El frío no es excusa para dejar de viajar en invierno a Castilla-La Mancha. Con buena ropa de abrigo, quizá este sea el mejor momento del año para recorrer Castilla-La Mancha, una región alejada de las grandes aglomeraciones de gente pero repleta, eso sí, de patrimonio cultural y monumental, testigo de las distintas civilizaciones que habitaron esta región del interior de España.
El esplendor de la antigua Roma pervive todavía en tierras castellano-manchegas. Testigos del imponente poder territorial del Imperio Romano y con numerosos y bien conservados restos son el parque arqueológico de Segóbriga, con sus impresionantes teatro y anfiteatro; la ciudad romana de Noheda, que alberga los mosaicos figurativos más espectaculares de todo el Imperio; el parque de Carranque, donde en su villa se puede admirar una de las más importantes colecciones de mosaicos del país, o Valeria, Ercávica y las minas de “lapis specularis” –hoy visitables como “La Condenada”- de la provincia de Cuenca que nutrían de este material a todo el imperio para cubrir los vanos de las ventanas.
El Parque Arqueológico de Tolmo de Minateda (Hellín) es el conjunto arqueológico más importante de Albacete -con diferentes estratos arqueológicos-, provincia en la que también encontramos la monumental ciudad iberorromana de Libisosa, en la localidad de Lezuza, recientemente declarada parque arqueológico, el sexto de Castilla-La Mancha.
Pero en Castilla-La Mancha puedes descubrir también otras culturas ancestrales. Una visita al Parque Arqueológico de Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara) te transportará a la época de los visigodos, mientras que para sumergirte en la íbera tendrás que viajar a Cerro de las Cabezas (Valdepeñas, Ciudad Real), una de las pocas ciudades íberas íntegramente conservadas.
Un imprescindible es también la Motilla del Azuer, en Daimiel, una excepcional construcción que data de la Edad de Bronce y que es hasta la fecha el pozo de agua más antiguo de la Península Ibérica.
En el Parque Arqueológico de Alarcos (Ciudad Real) podrás aprender cómo fue la batalla medieval con la última gran derrota cristiana antes de Navas de Tolosa, y que pone a disposición del viajero un interesante recurso interpretativo de realidad aumentada.
Patrimonio de la Humanidad
En el año 1085 y tras 374 años de dominio musulmán, los cristianos tomaron Toledo tras un largo asedio. “Emperatriz de Europa, Segunda Roma y Corazón de España” en palabras de Tirso de Molina. Ciudad de las Tres Culturas porque en ella cohabitaron cristianos, judíos y musulmanes en tiempos de paz y prosperidad y Ciudad Imperial de Carlos I. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (1986), esta capital es parada obligatoria.
También lo es Cuenca, la segunda ciudad declarada Patrimonio de Castilla-La Mancha (1996), en la que el casco antiguo es ejemplo de ciudad medieval fortificada que ha conservado su paisaje urbano original. Ambas ciudades, además, te conquistarán si eres amante del arte moderno, ya que son sede de la colección Roberto Polo (CORPO), que exhiben obras de las vanguardias europeas de principios del siglo XX nunca expuestas hasta ahora.
El recorrido por lugares Patrimonio de la Humanidad te llevará también a Almadén. Su mina, que se formó hace millones de años, es hoy un Parque Minero visitable en el que se puede descender a las entrañas de la tierra, hasta 50 metros de profundidad. Podrás visitar también el Hospital de San Rafael y la Cárcel de Forzados para conocer el esforzado y duro trabajo de la minería.
El Arte Rupestre del Arco Mediterráneo, también declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está abierto a la visita turística para que descubras cómo el hombre prehistórico hace miles de años ya sentía sensibilidad por la belleza y la plasmación artística… en Hellín, Nerpio, Ayna, Fuencaliente, Alpera o Riba de Saelices.
En Talavera de la Reina, además de su Domus romana y las imponentes murallas medievales, es imprescindible que conozcas y adquieras como recuerdo de tu viaje su cerámica, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, declaración que comparte con la de Puente del Arzobispo.
Impresionantes castillos
¡Tantos son los castillos que se reparten por las cinco provincias de Castilla-La Mancha! Muchos de ellos se encuentran en un magnífico estado de conservación y habilitados para la visita. Es el caso del Castillo de Belmonte (Cuenca), construido por el Marqués de Villena en 1465 y reconstruido en el siglo XIX por Eugenia de Montijo, esposa del emperador Napoleón III. Está restaurado por completo y acoge recreaciones históricas y combates medievales.
Si lo que te apetece es hacer noche, los Castillos de Oropesa (Toledo), Sigüenza (Guadalajara) y Alarcón (Cuenca) albergan actualmente Paradores de Turismo. Y si quieres convertirte en un auténtico guerrero medieval no dudes en visitar el Castillo de Consuegra: si haces la visita teatralizada, tendrás que coger la espada.
En Guadalajara encontrarás Torija, un castillo que fue construido antes del uso de la artillería y que por eso presenta unas altas murallas construidas para dificultar el acceso de los asaltantes; y en Ciudad Real te sorprenderá el ingenio de la Orden de Calatrava para dominar los territorios si visitas la fortaleza de Calatrava la Nueva, en Aldea del Rey.
Finalmente, en Yeste (Albacete) hay un monumental castillo de origen andalusí, de imprescindible visita si quieres conocer cómo disponían sus ciudades los musulmanes en torno a una fortaleza, y su evolución hasta convertirse en residencia palaciega tras la conquista cristiana.
Más de 50 molinos
Actualmente, son más de 50 los molinos de viento manchegos que tanto nos evocan el episodio quijotesco de la lucha contra los gigantes. Hoy muchos de ellos son visitables. Si quieres contemplarlos y conocer su funcionamiento tendrás ir a Campo de Criptana, Alcázar de San Juan, Consuegra, Puerto Lápice, Herencia, Madridejos, Tembleque, Belmonte, Mota del Cuervo, El Romeral, Los Yébenes o Munera.
Finalmente, las plazas han sido siempre el corazón neurálgico de pueblos y ciudades. Si vienes a Castilla-La Mancha este invierno no puedes dejar de visitar algunas tan singulares como las plazas barrocas de Ocaña -la tercera plaza más grande de España-, y de Tembleque; las renacentistas de Sigüenza, Alcaraz o de San Clemente; la plaza triangular de Atienza, la típica plaza castellana de Puebla de Montalbán o la neoclásica de Villanueva de los Infantes.