Tomás Gómez: el secreto inconfesable de quien logró el 75% del voto y quiso ser 'Invictus'
El político socialista fue el alcalde más votado en 2003. La trama Púnica pagó aquella campaña, todo un éxito en su carrera.
14 diciembre, 2015 03:01Noticias relacionadas
Tomás Gómez fue en 2003 el alcalde más votado de España en una ciudad de más de 50.000 habitantes. Logró mayoría absoluta; obtuvo el 75,35% de los votos y 20 de los 25 concejales que se disputaban en el municipio madrileño de Parla. Su partido, el PSOE, recibió más de 30.000 sufragios. La segunda lista más votada, el PP, tan sólo se hizo con 6.193. Tomás Gómez arrasó.
Aquel 25 de mayo de 2003 supuso un punto de inflexión en su carrera política. Entonces comenzó a gestarse el mito de Tomás Gómez, que durante más de una década dominó el socialismo madrileño con el plácet de los líderes de su partido. El cartelón de Invictus que en abril de 2011 colgó el PSM sobre la fachada del Palacio de la Prensa, frente a la plaza de Callao, escenificaba a la perfección la imagen que trataba de transmitir Gómez como un gladiador que, hasta entonces, no había perdido ninguna batalla. En ese momento ya era secretario general del PSOE en Madrid y candidato a la presidencia del Gobierno madrileño.
El éxito de su resultado en aquellos comicios municipales de 2003 se lo debe a la campaña electoral. Sin ella, la leyenda jamás se hubiera iniciado. Y es precisamente esa mítica campaña la que ahora se pone en tela de juicio, dado que fue la red Púnica la responsable de su financiación. El empresario central de esta trama corrupta, David Marjaliza, ha hecho llegar al juez Eloy Velasco facturas que demuestran cómo la trama pagaba al equipo de Tomás Gómez los gastos electorales. Aparecen conceptos tales como “35.000 folletos impresos”, “9 vallas publicitarias de 8x3 metros”, “3.000 banderas”, etc. En total, 244.080,91 euros, tal y como desvelan con detalle María Peral y Carlota Guindal en EL ESPAÑOL; dinero que le permitió gastar mucho más que sus contrincantes electorales y jugar con ventaja.
La de 2003 no fue la única batalla que ganó -con ayuda extra-, aunque sí la más decisiva en su trayectoria. Llegaron otras contiendas, y Gómez, adicto reconocido a los gimnasios, venció como buen púgil, incluso en los combates más duros, cuando el aparato del partido ya no le veneraba.
“Un tímido irreparable”
El relato del auge de Gómez también lo escribieron los medios. Cuando quedaba una semana para las municipales de 2007, El País Semanal dedicó un reportaje titulado 'Campeones municipales' donde se entrevistaba a cinco de los candidatos mejor valorados. Entre los protagonistas destacaba Tomás Gómez. "Un tímido irreparable", "nada de populismo barato", "alto" o "fornido" eran algunos de los elogios que el semanario de Prisa le dedicaba al joven candidato, cuya foto aparecía en portada junto al tranvía que había inaugurado en Parla. Un tranvía contra el que años más tarde se 'estrellaría'.
No le fue mal en aquella cita con las urnas. No pudo superar los resultados de 2003, pero mantuvo sus 20 ediles con el 74,45% de los votos frente al PP de María del Rosario Carrasco.
Zapatero se 'enamora' de Gómez
No se sabe si fue el artículo del rotativo de la calle Miguel Yuste o su gestión personalista al frente de Parla lo que provocó que José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, pusiera sus ojos en Gómez para sustituir a Rafael Simancas como secretario general de la entonces Federación Socialista de Madrid. Zapatero buscaba un relevo para Simancas, una figura destrozada políticamente tras el Tamayazo, y Ferraz vio en el alcalde más votado al perfecto recambio.
La apuesta de Zapatero fue todo un acierto. En el Congreso Extraordinario de julio de 2007, Gómez fue elegido secretario general de los socialistas madrileños con el 91% de los votos. Hubo prácticamente unanimidad en la votación, una anomalía en una federación donde las luchas fratricidas eran una nota común.
Su carrera se impulsaba y en 2008 fue reelegido con el 85% de los apoyos. Entonces anheló un nuevo horizonte: convertirse en presidente de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, el 'sector Zapatero' no lo abrazó en ese nuevo asalto: la favorita de Ferraz era Trinidad Jiménez.
La militancia hizo oídos sordos al aparato socialista y fue Tomás Gómez -el invictus- y no la exministra la que se enfrentaría a Esperanza Aguirre en las urnas en mayo de 2011. Todo un revés de las bases de su propio partido para el expresidente socialista: David vencía al todopoderoso Goliat.
Pero Gómez no pudo con Aguirre. El batacazo electoral fue una sorpresa. La mayoría de las encuestas le daban más de 40 diputados, y tan sólo obtuvo 36, frente a los 72 de la candidata popular o los 42 de Simancas en 2007.
Fue su primera batalla perdida. Y siguió la caída libre, sin tocar fondo. Durante su mandato, el número de afiliados fue reduciéndose, y pasó de los 30.000 de la época de Simancas a la mitad.
En su partido, en cambio, conseguía laminar a todos sus rivales. En 2011 volvía a postularse como secretario general del PSM. Se enfrentó en un congreso a Pilar Sánchez Acera, a la que venció por un 59%.
El tranvía de Parla
Más allá del varapalo en las urnas y sus triunfos en las disputas internas, otro capítulo negro en la historia de Gómez es su obra estrella, el tranvía de Parla. La Fiscalía sospecha que el equipo de Gobierno de Gómez pudo cometer delitos de prevaricación y malversación al aprobar las modificaciones de la inversión. El proyecto, que está bajo investigación judicial por triplicar su coste, marcó el inicio de su abrupto final como político.
Con él como secretario general del PSM, su partido cayó en picado en Madrid. En las europeas de 2014, cosecharon los peores resultados de su historia. Los socialistas señalaban a Gómez como único responsable de la pérdida de votos masiva en Madrid, pero él echaba la culpa a Alfredo Pérez Rubalcaba. El tomasismo perdía adeptos.
Quien acabó retirándose una semana después de los comicios europeos fue Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE eligió entonces a Pedro Sánchez como su sucesor. Y en febrero de 2015, recién aterrizado, el líder socialista y hoy candidato a la presidencia del Gobierno destituyó a Tomás Gómez. Apartarlo de la dirección del aparato en Madrid fue su primera gran medida al frente de la Secretaría General del PSOE. Algunos en el partido asocian su expulsión a sus vínculos con la trama Púnica, aunque la dirección prefiere mantenerse cauta y esperarán hasta que el juez abra diligencias.