En la furgoneta que trasladó a Albert Rivera y su equipo más cercano al debate a cuatro sonaba el himno del Sevilla de El Arrebato. El líder de Ciudadanos estaba motivado y ansioso, pero su lenguaje corporal transmitía una serenidad poco habitual en un político de naturaleza hiperactiva. La tranquilidad de Rivera fue el fruto de un intenso entrenamiento para corregir los errores del debate de diciembre.
Cuando Ciudadanos analizó el debate del año pasado coincidieron en que el contenido era bueno, pero fallaba la puesta en escena: el candidato no podía estarse quieto. Rivera se encerró con Fernando de Páramo, José Manuel Villegas y su jefa de gabinete María Castiella, su pasillo de seguridad que diría Luis Aragonés, para trabajar la escenografía y, sobre todo, la actitud.
La política es como el jazz
En Ciudadanos, admiradores de la política americana, tomaron como referencia una famosa cita del ex presidente Bill Clinton: "La política es como el jazz". Para Clinton existe una melodía principal que conviene alterar de vez en cuando para evitar la monotonía. Pero la improvisación no puede ocultar la canción original. Rivera buscaba ese equilibrio. El primer acorde que sonaba diferente fue comparecer sin corbata.
Rivera y su equipo repasaron los discursos del primer Obama en su etapa de senador para encontrar el tono de la actitud que buscaban. Vieron una y otra vez esas intervenciones, mucho antes del 'Yes We Can', apuntalaron las propuestas y el contenido, y comenzaron a estudiar la escenografía. Para los analistas de Ciudadanos, esos primeros discursos de Obama brillaban por su fuerza y originalidad, y los tomaron de ejemplo.
Castiella, Páramo y Villegas se vistieron de Iglesias, Rajoy y Sánchez en jornadas maratonianas de ensayos. Los tres sparrings provocaban a Rivera y le interpelaban para prever réplicas y contrarréplicas. El candidato de Ciudadanos preparó con especial mimo el momento que supuso el punto de inflexión del debate.
Estudió la forma en la que presentaría a cámara la portada de El Mundo con los SMS de Luis Bárcenas y la anotación manuscrita de los sobresueldos, calibró las palabras y el momento inmediatamente posterior, en el que miró a su izquierda y golpeó a Iglesias con la financiación de Venezuela. Rivera analizó antes el cara a cara de Sánchez y Rajoy de diciembre. La dura andanada del líder del PSOE quedó empañada por los "indecentes y ruin". En su opinión, un error que no debían cometer.
Quebrar la polarización
El objetivo que se marcó Ciudadanos fue quebrar la polarización PP-Podemos de este arranque de campaña y están convencidos de que lo consiguieron. "Iglesias se dejó la regeneración y Rajoy, el populismo", dicen fuentes del partido naranja. "Queríamos romper esa dinámica".
Ciudadanos se jugaba mucho en el debate. Rivera y su equipo salieron contentos. Se pudo ver en sus perfiles de Twitter y en una sonrisa que el candidato apenas podía disimular al abandonar el palacio de Congresos de Madrid. Nada que ver esa imagen con el Rivera sudoroso y con el gesto torcido que entró al debate de Atresmedia hace cinco meses como presidenciable y salió atropellado por los golpes de pecho de Iglesias.