Las "condiciones infernales" del campo de Rhoe en RDC: 75.000 personas hacinadas sin refugio, agua ni comida
UNICEF denuncia la situación crítica que viven las personas desplazadas en el campamento de Rhoe en República Democrática del Congo desde que la violencia física y sexual se intensificara hace dos semanas.
13 diciembre, 2021 02:54"Hemos huido muchas veces. Hemos visto cómo quemaban nuestras casas. He visto cómo violaban a niños". Las palabras de Betune Ngave hielan la sangre. No hace ni un mes que las milicias decapitaron al marido de esta mujer congoleña de 65 años. En 2018, seis de sus siete hijos murieron en otro ataque.
"Mis padres, mis hermanos, mis hermanas y mis hijos han sido decapitados o fusilados", cuenta en declaraciones al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Por desgracia, en su figura se personifica el sufrimiento de demasiadas personas desplazadas en la República Democrática del Congo (RDC).
Un país que lleva décadas sumido en una situación humanitaria, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), "compleja y desafiante". Con varios conflictos y olas esporádicas de violencia afectando a varias partes del territorio desde que la guerra civil acabase en 2003, la paz parece no llegar nunca.
Ngave lleva desde 2018 huyendo. En su camino, ha presenciado violaciones y asesinatos en masa. Ahora, vive en un refugio endeble y abarrotado, de aproximadamente una cuarta parte del tamaño de un automóvil grande, que no es resistente al viento ni a la lluvia.
Ella es una de las 75.000 personas desplazadas que viven en un campamento remoto e inaccesible en la cima de una colina en Rhoe, en congoleña provincia de Ituristán. Un asentamiento en el que los que buscan protegerse de la violencia sufren, tal y como denuncia UNICEF, "condiciones infernales sin alimentos, refugio, protección, seguridad y saneamiento adecuados".
En las últimas semanas, el tamaño del campamento de Rhoe se ha cuadriplicado. Y, a pesar de estar situado justo al lado de una base de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), las agencias humanitarias cada vez encuentran más complicado el acceso para ofrecer ayuda.
Los grupos armados de la zona han llegado a disparar contra trabajadores humanitarios que intentan llegar por tierra a la zona. Ahora mismo, el único acceso de la ayuda llega por aire, en helicóptero. Pero no es suficiente.
Doblemente desplazados
Se estima que sólo en las dos últimas semanas han llegado al campamento cerca de 50.000 personas, que se unen a las 25.000 que ya se cobijaban en él. Entre ellas hay 35.000 niños.
Este enorme crecimiento de población desplazada se produce tras sucesivos ataques de grupos armados en los campamentos cercanos de Drodro y Tche. Coincide también con un incremento de la violencia contra los menores.
Las agencias humanitarias informan de que en las últimas semanas 35 niños –de los que 14 eran niñas– han muerto o resultado heridos como consecuencia de estos ataques. UNICEF denuncia que algunos de ellos han sido asesinados a machetazos por hombres adultos.
Además, las milicias han destruido tres hospitales y dos escuelas de la zona. Sin embargo, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia reconoce que "es imposible verificar cifras exactas" sobre el número de violaciones cometidas "contra los derechos de las niñas y los niños". La inseguridad persistente y la falta de acceso a la zona de Rhoe lo hacen inviable.
Un "infierno" para los niños
De los 35.000 niños y niñas que se han refugiado en este campo de desplazados, se estima que más de 60 han sido separados, por la fuerza, de sus padres. Además, desde la ONU denuncian que en los últimos días al menos 13 niñas han sido violadas al salir a buscar alimentos en los terrenos cercanos al campamento.
El oficial jefe en el terreno de UNICEF, Ibrahim Cisse, advierte de que "las personas desplazadas huyeron a Rhoe con la esperanza de encontrar algún tipo de seguridad y protección”. Pero reconoce que "siguen en peligro".
Cisse asegura que "cerca de 35.000 niños y sus familias están soportando condiciones infernales, siendo rehenes de facto, sin poder moverse, en una colina remota en una parte peligrosa e inaccesible de la República Democrática del Congo". Y recuerda que "refugios" como el de Rhoe están "superpoblados" y son "insalubres", y en ellos las personas desplazadas se enfrentan "a serios problemas de alimentación, saneamiento, alojamiento, protección y seguridad".
Los últimos quince días han sido los peores –por el momento– para este campamento. La mayor parte de las personas que han llegado desde finales de noviembre carecen de refugio o comida, y duermen a la intemperie. "Durante la noche, algunos buscan refugio en las letrinas del campamento", confiesan desde UNICEF.
Actualmente, se estima que alrededor de 1.300 personas comparte cada baño en el campamento de Rhoe. Además, las aguas residuales fluyen al aire libre por zonas densamente pobladas. El acceso a alimentos locales en el campamento es casi inexistente. Si alguien se aventura a buscar comida en cultivos cercanos, lo más probable es que sufra un ataque por parte de las milicias.
La preocupación de las agencias humanitarias por el estado nutricional de los niños y las mujeres embarazadas o en período de lactancia es cada vez mayor. Los trabajadores de UNICEF sobre el terreno advierten de que "la situación podría deteriorarse muy rápidamente".
Desde este fondo de la ONU alertan de que "el agua también es peligrosamente escasa", y explican que los niños suelen desplazarse colina abajo con bidones para recoger agua potable. Sin embargo, estos trayectos para recolectar un bien básico como el agua, además de buscar alimento, no hacen más que poner a los menores en riesgo de sufrir violencia o explotación sexual.
Y no sólo eso: el centro de salud del campamento de Rhoe, donde también actúa Médicos Sin Fronteras, está desbordado. Las enfermedades respiratorias, la diarrea y la malaria empiezan a hacer mella en la población. La situación es, sin duda, crítica. Por eso las oenegés y agencias humanitarias de Naciones Unidas trabajan ya en la manera de acceder al campo y aliviar la situación de los miles de personas que allí se encuentran.