Charles Schmid, el siniestro asesino de adolescentes que aterrorizó a Laura Dern en 'Palabras suaves'
El conocido como Flautista de Hamelín de Tucson se cobró la vida de, al menos, 3 mujeres jóvenes. Su historia inspiró a Joyce Carol Oates para escribir el cuento '¿Dónde vas? ¿Dónde estuviste?'.
8 abril, 2022 02:50Noticias relacionadas
Cuando la directora Joyce Chopra preparaba el casting de Palabras Suaves (1985) supo que Laura Dern iba a ser la escogida gracias a Is that the way you look? de James Taylor. Daba la casualidad de que el cantante estaba involucrado en la dirección musical de la película, y cuando Chopra descolgó el teléfono para llamar a Dern, en su contestador automático sonó esa misma canción. La inesperada casualidad confirmó a la cineasta que aquella joven actriz de 18 años que tan sólo había trabajado en un proyecto importante, Máscara (1985) de Peter Bogdanovich, estaba destinada a hacerse con el papel protagonista. Tenía algo especial, pero aún no sabía qué.
Poco después llegaría a descubrirlo, ya que Laura Dern se comió la pantalla al encarnar a Diana, esa chica rebelde, triste, sensible, tremendamente ingenua pero de buen corazón que se dedica, junto a sus amigas, a ligar con chicos, a escaparse de casa para ir de compras al mall y a beber cerveza en baretos cutres de mala muerte. Joyce Chopra dio en el pleno, porque si hay algo que lleva realmente el peso de la trama en Palabras suaves es el rostro de la actriz, cuya magistral interpretación le abriría un año después las puertas del perturbador universo de David Lynch.
Pero más allá de la estupenda actuación de Laura Dern, Palabras Suaves brilla hoy por el retrato que hizo del despertar sexual en la adolescencia femenina, del machismo sistemático de la juventud americana de los años ochenta y de cómo la cultura popular incide en la desigualdad y en la brecha de género. Mientras que películas como Regreso al futuro o American Graffiti idealizaban ese american dream teenager de míticos bailes de fin de curso, chupas de cuero y hamburgueserías horteras aderezadas con música pop, Palabras suaves se adentraba en un impasse falócrata de una sociedad que no acaba de respetar a la mujer por lo que es, sino por lo que erróneamente cree que representa; esto es, deseo, sexualidad y belleza.
Palabras Suaves es crítica con el pensamiento hegemónico de la época al presentar la historia de esta joven adolescente, tremendamente ingenua y manipulable, que comienza a ser consciente de su sexualidad en una época de vulnerabilidad y rebeldía. El retrato de su entorno, atestado de una fauna local de machos alfa sedientos de cortejo, da buena cuenta de hasta qué punto las mujeres debían soportar (tristemente, a veces, aún soportan) las groserías de los donjuanes de turno, y nos recuerda por qué el ODS 5 (igualdad de género) es tan importante.
A esta altura quizás conviene ya señalar que Joyce Chopra eligió deliberadamente exponer los peligros a los que estaban sometidas las jóvenes adolescentes de la época al tomar como referencia para su guion el texto ¿Dónde vas? ¿Dónde estuviste? de la novelista Joyce Carol Oates. Un cuento que se inspiraba en la truculenta historia de Charles Schmid, un popular asesino de adolescentes fanático de Elvis Presley que acabó con la vida de tres adolescentes.
El Flautista de Hamelín de Tucson
El caso de Charles Schmid interesó a Joyce Carol Oates no tanto por su brutalidad sino por lo que implicaba a la hora de comprender la psicología de las mujeres que se dejaron embaucar por sus encantos. Muchas de ellas fueron fácilmente engañadas por su asesino a pesar de que corrían los rumores de que se trataba una persona perturbada. "Creepy guy", lo llamó su primera novia, Allen Rowe, de tan sólo 15 años, antes de ser brutalmente violada y asesinada a pedradas. Schmid confesaría después que lo hizo tan sólo para demostrarse que podía quitar una vida humana. Ni ápice de remordimiento.
El perturbado asesino, terriblemente apuesto, era también un embaucador nato. De ahí su mote oficial: el Flautista de Hamelín de Tucson. A pesar de que a veces se jactaba de sus crímenes frente a sus conocidos, entre ellos varios ligues, nadie lo denunció a las autoridades. Todos pensaban que era, sencillamente, un fanfarrón. Pero tras aquella sonrisa se ocultaba un hombre acomplejado con rasgos psicopáticos que arrastraba graves traumas.
Años después Charles Schmid mató a otra de sus novias, Gretchen Fitz, hija de un famoso cirujano de Tucson. Tuvo la mala suerte de que a su cita mortal la acompañó su hermana pequeña, Wendy Fitz, de 13 años. El psicópata las estranguló a las dos con la cuerda de una guitarra y tiró sus cuerpos en el desierto, sin siquiera molestarse en enterrarlos. Poco le importaba que lo descubrieran: de hecho, varios días después se lo comentaba a su mejor amigo restándole importancia. "Ah, por cierto, ¿sabes que las maté?", dicen que le reveló.
March 4th , 1966 issue of Life magazine featuring Don Moser’s article on Charles Schmid - “The Pied Piper of Tucson.” #CharlesSchmid #PiedPiperofTucson #Tucson #TrueCrime #serialkillers #serialkiller #murder pic.twitter.com/MnmYMNsWIv
— thekillinggame (@JD31614) November 14, 2021
Como es lógico, las autoridades no tardaron en cazar a Charles Schmid. La prensa sensacionalista de la época (el primer asesinato ocurrió en 1964, antes de Charles Manson) lo convirtió en una suerte de celebridad perversa y lo bautizó como El Flautista de Hamelín de Tucson. Smitty, como así le llamaban sus amigos, acabó en la cárcel y fue condenado a la pena capital, aunque el estado de Arizona revocó la sentencia tras ser abolida la pena de muerte. Dio igual, ya que en 1975 dos compañeros de prisión lo apuñalaron 47 veces, sacándole un ojo y un riñón. Moriría un par de semanas más tarde en el hospital penitenciario.
Palabras suaves, ingenuidad adolescente
Joyce Carol Oates reconvirtió esta truculenta historia en un cuento llamado ¿Dónde vas? ¿Dónde estuviste?, que a su vez inspiró a Joyce Chopra para dirigir Palabras suaves. Evidentemente, quien haya visto la película o leído la historia sabrá que tanto Chopra como Carol Oates cambiaron el final de la historia. No había sangre ni asesinatos en serie. En el caso de Chopra fue aún más sutil, ya que filmó un desenlace ambiguo en el que no se tiene muy claro qué es lo que ocurre.
A Chopra no le interesaba explorar la morbosa mente perturbada de Charles Schmid –a quien da vida el actor Treat Williams bajo el nombre de Arnold Friend–, sino que se sentía intrigada por comprender los mecanismos psicológicos que movieron a esas chicas asesinadas a sentirse atraídas por un tipo como Smitty: un hombre abiertamente machista, chulo y manipulador que llegó a alardear delante de una de sus novias de haber matado a su primera pareja. ¿Por qué no temieron por su propia vida?
Palabras suaves busca comprender la ingenuidad propia de la mente adolescente, especialmente vulnerable en una época de cambios hormonales y amaneceres sexuales. También expone, con inquietante realismo, cómo una serie de patrones socioculturales machistas son normalizados por los chicos y chicas de la época, quienes llegan a fomentar, incluso entre ellas, conductas muy alejadas de los principios básicos de igualdad y respeto. Muchas de estas prácticas, como el acoso o la insistencia a pesar de los 'noes', acaban degenerando en acoso, abuso o incluso en agresión sexual, como es el caso de Palabras suaves.
Un final ambiguo
Chopra omite el asesinato y sugiere la violación, aunque nunca la muestra ni se habla de ella. De ahí la ambigüedad del final. Diana cae embaucada por las oscuras artimañas de Arnold Friend tras un tenebroso diálogo de tira y aflojas de casi veinte minutos, se va con él en su descapotable a pesar de las sospechas que le suscita el personaje y, tras una elipsis temporal, vuelve junto a su familia completamente cambiada. Ahí acaba la película. El título de Carol Oates, ¿Dónde vas? ¿Dónde estuviste?, resuena en ese momento con más fuerza que nunca. Tras recorrernos un escalofrío, Palabras Suaves termina. ¿Por qué aceptó Diana irse con Arnold Friend? ¿Qué pasó durante su escapada?
Ni siquiera Laura Dern supo contestar a esa pregunta en su momento. En varias entrevistas negó la hipótesis de la violación, probablemente porque estaba demasiado aterrorizada por lo que representaba un personaje como Arnold Friend, AKA Charles Schmid. Sin embargo, durante una charla en 2019 la actriz reconoció su ingenuidad al pensar que el final de Palabras Suaves no era tan oscuro y que Friend y Diana "sólo habían ido a dar una vuelta en coche": "Fue la decisión que tomé en ese momento, y creo que lo hice porque debía creerme esa narrativa".
Palabras Suaves es una de esas cintas injustamente olvidadas que hoy merecen reivindicación. No tiene la energía de American Graffiti ni el imaginario visual de Regreso al futuro, Rebeldes, West Side Story o La ley de la calle y, sin embargo, en su concepción narrativa y complejidad psicológica, es mucho mejor que algunas de ellas. No en vano ganó el Gran Premio del Jurado en Sundance. Lamentablemente, salvo por la reciente restauración que hizo la colección Criterion, poco se ha hablado de ella a pesar del retrato tan certero que hizo de la época.
Quizás fue por que la dirigió y protagonizó una mujer, o por que el tema no fue tratado desde el morbo sino desde la psicología de la víctima, o por que entonces Laura Dern no era muy conocida, o quizás porque se centró más en las relaciones familiares que en el crimen en sí. En cualquier caso, tras revisarla 37 años después, se puede decir que no ha perdido su fuerza. Constituye un excelente retrato introspectivo de la adolescencia turbulenta y de aquellos comportamientos ingenuos que, bajo el amparo de una sociedad permisiva, pueden llevar a la perdición a víctimas inocentes.