El agua es un elemento fundamental para supervivencia del ser humano y el cambio climático amenaza toda nuestra concepción de vida. No sólo se utiliza para beber, cocinar o asearnos, sino que es esencial para la fabricación de todo aquello que utilizamos diariamente, como la ropa o el móvil.
No obstante, “el cambio climático está alterando los patrones climáticos, provocando fenómenos meteorológicos extremos, la disponibilidad impredecible de agua, exacerbando la escasez de agua y contaminando los suministros de agua”, advierten desde UNICEF.
España no es ajeno a este fenómeno y, de hecho, es uno de los grandes perjudicados a la hora de analizar las consecuencias del calentamiento global. Según indica el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de 2021, España es uno de los países más afectados por el calor extremo causado por la emergencia climática.
“El agua es esencial para la vida”, indica Alberto García Martínez, responsable de comunicación de Aqualia
“Se van a reducir las precipitaciones, van a aumentar las sequías, pero también va a haber eventos climáticos extremos”, señala Jesús Marco Gamero Rus, investigador especializado en el estudio de los impactos del cambio climático.
Buen ejemplo de ello ha sido la ausencia de precipitaciones durante este invierno. La 'sequía meteorológica', con una reducción de lluvias del 55%, ha provocado que haya sido el segundo más seco en las últimas seis décadas.
Desertificación
Una de las primeras consecuencias para España es la desertificación. Según un informe de 2016 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico titulado Impactos del cambio climático en los procesos de desertificación, un tercio del territorio español ya sufre de tasas de desertificación muy altas. Además, entre el 75% y el 80% está en riesgo muy alto de sufrir un proceso de desertificación a lo largo del siglo XXI.
El problema, aunque identificado, está lejos de solucionarse. “La poca visión, el cortoplacismo y el interés económico en provincias como Murcia, Málaga o Almería, donde la sobreexplotación y la utilización extensiva de agua son una constante”, señala Gamero Rus.
Esto no hace sino incidir en el proceso de desertificación y en la desecación de las aguas subterráneas y los acuíferos. “La dirección que tenemos que tomar va a ser muy difícil en los próximos años”, advierte el experto.
El propio Gobierno ha reconocido que el estado de los recursos hídricos del país no es bueno. Según la Estrategia España 2050, un 40% de las aguas superficiales (ríos, lagos y aguas costeras) y un 45% de las aguas subterráneas no se encuentran en un buen estado.
“Es urgente trabajar y actuar para revertir esta situación. De lo contrario, se pone en grave riesgo el abastecimiento humano, la producción de alimentos y la supervivencia de muchos de los ecosistemas de nuestro país”, declara Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Calentamiento del Mediterráneo
El Mare Nostrum, que baña una buena parte de la geografía española, se calienta un 20% más rápido que la media mundial, según señala el Informe sobre los principales efectos del cambio climático en el Mediterráneo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
El Mediterráneo se está tropicalizando y una de las consecuencias inmediatas es la aparición de nuevas especies invasoras desplazando a las autóctonas, una tendencia también favorecida por el intenso tráfico marítimo en el estrecho de Gibraltar o en el canal de Suez.
Una consecuencia adicional, pero no menos importante, es la acidificación de los mares, lo que puede degenerar en un impacto enorme en el ecosistema marino. La desaparición de algunas especies sería dramático, pues "proveen hábitats vitales para muchas especies y contribuyen de forma significativa a fijar el carbono para el clima", advierte este informe.
Gran desafío futuro
La escasez de agua dulce será un gran desafío en el futuro próximo para España y la gestión del agua se antoja clave. Entre las diferentes opciones que se plantean, está la reutilización y el reaprovechamiento del agua de una forma más eficaz.
“El aumento del nivel del mar está causando que el agua dulce se vuelva salada”, señala UNICEF
“¿Por qué tenemos que utilizar agua potable para tirar de la cisterna o para regar las plantas?”, se plantea Alberto García Martínez, responsable de comunicación de Aqualia.
Precisamente, ese es uno de los campos de investigación que se están realizando en esta empresa especializada en la gestión del ciclo integral del agua: que los edificios se puedan diseñar para usar aguas no tan puras para diferentes usos domésticos.
Sin duda, la investigación científica y las empresas están dedicando cada vez mayores esfuerzos para alcanzar la sostenibilidad en el uso del agua. Un ejemplo de proyecto exitoso para la gestión del ciclo urbano del agua ha sido una planta de depuración de aguas residuales en Chiclana (Cádiz), que ha sido capaz de generar biogás a través de microalgas.
Sin embargo, al ser un bien tan esencial para el ser humano, Gamero Rus advierte de que “no podemos permitir que en el futuro el agua sea un lujo al que tengan acceso solo unos pocos”.
Y concluye: “El agua debe articular nuestra conciencia frente a los desafíos climáticos con el objetivo de crear una mayor solidaridad y cohesión social ante estos desafíos”.