El barcelonés Palau de la Música Catalana acogerá este sábado 19 de marzo un concierto ofrecido por una orquesta muy peculiar. 200 niños y niñas llegados desde la propia Ciudad Condal, Bilbao, Madrid, Vitoria y Zaragoza se subirán al escenario del auditorio para demostrar a los asistentes que la música puede cambiar el mundo y, sobre todo, transformar las vidas de los más vulnerables.
Todos ellos llegan a Barcelona de la mano de la Red Música Social, una alianza auspiciada por el Alto Comisionado Contra la Pobreza Infantil del Gobierno de España y ocho entidades del tercer sector músico social. Su objetivo, según el alto comisionado Ernesto Gasco, esta red "camina firme hacia el objetivo de hacer de la cultura una herramienta de transformación social".
Este proyecto no sólo se ha impulsado en España, sino que "se mira en el espejo de otros países como Suecia, que han comprendido, en el marco de un enfoque integral de protección a la infancia, que la intervención sociomusical es un elemento imprescindible para combatir las huellas más ocultas que deja la pobreza y sobre todo la exclusión social en la niñez", asevera Gasco.
La vicepresidenta de la Red Música Social, Maria Guerrero Sanz, recuerda que la escuela "es palanca de cambio y de superación", pero que no llega a todos o, al menos, tal y como está entendida hoy en día no precipita esa transformación necesaria.
Porque, como alerta el informe FOESSA, la pobreza se hereda y se perpetúa. En la última década, los resultados han sido alarmantes: entre el 20% y el 25% de los menores en España se encuentran en riesgo de exclusión social y cerca del 70% de las personas pobres que viven en nuestro país sufrieron carencias extremas en la infancia.
"La escuela, que estaba llamada a cambiar esta situación, no llega a todos. Porque para que una persona tenga éxito necesita desarrollar una serie de potencias que lleva dentro, que tienen que ver con su capacidad para sobreponerse a la adversidad, la resiliencia, la motivación, la pasión, la capacidad de escuchar a otros o de trabajar en equipo", explica Guerrero. Y añade: "Y también con las redes de apoyo que se tienen, es decir, cuánto te han apoyado en los momentos más difíciles".
Para desarrollar estas, dice, "potencias humanas" y los factores socioemocionales que influyen en la capacidad para superar las situaciones de adversidad, la Red Música Social utiliza esa música clásica que no deja de ser "un ejercicio que siempre es colectivo, que nos hace generar mayores recursos emocionales, porque se anida en las emociones y ayuda a expresarlas y a presentarlas", apunta Guerrero.
"La música tiene el poder de ayudar a transformar y digerir emociones", asegura Guerrero
Y eso es lo que harán los 200 niños y niñas el sábado a las 12 horas con Música para crecer, el concierto impulsado por esta red formada por Acción por la Música, Etorkizuna Musiketan, Músicos Solidarios Sin Fronteras, Orquesta Escuela Zaragoza, Palacio Vínculos - Palacio de la Música Catalana, Plataforma REDOMI, Voces para la Conciencia y el Desarrollo, y Xamfrà.
Melodías que transforman
"La música tiene el poder de ayudar a transformar y digerir emociones", recureda Guerrero, que asegura que desde la red, además, promueven "ese poder de manera colectiva". Como resultado, "los chavales, en lugar de estar en la calle, están en un espacio seguro, lo que incide directamente en una disminución de los comportamientos de riesgo", explica.
Pero practicar música de manera colectiva, además, desarrolla sus habilidades y destrezas musicales. Aprenden a tocar el violín, la viola, el violonchelo o el fagot, entre otros instrumentos, que "les ayuda a generar mayores y mejores recursos también para el aprendizaje académico", puntualiza la vicepresidenta de la red.
Las notas y la atención de los niños y niñas, todos ellos provenientes de familias en situaciones de exclusión, bien sea por pobreza o por pertenecer a colectivos vulnerables, como los migrantes, mejoran. Y "junto con el progreso musical, hace que vayan fortaleciéndose ellos en sus propias expectativas y que accedan a nuevas oportunidades en la vida", concluye.
No es baladí que se haya escogido la música clásica frente a otros estilos como transformador de vidas. "Es intencional que toquemos instrumentos de música sinfónica, porque parecen estar desconectados de la sensibilidad juvenil, porque tocar un violín es de ricos o de genios", asegura Guerrero.
Y matiza: "Un padre o una madre que ve a su hijo o hija que toca el violín como parte de una orquesta… ya solamente esa visión cambia a la familia". Porque no hace falta ser un virtuoso para acceder a los programas que la red desarrollan en diferentes colegios de toda la geografía: "No hay ningún tipo de filtros ni de prueba musical".
"Es una actividad escolar voluntaria y gratuita, a la que cualquier chaval del centro se puede apuntar, y que se celebra a continuación de la jornada lectiva", admite. Algo pensado para acceder a todas las familias y para "aliviar a los cuidadores".
Música colectiva
Pero ¿cómo empiezan estas orquestas? Un niño o niña que se anime a participar "se encontrará en una actividad colectiva que es conducida por un músico profesional que, además, se ha capacitado para acompañar en ese tipo de procesos", explica Guerrero.
Además, los instrumentos los proporcionan las entidades, porque "si no sería una gran barrera para acceder: estamos hablando de familias que no se pueden permitir ni siquiera una actividad extraescolar de 5 euros al trimestre", recalca.
A partir de ahí, la rueda empieza a girar. "Van aprendiendo en clases colectivas con chavales más o menos de la misma edad, van tocando, cantando y aprendiendo música de una manera divertida", explica. Después vienen los conciertos, que son frecuentes. En ellos, según la vicepresidenta de la red, "se sella ese proceso de dignificación, porque no deja de ser una toma de conciencia de la propia dignidad, del propio valor y poder vivirla hacia afuera, proyectarla".
Es ahí cuando, asegura, "la familia de repente cambia y se da cuenta de que esa niña o niño está lleno de posibilidades y oportunidades".
La magia del Palau
El del Palau de la Música Catalana será el segundo concierto de esta envergadura al que se enfrenta la red. El primero tuvo lugar en 2019 en el Auditorio Nacional. Por eso, ya saben a qué atenerse: "Es un día que genera un antes y un después en la vida", explica Guerrero.
Al final, asegura, "es acceder a un espacio que está limitado solamente a los mejores músicos del mundo y donde de repente ellos van a sellar de manera muy potente ese proceso de dignificación, recibiendo el aplauso del público allí, conquistando esos espacios". Porque, recuerda, "ellos son los que conducen el concierto, los que lo guían. Son los que tocan y los que demuestran el potencial que tienen para cambiar su vida y para transformarnos a los demás, y a la sociedad".
Porque, reconoce, eso es lo que produce escuchar "la calidez y el sonido diferente que tiene la música hecha con esas manos, que además es un sonido muy lúdico y divertido, está lleno de energía, de juego, es inocente, tiene amistad, tiene calor, genera ternura, pero a la vez nos invita a movilizarnos".
Una manera, a fin de cuentas, de demostrarnos a todos que la cultura no es un lujo. Si no, más bien, forma parte de, como dice Guerrero, "la expresión básica de nuestra condición humana". Y es que a través de la música y cualquier disciplina artística establecemos vínculos de comunidad, de familia, de sociedad.