En ningún momento, desde al menos 1950, habíamos llegado a temperaturas medias como las alcanzadas el pasado 21 de mayo. Fue el día más caluroso en promedio de toda la serie histórica.
Los más de 40 grados que se superaron en algunas zonas de España han golpeado con dureza una vegetación que este año ya acumulaba déficit de precipitaciones. Ahora, tras el calor de récord, está aún más seca y se ha vuelto más inflamable.
Aunque aún la presencia de focos activos en nuestro país es muy baja, el riesgo de que se produzca un incendio ha teñido de rojo los mapas con las predicciones para los próximos días. Sobre todo en el tercio oeste peninsular, la mitad occidental y litoral sur de Andalucía, Cataluña y las islas Canarias, zonas donde, desde otoño –y a pesar de las precipitaciones de marzo y abril–, sufren escasez de lluvias.
La entrada de la primera masa de aire cálido subtropical que llegó a nuestro país a principios del mes de mayo apenas supuso daño alguno, porque iba acompañada de más humedad. La sufrida esta semana, sin embargo, fue todo lo contrario. El calor subsahariano, extremo y seco, ha impactado de lleno en la vegetación y a unos niveles para nada propios de la primavera.
Como consecuencia, se ha alterado el ciclo biológico de las plantas. Carlos Madrigal, decano territorial en Madrid del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COITF) y experto en meteorología aplicada a los incendios, asegura que “se ha acelerado su proceso de desecación y estamos expectantes”.
Los expertos en la materia llaman combustible a esa vegetación disponible que puede arder y puede acabar generando un un gran incendio. Por sí misma, es improbable que prenda. Hacen falta otros ingredientes que la conviertan en pasto de las llamas.
El CSIC, en un estudio publicado hace apenas un año, identificó esas otras variables que podían desencadenar grandes incendios forestales. Además de la inflamabilidad del combustible, el artículo de Frontiers in Ecology and the Environment, señalaba otros tres aspectos: las condiciones meteorológicas, la sequía y la efectividad de las igniciones, es decir, aquello que inicia el incendio.
Sin embargo, según este mismo estudio, los extremos climáticos cada vez hacen menos necesaria la alta presencia de los otros tres factores para que pueda desencadenarse un gran incendio forestal. Por este motivo, la llegada inusual de este calor sahariano ha puesto en máxima alerta a los equipos de prevención de incendios.
La Junta de Extremadura ya ha declarado la Época de Peligro Alto de Incendios, que se extenderá hasta el 15 de octubre. Una anticipación que incluye limitaciones y prohibiciones a comportamientos que puedan generar fuegos en una zona que se presume como inflamable.
También la Junta de Andalucía ha llegado a activar un servicio extraordinario de vigilancia en zonas forestales, tras el episodio de calor extremo de este fin de semana.
Madrigal comenta que, aunque la campaña de incendios comienza dentro de unos 10 días, la situación meteorológica ha cambiado todas las previsiones. “Si hace 15 días se preveía una campaña muy buena, ahora ha empeorado”, lamenta el experto. Añade que “este fin de semana, en la zona de Castilla-La Mancha, se ha empezado a ver actividad de incendios. Son incendios pequeños, pero se notan”.
Como apunta el ingeniero forestal, “lo que se está comprobando es que ahora, donde se vería un paisaje verde, la vegetación ya empieza a amarillear, a secarse. Normalmente, los incendios forestales empiezan por ese tipo de combustible, por el pasto”.
Campaña de incendios adelantada
La situación en cuanto a incendios todavía no es crítica, porque la vegetación superior (el arbolado, sobre todo) no está disponible. Es decir, aún acumula agua de las lluvias de los últimos dos meses. El problema es que procesos anómalos de temperaturas como el que hemos presenciado en casi la totalidad del país este fin de semana precipitan que las plantas pierdan más rápido su contenido de humedad. Es decir, las vuelve más inflamables.
Madrigal cuenta que “esta [masa de aire] sahariana ha afectado a la vegetación, y no para que haya grandes incendios forestales, pero sí para que empiece a moverse el fuego”. Por este motivo, comenta que esta situación ha generado que la campaña de incendios haya avanzado hasta 15 días en varias zonas.
A pesar de la bajada prevista de las temperaturas en gran parte del país, el calor –aunque ya no el de este fin de semana– persistirá. De hecho, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) mantiene aún en riesgo alto de incendios las zonas del Mediterráneo y mitad sur peninsular. Las lluvias y el bajón en los termómetros afectarán más al norte, donde es posible que se relaje la previsión de incendios.
Para Madrigal, “la clave creo que estará en si volvemos a tener otra entrada de aire cálido, porque la vegetación puede sufrir bastante más”. En este caso, habría una mayor cantidad de combustible disponible para arder.
La otra posibilidad, comenta, es que llueva a finales de este mes o principios de junio en las zonas más secas y la situación “se suavice”. El experto puntualiza que esto no significa que vaya a mejorar, sino que se retrase ese proceso acelerado de desecación y se alargue una situación que ahora mismo no puede calificarse como crítica en cuanto a incendios.
Aún es pronto para predecir cómo responderá la vegetación, pero lo que está claro es que sin lluvias abundantes y con un calor persistente –aunque menos acusado–, la vegetación puede tener una respuesta más propia de meses como julio o agosto. Por este motivo, los expertos piden extremar las precauciones y no cometer imprudencias, porque la situación en cuanto a incendios forestales puede volverse más complicada que otros años.