Imagen de archivo de una mujer comprobando su huella de carbono con una app móvil.

Imagen de archivo de una mujer comprobando su huella de carbono con una app móvil.

Historias

¿Sabe cuánto contamina? Esta es la app con un algoritmo español que sirve para medir la huella de carbono con el móvil

Aurora Energy Tracker es una app en la que ha participado la UPM y que pueden usar particulares y empresas. 

Más información: Las 5 aplicaciones para apostar por la economía circular y la sostenibilidad en el día a día

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¿Emito más dióxido de carbono por usar una vez al día para ir a trabajar mi viejo coche de gasoil o si viajo varias veces en otro eléctrico? ¿Estoy siendo más responsable usando calefacción eléctrica que gas natural? ¿Tengo que pasar frío en invierno para respetar el medio ambiente?

La respuesta, obviamente, es no. O no necesariamente. Pero ninguno de nosotros, ciudadanos de a pie que no somos científicos, es capaz de calcularlo por sí mismo. Ahora un app con su algoritmo diseñado en España quiere ayudar a todos los europeos a poder calcular su huella carbono sin caer en prejuicios.

Aurora Energy Tracker es la aplicación móvil del proyecto Aurora, un programa europeo para ayudar a la ciudadanía de la Unión a implicarse en el proceso de transición energética a partir de mejorar de forma práctica sus hábitos de consumo.

"Lo que vemos gracias a Aurora es que a lo mejor una persona con un coche de gasolina, que no puede permitirse un híbrido o un eléctrico, pero lo usa de forma responsable, deja menos huella que alguien con más posibilidades económicas, pero que consume sin freno", explica a ENCLAVE ODS Ana Belén Cristóbal, profesora investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y coordinadora del proyecto en España.

La aplicación devuelve una etiqueta, parecida a la de los vehículos —ya saben, las famosas zonas restringidas del centro de algunas ciudades— o algunos electrodomésticos: A, B, C, D… según la cantidad, menor o mayor, de emisiones asociadas a un determinado consumo energético a partir de la electricidad, la calefacción y el transporte.

Ahora mismo, Aurora Energy Tracker ya tiene algo más de 1.120 usuarios en toda España y está disponible en Android, iOS y en versión web. Los balances, que se pueden introducir de forma anónima, están ayudando también a los científicos a conocer mejor el comportamiento de los usuarios.

Aprender a consumir

"Un resultado que hemos obtenido habitualmente en esta investigación es que a veces, cuando alguien pone paneles solares en casa, acaba emitiendo más CO₂ que antes", comenta Cristóbal.

Y lo explica: "Parece contraintuitivo, pero la explicación es precisamente que piensa que ya no pasa nada, o que ahora la energía le sale más barata, y empieza a consumir más. Y quizás la fuente de la electricidad de su casa ya no es contaminante, pero otras actividades que esté haciendo gracias a ella sí".

La conclusión, dice la experta, "no es que seamos mejores o peores personas por hacer una cosa u otra, sino que no hay una fórmula mágica y cada uno se adapta según sus circunstancias".

La investigadora cree que se trata de algo relevante porque hace falta concienciar a la población de que "la transición energética no solamente es una cuestión de irnos hacia fuentes de energía renovables, sino también de eficiencia. Ser conscientes de que estamos en una situación de crisis y la energía que menos contamina es la que no se usa, aunque sea renovable".

Algoritmo 'marca España'

El algoritmo se ha diseñado en la Universidad Politécnica de Madrid, pero la app corre a cargo de una empresa alemana. La aplicación se adapta en función de la ciudad o país de residencia del usuario y la época del año, ya que no es lo mismo la calefacción que necesita en enero un vecino de Sevilla que uno de Estocolmo.

La idea no es que nadie sufra, sino que aprenda a usar los recursos a su alcance para tener una vida confortable y sana de la forma más eficiente energéticamente que sea posible.

Un hombre utilizando su teléfono móvil.

Un hombre utilizando su teléfono móvil. milorad kravic Istock

El proyecto Aurora también incluye talleres de ciencia ciudadana, en la que los propios participantes construyen sensores para monitorear sus ambientes y a partir de los cuales se generan debates a partir de los datos.

Igualmente, ha contribuido a la creación de cinco comunidades energéticas en diferentes puntos de Europa: Aarhus, Dinamarca; Évora, Portugal; Forest of Dean, Reino Unido; Ljubljana, Eslovenia, y, por supuesto, otra en Madrid, España, en el campus de la UPM.

En esos cinco países es de donde partió la aplicación y desde ahí ha ido estando disponible en más, buscando escalar al resto de los 27 de la Unión Europea y otros como Noruega (ya que también participa el Reino Unido). Los datos, tratados de forma anónima, están disponibles para que se estudien por parte de equipos como el de la Politécnica, que investigan el comportamiento energético de la ciudadanía.

Escasez de datos

"Es importante porque muchas veces no existen datos así, en los que se puedan trazar perfiles de consumo eléctrico. Por razones legales obvias, las energéticas los tienen tapados y nosotros lo que hacemos es tratarlos de forma anónima, pero que se puedan saber los detalles que tú, como usuario, quieras dar", explica Cristóbal.

Así, añade, "el ciudadano que quiere participar también sabe que está ayudando a la ciencia, pero que no tiene por qué aportar ningún dato personal que prefiera no revelar; cada uno lo elige".

Ese trazado también permite despejar otros prejuicios: "Nos estamos encontrando que la gente joven, los universitarios que se supone que son los más concienciados, no tienen ni idea de los consumos de sus casas", explica la científica.

"No porque vivan con sus padres, ocurre en general aunque estén de alquiler por su cuenta. Y es algo que resulta básico, no puedes mejorar la eficiencia de tu consumo si no sabes ni cuánto gastas. En ese sentido, la gente mayor lo hace mejor", indica.

Otro hueco a rellenar es el de la procedencia de la energía. Cristóbal comenta que "solamente los usuarios que tienen gas natural, caldera de gas o la bombona de butano, saben seguro qué tipo de energía están utilizando". U explica que "la gente que está, por ejemplo, en calderas comunitarias, que en Madrid son habituales, lo que llamamos calefacción central, no suelen saber el combustible que se están utilizando".

Ahí también se detectan problemas incluso legales. "A veces les ponen el porcentaje del consumo total en la factura, y no los kilovatios".

En ese sentido, el equipo científico de Cristóbal valora iniciativas de su ámbito inmediato, como la de los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), que indica el tipo de combustible que utilizan o si son híbridos.

"Hay una parte de la responsabilidad que es de las empresas, por no hacer el esfuerzo de transparencia de indicarle al usuario el tipo de energía, y otro nuestro, por no exigirlo", añade. Y zanja: "Quizás esa falta de esfuerzo educativo es el mayor fallo que estamos encontrando".