Vida: La España Vaciada, una idea que se me ocurrió entre camisa y camisa, y donde sigo colaborando. CMMedia me ha servido de barco en el que he seguido flotando estos años como periodista, y estoy muy agradecido, al igual que con el grupo Promecal con el que llevo colaborando muchos años. Nada que ver esta etapa en la radio pública con aquella otra en la televisión con Nacho Villa, uno de los personajes más extraños que he conocido, que tuvo la falta de escrúpulos de retirarme de la conducción de un debate matinal cuando el programa ya estaba rodado, y no es fácil rodar un formato de ese tipo, y en un nivel muy aceptable de audiencia que, por cierto, luego tendió a la baja.
Ahora la España despoblada es importante en tu tarjeta de presentación, ¿no?
Es a lo que dedico la mayor parte del tiempo cuando no estoy en la empresa en la que sigo trabajando y en la que fui vendedor de camisas hace unos años. Muy típico de los periodistas en época de encrucijada buscarnos alguna temática que nos resulte sugerente a la que engancharnos, y yo lo encontré en el problema de la despoblación que es lo que traigo a la radio de Castilla-La Mancha y lo que despliego en forma de programa en la plataforma multicanal ClickRadioTv.
Y con un "Dos Caballos" como emblema, que ahora también aparece en la portada de libro
Ese cochecillo está ligado a la historia de mi familia, de la que también hablo en el libro. Lo que en principio era para nosotros un cochecito de paseo para andar por el pueblo en vacaciones, se convirtió en un momento dado en un vehículo imprescindible. Todo eso lo cuento. Últimamente es el reclamo del proyecto Llena De Vida por ser un coche alegre y rural, y ya un poco vintage.