Atril. No hubo ninguno y se notó. Si lo hubiera, quizás Albert Rivera no hubiera demostrado sus pasos de claqué, especialmente en la primera mitad del debate.
Bic. La experiencia universitaria es un grado. Iglesias mueve el boli como nadie. Era azul, como su camisa y sus vaqueros. Lo meneaba horizontalmente para explicarse y en vertical para pedir la palabra. Eso sí, no le vimos tomar notas.
Corrupción. Pero podríamos haber elegido, Bárcenas, SMS o Gürtel. O Soraya, que aguantó un chaparrón "como dios manda", que diría Rajoy. Es el principal punto débil del PP y no pasó desapercibido. Aunque los ERE de Andalucía también fueron citados, los casos que acumula el PP no tienen parangón. Y pasaron factura.
Doñana, ciudad de vacaciones. "En primer lugar, quiero saludar al señor Rajoy, que nos estará viendo desde Doñana", dijo Iglesias. "El señor Rajoy, que nos estará viendo muy cómodo en Doñana..." dijo Sánchez. ¿Qué habrá estado haciendo Rajoy? ¿Le habrá dado alguna colleja al chico?
EEUU. Había público, pero no habló ni se le escuchó. Sí había dos moderadores que preguntaban, intervenían y reprochaban a los candidatos que no respondiesen. Un formato muy a la americana. Aunque Ana Pastor sólo hay una.
Gráfico. En otros cara a cara (Zapatero contra Rajoy en 2008 o Rubalcaba contra Rajoy) vimos muchos cartelitos con gráficos de colores. El único de este debate lo enseñó Albert Rivera. Y luego mostró una portada y un artículo de El Mundo sobre los indultos y la corrupción.
House Water Watch Cooper. Fue el momento Chiquito de la Calzada y se merecería un abecedario propio. Iglesias se lió al citar la empresa para la que trabajó Jordi Sevilla, ministro de Economía en la sombra de Sánchez. En realidad era Pricewaterhouse Coopers.
Internet. En 1978 no existía internet. Nos lo recordó Pedro Sánchez, pero no resultó convincente como argumento de reforma constitucional, salvo que se nos escape algo.
Medio Ambiente. Ah, no. Nos hemos equivocado. No ha formado parte del debate. Ni la ciencia o la sanidad. Asignaturas pendientes.
Ocho apellidos catalanes. Parece que Iglesias sólo ha visto una película últimamente. Y la cita todo el tiempo. Según él, es la única en la que se puede oír hablar todas las lenguas oficiales en España.
Público. ¿Había de verdad? No hubo ni preguntas ni un murmullo de los asistentes. Sólo salían cuando enfocaban a los presentadores.
Ríos de sudor. Ni las cataratas del Niágara o el Iguazú. Por la axila de Pablo Iglesias corría el sudor de la nueva política y en abundancia. Dio la sensación de que se dio cuenta y apretó los brazos hacia el final.
Sestercio. Es lo que parecía el anillo que lució Santamaría, con chaqueta "azul noche", según informó su equipo.
Tuteo. Tardó una hora y 44 minutos, pero finalmente Santamaría se lanzó al tuteo. Aprovechó la pregunta sobre la violencia de género para hacerlo, con un tono melodramático que daba la sensación de que se iba a echar a llorar. Entre los otros tres candidatos se trataron de tú. A Iglesias se le escapó un "señor Vallés", dirigido al moderador, poco habitual en él.
Y tú más. Lo hubo entre los candidatos de los partidos tradicionales y entre los de la nueva política.
Violencia de género. Es uno de los grandes problemas tratados en el encuentro y todos estuvieron de acuerdo en las principales medidas.