Qué está pasando en el Sáhara Occidental: 7 claves para entender el conflicto y el papel de España
Casi medio siglo después de la abrupta salida de España, la cuestión saharaui permanece sin ser resuelta. El cambio de posición español es sólo el último episodio de un proceso de paz que se encuentra enquistado en la actualidad.
31 marzo, 2022 13:32Noticias relacionadas
Casi medio siglo después del abrupto abandono español del Sáhara Occidental, el conflicto saharaui continúa siendo uno de los pocos conflictos de descolonización que persisten en la actualidad.
La mayor parte de la sociedad internacional, encabezada por las Naciones Unidas, defiende una resolución del problema a partir de la vía descolonizadora. Esta es la postura que siguen la mayor parte de los países del mundo, es decir, no reconocen la soberanía marroquí sobre el territorio.
La decisión del Gobierno español de reconocer el plan de autonomía propuesto por la parte marroquí vuelve a reabrir el debate para encontrar la mejor solución en un proceso de paz que se encuentra enquistado desde hace varias décadas.
¿De dónde viene?
A finales del siglo XIX, en plena carrera europea por colonizar África, España estableció lo que se convertiría en su colonia del Sáhara español. A mediados de la década de 1960, este territorio se conocería como Sáhara Occidental y las Naciones Unidas lo reconoció como un "territorio no autónomo" que aún tenía que alcanzar el autogobierno. Entonces, tanto Marruecos como Mauritania reclamaron el territorio como suyo.
Mientras tanto, en ese momento, comenzó a surgir un movimiento nacionalista saharaui, que finalmente se consolidó como el Frente Polisario y tomó las armas contra la administración española en 1973. La presión internacional y las acciones militares del Polisario hicieron finalmente a España cambiar de posición.
El Sáhara Occidental fue una colonia española, pero cedió su condición de potencia administradora a Marruecos y Mauritania
Un año después, el Gobierno español anunció su intención de organizar un referéndum de autodeterminación y comenzó a realizar un censo. El anuncio precipitó una crisis con Marruecos. Tras desestimar la Corte Internacional de Justicia las reclamaciones territoriales marroquíes y mauritanas sobre el Sáhara Occidental, el rey Hassan II de Marruecos lanzó la conocida como Marcha Verde para la anexión del Sáhara Occidental por la fuerza.
Para evitar un enfrentamiento directo con Marruecos, España incumplió su promesa de celebrar un referéndum y negoció un acuerdo con Marruecos y Mauritania para cederles su condición de potencia administradora. Fue lo que se conoció como el Acuerdo Tripartito de Madrid, firmado el 4 de noviembre de 1975.
¿Qué dice la ONU?
La ONU nunca llegó a reconocer la transferencia española de la administración del territorio saharaui. No en vano, sigue considerando al Sáhara Occidental como un "territorio no autónomo" a la espera de la descolonización, algo que ha reafirmado en numerosas ocasiones a través de resoluciones tanto de la Asamblea General como del Consejo de Seguridad.
El Frente Polisario es reconocido como el representante internacional del pueblo saharaui. Sin embargo, más difícil de encuadrar es el estatus de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que el Polisario declaró como Estado en 1976. La RASD fue miembro fundador de la Unión Africana (UA) y ha recibido el reconocimiento diplomático de varios gobiernos, aunque ha ido perdiendo apoyos a lo largo del tiempo.
Además, durante la Administración de Donald Trump, Estados Unidos se convirtió en el primer país del mundo en reconocer oficialmente la soberanía marroquí en el Sáhara Occidental.
Un drama humanitario
Las fuerzas marroquíes y mauritanas comenzaron a ocupar el territorio saharaui a finales del año 1975, propiciando una crisis de refugiados y provocando que alrededor del 40% de la población saharaui nativa huyera hacia el sur de Argelia.
Los saharauis llevan casi cinco décadas de desplazamiento. Según ACNUR, la mayoría de los más de 170.000 refugiados saharauis viven en los campamentos de Tinduf, en Argelia. Ahí han nacido y crecido numerosas generaciones. Muchas de ellas ni siquiera han llegado a conocer otra cosa.
La situación es extremadamente complicada. Las condiciones climáticas dificultan la agricultura y ganadería, por lo que los campamentos sobreviven gracias a la ayuda humanitaria internacional. Además, la educación y los servicios sanitarios son muy deficientes.
“La situación de salud no ha mejorado durante los últimos años, se ha mantenido muy estancado y con bastantes penurias”, señala Antonio Caravaca, responsable de Enyanin, una oenegé que trabaja en los campamentos de Tinduf.
El muro
Con el respaldo de Argelia, el Frente Polisario consiguió expulsar rápidamente a las fuerzas mauritanas del territorio saharaui. No obstante, Marruecos, apoyado por Francia, Estados Unidos y Arabia Saudí, contrarrestó el avance del Polisario con la construcción de un muro de 2.700 kilómetros, cercando a las fuerzas saharauis al interior y controlando efectivamente la zona costera.
Según indican los analistas Hugh Lovatt y Jacob Mundy del think tank European Council of Foreign Relations, a fines de la década de 1980, la construcción de la berma había creado una situación de estancamiento. Marruecos no podía eliminar las fuerzas del Polisario a menos que invadiera el norte de Mauritania y el oeste de Argelia, mientras que el Polisario podía hacer poco más que hostigar las posiciones defensivas marroquíes a lo largo de la berma.
Recursos naturales
El Sáhara Occidental es rico en recursos naturales, clave para los intereses de Rabat. El territorio saharaui tiene unas reservas de fosfato de aproximadamente 50.000 millones de toneladas métricas de roca: la mayor del mundo.
Además, las costas saharauis son ricas en recursos pesqueros. De 2014 a 2018, proporcionaron el 94% de las capturas de la flota pesquera de la Unión Europea, que opera con permisos marroquíes como parte del acuerdo de pesca de la UE con Marruecos.
Según indica Western Sahara Resource Watch, el Tribunal de Justicia de la UE ha dictaminado cinco fallos en los que ha concluido que Marruecos no tiene soberanía sobre el Sáhara Occidental. Por tanto, los acuerdos comerciales con Marruecos no pueden extenderse hacia ese territorio de forma legal, incluyendo los pesqueros.
El proceso de paz
El proceso de paz en el Sáhara Occidental ha pasado por varias fases. En 1991, el Frente Polisario y Marruecos alcanzaron un alto al fuego. El Plan de Arreglo de 1991 preveía la celebración de un referéndum a corto plazo bajo el auspicio de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), creada ese mismo año.
Sin embargo, pronto explotó todo por las alegaciones marroquíes. Desde entonces se han intentado propulsar varios acuerdos (de Houston, Plan Baker, Plan Baker II), pero ninguno ha fructificado.
Por el momento, ningún plan de paz ha tenido éxito
En 2007, Marruecos propuso un plan de autonomía, enterrando toda posibilidad de independencia del Sáhara Occidental. Esta propuesta fue totalmente rechazada por el Frente Polisario.
De acuerdo con este plan, el territorio saharaui tendría autonomía para crear su propio ejecutivo y legislativo. El gobierno local tendría capacidad para crear sus propias leyes en algunos asuntos internos como la infraestructura o la política social, pero siempre de acuerdo con la constitución marroquí.
En cambio, Rabat tendría control sobre los recursos naturales, las relaciones exteriores, la moneda o la seguridad.
“El plan de autonomía marroquí tiene sentido dentro de un referéndum que contuviera esta opción, pero no que fuera un plebiscito de ‘sí o no’ fuera de los márgenes de la ONU”, indica Rafael Bustos, experto en Magreb y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
La decisión de España
El 18 de marzo el España abandonó su tradicional postura de neutralidad al hacerse pública una carta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al rey marroquí Mohamed VI. En ella, se consideró el plan de autonomía marroquí como “la base más seria, realista y creíble para resolver este contencioso”.
“No se ve ningún beneficio para España del cambio de postura más allá del regreso de la embajadora marroquí”, indica Bustos
La decisión española puso fin a varios meses de crisis diplomática con Rabat, pero las críticas no han sido pocas. Para Enrique Gómez, responsable de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Saharauis (CEAS), el cambio de posición de España es la “segunda traición al pueblo saharaui tras los acuerdos de 1975”.
Por otro lado, algunos expertos, como Bustos, consideran que los beneficios de este giro no están nada claros. A pesar de la mejora en las relaciones con Marruecos, el cambio de posición podría perjudicar a las relaciones con Argelia, el mayor suministrador de gas natural de España y principal apoyo del Frente Polisario.
Aunque es muy poco probable que Argelia ‘corte el grifo’ del gas, ya que no podría permitirse quedarse sin ingresos económicos, muy diferente será cuando los contratos de gas finalicen en 2030. Una consecuencia ya visible es que “en vez de reforzar el gasoducto con España, si Europa necesita más gas argelino —que seguramente lo necesite—, se vaya a hacer a través de Italia”, advierte Bustos.
Otra cuestión que surge es el tema territorial. “La carta española de la integridad es totalmente confusa, ya que España entiende una cosa y Marruecos otra; España quiere que Marruecos deje en paz Ceuta y Melilla, pero Rabat los considera marroquíes”, indica Bustos.
“Para salvar el riesgo en Ceuta y Melilla, se ha entregado al Sáhara”, defiende Gómez
En todo caso, el cambio de postura español es legalmente ‘papel mojado’, pues quien gestiona el proceso de descolonización es Naciones Unidas. Ante esto, “¿cómo podrá ahora España defender y lograr la descolonización de Gibraltar cuando ha ignorado y abandonado deliberadamente los derechos de autodeterminación del Sáhara Occidental?”, se plantea Bustos.