Esta es la energía que podría ser el combustible del futuro: renovable, pero cara de producir
En los últimos años, el hidrógeno verde se está postulando como la clave de la transición energética y la alternativa más sólida a los hidrocarburos.
22 septiembre, 2022 02:37Emisiones netas de carbono. Ese es el gran objetivo planetario que la mayoría de los países del mundo se han fijado para intentar revertir el calentamiento global, principal culpable del cambio climático.
Uno de los escollos más importantes es el asunto energético. Cómo producir energía y consumirla sin dañar el medio ambiente. La transición energética pretende dejar atrás los combustibles fósiles y sustituirlos por fuentes renovables, limpias y respetuosas con el entorno. El dilema no es sencillo, pero la respuesta puede estar en el elemento químico más abundante del universo: el hidrógeno.
Es habitual hablar de colores de hidrógeno, como gris, azul, rosa o turquesa. Sin embargo, el color solo hace referencia a la tecnología que se utiliza para procesarlo, siendo el verde el único que se produce de manera climáticamente neutra, por lo que es fundamental alcanzar ese objetivo de emisiones netas.
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¿Qué es el hidrógeno verde?
El hidrógeno es ligero, se puede almacenar, energéticamente es muy productivo, y por sí mismo no genera emisiones contaminantes directas, ni produce gases de efecto invernadero. Sin embargo, no todo son ventajas, y no todo en el hidrógeno es sostenible.
Producir hidrógeno requiere energía. En la Tierra, donde más presente está el hidrógeno es en el agua (H₂O), pero es necesario separar los átomos de este elemento del de oxígeno. La principal técnica para llevar a cabo esa separación es un proceso llamado electrólisis, que consiste en hacer pasar electricidad a través de una sustancia para forzar un cambio químico, en este caso, dividir el H₂O en hidrógeno y oxígeno.
Desde hace unos años, el hidrógeno verde se está postulando como la alternativa más sólida y sostenible a los combustibles fósiles en la transición energética que tendrán que liderar las economías más poderosas del mundo para poder cumplir con ese objetivo de emisiones netas y conseguir que remitan los efectos del cambio climático.
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A finales de 2021, la Comisión Europea presentó un paquete de medidas legislativas para intentar descarbonizar el mercado del gas de la UE, promoviendo la inclusión de gases producidos íntegramente con energías renovables y que sean bajos en carbono, incluido el hidrógeno.
Sustituto del petróleo
No obstante, unos meses después la invasión rusa de Ucrania resucitó el temor a que Moscú corte el suministro de gas a Europa durante los meses de invierno y se desencadene una crisis energética en el continente, por lo que las políticas de descarbonización en este momento se encuentran en pausa.
El hidrógeno verde aglutina numerosas ventajas frente al petróleo y sus derivados como método de producción de energía. El único residuo que produce es agua; se obtiene a través de recursos naturales ilimitados como el viento o el sol, por lo que es 100% renovable; se puede comprimir y almacenar en tanques especiales durante largos períodos de tiempo; y es ligero, lo que facilita su transporte.
Ya empieza a ser considerado como el sustituto de los combustibles fósiles en industrias de difícil descarbonización y sectores de transporte pesado como el marítimo y el aéreo. Y diversos gobiernos y sectores económicos han reconocido que será un pilar fundamental en la transición energética. Además, los tanques de hidrógeno comprimido pueden manipularse más fácilmente que las baterías de litio, por ejemplo.
Existen otras maneras de realizar la electrólisis, pero ninguna tiene tan poco impacto medioambiental como la del hidrógeno verde. El hidrógeno azul, por ejemplo, se obtiene a partir de gas natural, mucho más contaminante que la energía eólica o solar. En el rosa la electrólisis se produce mediante energía nuclear. La red eléctrica se utiliza en la producción de hidrógeno amarillo, y para el turquesa se utiliza el calor de altos hornos.
No todo son ventajas
La barrera más importante que encuentra el desarrollo y la implantación del hidrógeno verde es que producirlo y almacenarlo todavía es muy caro. Según un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el hidrógeno verde podría empezar a ser rentable a partir de 2030.
A esto contribuye que el coste de las renovables se ha reducido entre un 40% y un 80%, y se espera que la tecnología de los tanques de almacenamiento también se abarate en los próximos años. Hay iniciativas como Green Hydrogen Catapult, impulsada por la ONU, que también trabajan en intentar reducir esos costes y que se afiance la implantación del hidrógeno verde, pero aún hay un largo camino para lograr que producir esta energía, además de barato, sea más eficiente.
Otro problema importante es la escasa implantación. La producción de hidrógeno mediante métodos sostenibles solo supone el 5% en todo el mundo, mientras que la que utiliza gas natural y carbón ocupa más del 90% restante. Esta última, que utiliza la quema de combustible (hidrógeno gris), emite a la atmósfera casi mil millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.