“España no va a tener una cosecha normal este verano”, comenta preocupado José Roales, responsable de cereales de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Tras un déficit acumulado de lluvias, la llegada del episodio de calor intenso en el mes de mayo ha terminado de golpear con dureza a los campos.
Después de atravesar un otoño y un invierno especialmente secos, las lluvias que llegaron en los meses de marzo y abril aliviaron los cultivos de cereales y de frutas, aunque no lo suficiente. De acuerdo a los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el valor medio de precipitaciones acumuladas en el conjunto del país acusa un déficit del 22%.
El episodio de calor intenso de finales de mayo no ha hecho más que rematar el estrés hídrico que vive el campo. Y más al llegar en un momento en el que aún no se esperaban temperaturas como las que se alcanzaron en casi la totalidad del país en plena primavera, superiores a los 30 grados.
Sin haber comenzado el verano, el consumo de agua se ha intensificado y el nivel de los embalses sigue disminuyendo. El último boletín del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) informa de que, ahora mismo, la reserva hídrica se sitúa al 49,5% de su capacidad, unos 291 hectómetros cúbicos menos de agua que hace una semana.
“Todos los cultivos de riego peligran”, asegura Antonio Monclova, técnico de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA). Como comenta el experto, ahora es cuando se van a empezar a cosechar los cereales de invierno y “las previsiones no son las esperadas, pintan muy mal”.
Entre los cultivos afectados están los cereales como el maíz. Monclova lamenta que “no se puede cultivar en el Guadalquivir, porque no tenemos agua en los embalses. Es uno de los que más está peligrando”. Aunque no es el único.
Como explica Roales, cuando hay escasez de agua, los cereales tienden a secarse para ahorrar en su consumo y, para ello, se van deshaciendo de parte de sus hojas. “El problema es que ahora el grano no es como tiene que ser”, señala el agricultor. “No ha llovido y el calor ha apretado muchísimo. Eso ha reducido las cosechas en todo el país”, añade.
A todo ello, se suma la invasión de Ucrania, que está generando una importante inflación y unos sobrecostes alimentarios que ya comienzan a ser inasumibles para muchas familias. Roales comenta que “va a haber gente que va a tener problemas con la cesta de la compra, porque los alimentos baratos se han acabado”.
Señala que el pan y otros productos básicos van a seguir experimentando una escalada de precios en los próximos meses. Esto es algo que ya se puede observar en las lonjas. De acuerdo al Observatorio de Precios de ASAJA, la tonelada de cereales como el trigo cuestan entre 130 y 160 euros más que hace un año.
“A mí, además, como a todos los agricultores, nos han subido los inputs de mis productos. Ha subido el precio de las semillas, del gasoil, de los fertilizantes”, asegura Roales, y lamenta que todo ello, unido a la situación de crisis, “hará que el precio de los cereales se duplique”.
El 'veneno' invisible
Hay un tercer factor del que se habla menos y que se deriva de una investigación publicada recientemente por científicos de la Universidad de Stanford en la revista Science Advances. El análisis utiliza imágenes satelitales para revelar por primera vez cómo el óxido de nitrógeno –gases que emiten los automóviles y la industria– afecta a la productividad de los cultivos.
Estos contaminantes, entre los más emitidos a nivel mundial, atacan directamente a sus células. Pero, además, de manera indirecta, son precursores de la formación de ozono, una toxina en el aire conocida por reducir el rendimiento de los cultivos, y partículas en aerosol que pueden absorber y alejar la luz solar.
De acuerdo a las observaciones de los investigadores, reducir las emisiones de este contaminante a la mitad en cada región puede ayudar a mejorar los rendimientos en un 25% para los cultivos de invierno y un 15% para los cultivos de verano en China. También en Europa, donde se podrían aprovechar hasta un 10% más tanto para los de invierno como los de verano.
Asimismo, en India, se rentabilizarían en un 8% y un 6% los cultivos de verano e invierno, respectivamente. Este dato es importante, porque hace tan sólo una semana, un equipo de expertos alertaba de que la ola de calor extremo sufrida en este país –además de Pakistán– se debía el cambio climático, algo que amenaza al suministro global de cereales como el trigo. Y es que este episodio se produjo cuando los cereales estaban en un momento de pleno crecimiento.
David Lobell, investigador de la Universidad de Stanford, cuenta que “los óxidos de nitrógeno son invisibles para los humanos, pero los nuevos satélites han podido mapearlos con una precisión increíblemente alta”. En este sentido, dado que también han podido medir la producción de cultivos desde el espacio, han podido conocer cómo afectan estos gases a la agricultura en diferentes regiones.
Sus hallazgos tienen implicaciones importantes para aumentar la producción agrícola y analizar los costos y beneficios de la mitigación del cambio climático en todo el mundo. Los vehículos eléctricos, por ejemplo, tendrían un efecto ya no sólo en la mejora de la calidad del aire, sino también en el crecimiento de los cultivos.
6 años de cosechas adelantadas
El panorama en los campos es preocupante. Así lo alertan desde COAG y ASAJA, que prevén unos meses complicados. Ellos, que siempre están atentos a la meteorología, comentan que las producciones están cambiando por las nuevas exigencias climáticas. Un año más seco de lo normal como este último puede arruinarles las cosechas.
“Se están adelantando las cosechas en alrededor de 15 días desde hace seis años. Eso hace que las cosechas sean menores, porque el tiempo que necesitan de lluvia o de calor las uvas o los cereales, por ejemplo, cambia. Los cultivos se estresan de tal manera que su ciclo se acorta muchísimo”, comenta Roales.
Es un cambio climático que los agricultores llevan varios años notando a pie de campo. “Está aquí y ha venido para quedarse. La incidencia en la agricultura es tremenda. Los años cada vez son más escasos de agua y el calor aumenta muchísimo”, asegura. En esto coincide Monclova que asegura que, ante la falta de lluvias a principios de año, había cultivos de secano que no se iban a sembrar.
Ahora mismo, “hay muchísimos cultivos en riesgo”, y no sólo cereales, sino también frutas de verano, como pueden ser las sandías o los melones. Roales añade que “ahora mismo, por el aspecto de los cultivos en toda España, la cosecha no se puede considerar ni normal”.
De acuerdo a un estudio de COAG, el aumento de temperaturas, tormentas y sequías aumentarán en un 60% las pérdidas actuales en caso del trigo y un 15% en maíz en todo el territorio nacional. Esto tiene un efecto directo en los precios que, como reza el estudio, para 2050, puede suponer "un 3% en el caso del maíz y hasta un 30% en el del arroz".
Es una de las consecuencias del cambio climático del que los expertos del IPCC llevan años alertando. Todo está conectado, porque el aumento de las emisiones calienta el planeta y esta subida media de las temperaturas a nivel global altera todos los ciclos naturales. No obstante, las últimas advertencias nos dicen que aún estamos a tiempo de limitar los daños y mitigar los peores efectos de un cambio climático antropogénico.
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