Ampliar la protección de las ballenas en el Mediterráneo: les amenazan colisiones con barcos y ruido submarino
Los cetáceos necesitan un corredor de migración seguro entre las aguas de la Costa Azul, la costa española y Baleares.
16 noviembre, 2021 01:26Noticias relacionadas
Hace justo dos años, los países mediterráneos acordaban la protección del corredor de los cetáceos, un paso natural de migración de ballenas, delfines, cachalotes o zifios, entre otras especies, en Europa. Una propuesta del Gobierno español que ahora el francés quiere que tenga mayores dimensiones.
Actualmente, el corredor de migración de cetáceos es una franja de aguas marítimas de soberanía española sobre una superficie de unos 46.386 km² y unos 85 km de ancho medio, entre la costa catalana y la valenciana, y el archipiélago balear.
Ahora el Gobierno francés quiere ampliarlo hasta la Costa Azul y la cuenca del Mediterráneo noroccidental. Para ello, ha presentado un informe a la Organización Marítima Internacional (OMI), al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL-ENCLAVE ODS, en el que pide designar Zona Marítima Particularmente Sensible (ZESP) a esa área ampliada.
Un Mediterráneo muy sensible
El espacio marítimo mediterráneo es estratégico tanto para las actividades humanas en el mar como para la preservación de una biodiversidad notable. El mar Mediterráneo es uno de los 34 puntos calientes de la biodiversidad mundial, que representa el 10% de la diversidad biológica global con el 28% de las especies endémicas identificadas, señala el informe del Ministerio para la transición ecológica del Gobierno francés.
El Mediterráneo está en una encrucijada de intercambios marítimos globales, un área atractiva para el turismo y actividades tradicionales como la pesca, y un lugar que reúne hábitats naturales y especies que no se encuentran en ningún otro lugar.
Entre las presiones sobre el medio marino, se ha identificado el tráfico marítimo como una amenaza para la conservación de los cetáceos, en particular los grandes mamíferos como el rorcual común y el cachalote.
La Comisión Ballenera Internacional (CBI) también ha identificado a las islas Baleares como una zona mediterránea de alto riesgo de que los rorcuales comunes y los cachalotes sufran colisiones con buques. Pero también está el ruido ambiental.
El ruido submarino generado por las actividades humanas se clasifica comúnmente en dos tipos: continuo e impulsivo. El de tipo continuo suele ser un zumbido constante, y las principales actividades que lo generan son el transporte marítimo, la producción de petróleo y gas offshore y los parques eólicos marinos. El impulsivo se produce con cañones de aire, sistemas de sonar activos militares y civiles o los trabajos de construcción industrial, entre otros.
Sobre la base de esta observación, Francia tiene la intención de presentar a la Organización Marítima Internacional (OMI) un proyecto para una Zona Marítima Particularmente Sensible (PSSA) para la cuenca del Mediterráneo noroccidental.
Esta iniciativa incumbe no solo a Francia, sino también a Italia, España y Mónaco. Estos cuatro Estados también hicieron una declaración conjunta a favor de la creación de un PSSA en noviembre de 2019.
Aguas silenciosas para ballenas
Por eso, la organización ambientalista OceanCare ha presentado el informe Aguas silenciosas para ballenas y delfines para pedir al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) que apoye la iniciativa y que, además, desarrolle un plan de gestión de la conservación del Corredor de Migración de Cetáceos, con un enfoque particular en las medidas de evitación, reducción y mitigación de actividades generadoras de ruido submarino.
Los retos para proteger a los cetáceos en el Mediterráneo son enormes. La pérdida y degradación del hábitat, los impactos negativos de las pesquerías, las colisiones con los barcos, el cambio climático y la contaminación de todo tipo, incluidos los residuos químicos, plásticos y de otro tipo y, en particular, la contaminación acústica submarina, están causando impactos individuales y acumulativos.
La mayoría de las especies oceánicas dependen del sonido para sus funciones vitales, como la comunicación, la detección de presas y depredadores, la orientación y la percepción de su entorno.
Disminuir la velocidad de los barcos en un 10% no sólo evitaría colisiones, sino que reduciría su consumo de combustible en un 19%
Cuando se exponen a niveles de ruido submarino elevados o prolongados provocados por el hombre, pueden sufrir diversos impactos, como el enmascaramiento –la ocultación de los sonidos naturales que les resultan importantes–, el desplazamiento espacial, la discapacidad auditiva y el estrés, e incluso pueden sufrir lesiones físicas o morir. Algunos impactos pueden afectar a la salud y el bienestar de las poblaciones.
Pero ¿qué medidas se pueden tomar para conseguir no solo un mundo submarino sin ruido antropogénico y menos colisiones con los barcos? OceanCare propone reducir la velocidad de los barcos en un 10%, con lo que también se reduciría su consumo de combustible en un 19%.
De hecho, si se hace, también se reduciría el nivel específico de reducción de las emisiones de CO₂ en torno a un 13% y un 24%, si los barcos redujeran su velocidad en un 10% y un 20% respectivamente. Con respecto a las colisiones con cetáceos, una reducción del 10% de la velocidad reduciría las colisiones letales de los buques en aproximadamente un 50%.
Y por último, al disminuir la velocidad, una reducción del 10% de ésta reduciría la emisión de energía sonora del transporte marítimo al medio marino en alrededor del 40%. Una reducción del 20% de la velocidad del barco la reduciría en torno al 67%.
"Será fundamental realizar una gestión efectiva del tráfico marítimo en el ZEPIM (Zona especialmente protegida de importancia para el Mediterráneo) con el fin de reducir el ruido submarino y las emisiones de CO2", declaró Carlos Bravo, portavoz de OceanCare en España.
"Animamos a todas las partes interesadas a unir fuerzas y escribir una historia de éxito para la conservación marina en el Mediterráneo", han pedido otras organizaciones como Alnitak y la Fundación MarIlles.