Más asfalto, menos zonas verdes y construcciones que absorben más el calor. Lejos de parecer sostenibles, las ciudades han crecido a un ritmo frenético y poco planificado en lo que respecta al cambio climático.
Así lo demuestra el último informe de Naciones Unidas que advierte que las poblaciones en las urbes sufrirán un aumento de la temperatura media de hasta 4 °C a final de este siglo si no disminuyen las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En el marco de la Cumbre del Clima en Glasgow, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala en el documento Batiendo el calor: manual de refrigeración urbana sostenible que el impacto de la emergencia climática se percibe de manera más aguda en las ciudades.
Las urbes sufrirán un aumento de la temperatura media de hasta 4º C a final de este siglo
Estas conclusiones se derivan de otro estudio anterior que indicaba que la rápida urbanización y la falta de espacios verdes no sólo favorecerían un aumento de la temperatura más acelerado en este siglo, sino que también podría experimentar una disminución de la humedad relativa del aire. Es lo que los expertos conocen como el efecto isla de calor.
David Vieites, investigador y director de Cambio Global del CSIC, explica que las ciudades, tal y como están construidas, experimentan una mayor temperatura que otras zonas de alrededor.
En concreto, señala la disminución de zonas verdes, los materiales oscuros de las construcciones que absorben mucho calor y las boinas de contaminación que crean "un mini efecto invernadero y un incremento de las temperaturas".
La rápida urbanización y el remplazo de la vegetación por asfalto, estructuras de hormigón y otras infraestructuras tienen su efecto directo en cómo las ciudades podrán responder a un calentamiento global cada vez más extremo. Encontrar las medidas para enfriar las ciudades se convierte así en una cuestión prioritaria.
Como apunta el investigador del CSIC, un aumento de las temperaturas superiores al límite de 1,5 °C que marcaba Naciones Unidas, va a tener un impacto importante sobre varias cuestiones. Si cada vez hay más olas de calor y más intensas, la demanda de energía para el aire acondicionado también aumentará: "La demanda del consumo energético se va a disparar", señala el experto.
Esto no solo tiene un impacto directo sobre los bolsillos de la población, sino también en el aumento de la contaminación. Los aparatos de aire acondicionado a la vez que refrigeran el interior de las viviendas, contaminan y contribuyen a incrementar la temperatura en el exterior.
"Si consumimos más electricidad, y esa electricidad supone un aumento de emisiones –porque al final tiramos de combustibles fósiles–, estamos aumentando también las emisiones globales", comenta Vieites. Pero, además, añade que las olas de calor y las olas de frío "nos van a costar mucho dinero", porque "a nivel local, va a aumentar mucho la demanda y al final se dispararán los precios".
Eso sin contar los efectos de la contaminación y el calor sobre la salud de la población que, como comenta el investigador, "hay gente a la que le va a afectar mucho". Solo por el calor extremo, se prevé que los fallecimientos aumenten hasta alcanzar los 12.000 anuales en el año 2100 a consecuencia del cambio climático.
En cuanto a la contaminación, un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) estimó por primera vez la carga de mortalidad atribuible a la contaminación del aire en más de 1.000 ciudades europeas.
Si todas las ciudades cumpliesen con los niveles de PM2,5 y NO₂ recomendados por la OMS se evitarían 51.900 muertes prematuras cada año
Entre los resultados, se concluyó que si todas las ciudades analizadas fuesen capaces de cumplir con los niveles de PM2,5 y NO₂ recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se podrían evitar 51.000 y 900 muertes prematuras cada año, respectivamente.
Los casos de éxito
Los datos son claros: el clima extremo estará cada vez más presente. Según recoge otro estudio publicado en la revista académica PLoS One, en el año 2050, ciudades como Madrid tendrán temperaturas comparables a las de Marrakech. Los resultados mostraban que en esta ciudad, por ejemplo, el aumento de la temperatura media aumentaría 2,1 °C y, en los meses más cálidos, 6,4 °C.
Temperaturas asfixiantes que seguirán experimentándose en urbes de todo el mundo mientras las emisiones de gases de efecto invernadero sigan aumentando. Según los cálculos de los autores del informe, la demanda de energía para refrigeración se triplicará entre 2016 y 2050.
Como punto importante, el informe del PNUMA recuerda además que las zonas con ingresos más bajos son más vulnerables al calor. El impacto de un calentamiento cada vez más agresivo tiene su impacto de una manera desproporcionada sobre aquellos que tienen dificultades para hacer frente a los episodios climáticos extremos con aparatos para el confort térmico.
En este sentido, el documento insiste en la necesidad de "una transición hacia formas más equitativas y sostenibles" que hagan habitables las ciudades para todos. Por ello, el texto recoge una serie de prácticas de refrigeración que pueden llevarse a cabo en las urbes con base en 80 casos de éxito, entre los que se encuentran ciudades como Barcelona.
De la ciudad catalana, el informe destaca que la ciudad comenzará a reducir el tráfico en el interior de la ciudad con el objetivo de devolver a los ciudadanos parte del espacio ocupado por vehículos y crear así zonas más verdes y seguras. De 2022 a 2032, entre los planes de la urbe está el convertir 21 calles y 21 intersecciones del Eixample en pequeños parques y zonas públicas. Ejes verdes destinados a reducir, sobre todo, la contaminación del aire.
El documento del PNUMA también se destacan otros casos como el de Medellín, que entre 2016 y 2019 desarrolló 36 corredores verdes, 18 en carreteras principales y otros 18 a lo largo de vías fluviales. Una iniciativa que ha contribuido ya a reducir la temperatura hasta 4 °C.
En el año 2050, ciudades como Madrid tendrán temperaturas comparables a las de Marrakech
"Hay muchas iniciativas", comenta Vieites, pero todas van en una misma línea. Entre las prioridades está la necesidad de incrementar las zonas verdes, que son auténticos sumideros de calor, así como optimizar el consumo energético.
"Es un círculo vicioso: tenemos mucho calor en verano y lo que hacemos es meterle mucho frío con aire acondicionado, que lo que hace es liberar más calor hacia fuera", cuenta, pero "se está retroalimentando el problema".
Otras medidas recogidas en el informe están encaminadas a reducir la contaminación que generan los vehículos, porque está contribuyendo al calentamiento de las ciudades. Vieites señala además la importancia de los materiales en la construcción de los edificios: "igual hay que irse a superficies más claras, mejores materiales, que sean capaces de reflejar el calor".
Como asegura, "hay formas de replantearnos cómo van a crecer las ciudades", y esto "va a ser fundamental planificarlo hacia futuro de forma que no tenga un impacto climático total".