La vicepresidenta del Gobierno se ha quedado sin argumentos para aplacar los ataques sobre corrupción que le han llegado por los tres frentes: PSOE, Ciudadanos y Podemos. El primero que invitó al plató de Atresmedia a Luis Bárcenas, el extesorero del PP que supuestamente pagaba en negro a la cúpula del partido, ha sido Pedro Sánchez. Minutos después, Albert Rivera sacó en directo la portada del diario El Mundo que mostraba los sobresueldos que el extesorero presuntamente entregó a Rajoy cuando era ministro. Ella solo pudo contestar que “estamos avergonzados" y "no hay impunidad” para los corruptos, tampoco en su partido. Para rematarla, un audaz Pablo Iglesias le respondió con los SMS de Rajoy a Bárcenas, a lo que la vicepresidenta contestó con un “¿y quién paga al señor Monedero?”.
Al empezar el bloque de los desmanes de los partidos políticos, Sáenz de Santamaría se encontró con un Pablo Iglesias que le recordó todo lo reprochable: el registro durante 20 horas en la sede del PP, los papeles de Bárcenas, la trama Púnica y Gürtel, el trato a Rodrigo Rato, la amnistía fiscal. "Es el partido de la corrupción", alegó el líder de Podemos.
A Sánchez le tocó enumerarle los presuntos delitos a los que se enfrentan miembros del PP ("asociación ilícita, prevaricación, cohecho continuado, estafa, delitos contra la hacienda pública") y criticó que Rajoy no hubiera dimitido tras mandar los SMS a Bárcenas cuando ya se había descubierto su botín suizo. De nada le sirvió a la vicepresidenta interrumpirles para intentar explicar los pasos que había dado el Partido Popular para acabar con la lacra de la corrupción.
En el debate a cuatro celebrado este lunes en Antena 3 y La Sexta, en el que se ausentó Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría tuvo que iniciar su intervención dando la cara por el presidente del Gobierno, que seguía el encuentro desde su residencia familiar en Doñana. La portavoz del Gobierno tuvo que justificar en más de una ocasión que “el PP es un equipo” cada vez que alguno de sus rivales le reprochaba la cobardía del presidente. “Somos un equipo amplio y la responsabilidad es compartida”, insistía una vicepresidenta consciente del gran protagonismo que su figura está teniendo en la campaña electoral más decisiva de la historia.
El único punto fuerte del PP es la parte económica y la vicepresidenta lo utilizó cada vez que pudo. Seria y más tranquila que sus adversarios políticos, se apoyó en la herencia recibida para justificar los recortes que pusieron en marcha durante la primera parte de la legislatura. “Cuando llegamos al Gobierno la economía iba hacia abajo, se perdían 1.400 empleos al día. Hoy va para arriba, se crean 1.500 empleos diarios”, ejemplificó. Sáenz de Santamaría, que no tuteó en ningún momento a los demás, tiró de experiencia para aplacar los consejos y los reproches de sus rivales. “¡Cómo se nota que no estaban ustedes aquí hace cuatro años!”, se indignó, cuando le recordaban la subida de impuestos. "Hablar es muy fácil, gobernar muy difícil", añadió.
Aunque fue la popular el blanco de la mayoría de las críticas, también les tiró de las orejas cada vez que pudo. A Rivera le afeó que en su programa electoral se proponga subir el IVA del carro de la compra. “Usted quiere subir el precio del pan”. Rivera y Sáenz de Santamaría también tuvieron un rifirrafe en el bloque de la Educación, en el que la popular quiso presumir de la LOMCE y Rivera le contestó que en Cataluña no se puede estudiar en castellano. “Sé de lo que hablo”, replicó la portavoz del Gobierno.
La representante del PP en el debate intentó consensuar con sus adversarios que debe formar gobierno el partido más votado el 20-D "y respetar la voluntad de los ciudadanos", pero ni Sánchez, ni Rivera ni Iglesias apoyaron la moción. Ante las dudas, Sáenz de Santamaría alertó de un "tripartito de perdedores" para sacar a Rajoy de la Moncloa.
La parte más sentimental la puso cuando entró el bloque de la violencia de género. Soraya Sáenz de Santamaría se metió demasiado en el papel para dar consejos a las jóvenes adolescentes que en estos momentos sufran algún tipo de violencia. "No aceptéis que os miren el móvil, que vuestro novio os obligue a estar localizadas. Nosotras hemos luchado para que las mujeres seamos iguales y no tengamos ese control. No lo consintáis".
La vicepresidenta vendió a una audiencia millonaria la experiencia de su Gobierno para dotar de estabilidad al país. En su minuto final se dirigió a los españoles que "quieren una nación unida y que quieren que se cree empleo para tener las pensiones seguras y que los jóvenes tengan esperanza de futuro. Hemos hecho lo más difícil en el momento más complicado". En un debate complicado por las altas expectativas que se esperaban de ella, Sáenz de Santamaría se defendió de unos y otros como pudo con las cifras del crecimiento del PIB, las reformas legislativas sobre transparencia y haber esquivado el rescate de la troika.