El ‘mal’ del aguacate y el 'robo' de agua se beben el río Guadiaro, uno de los más caudalosos de Andalucía
Las casi 15.000 hectáreas de regadío que existen en el entorno del río, además del trasvase y las captaciones ilegales esquilman su caudal.
15 octubre, 2022 02:05Al aguacate, en Cádiz, lo llaman el oro verde y lleva años creciendo a un ritmo descomunal en el entorno del río Guadiaro, uno de los más caudalosos de Andalucía. De la cantidad de agua que recorre tanto este ecosistema como sus afluentes –el Hozgarganta y el Genal–,se nutren también urbanizaciones como la de Sotogrande y poblaciones de la bahía de Cádiz, a través del trasvase Guadiaro-Majaceite.
La sequía, mientras tanto, sigue avanzando y parece no tener freno en la Cuenca Mediterránea Andaluza. En el Sistema del Campo de Gibraltar, donde se encuentra el Guadiaro, la población se enfrenta a nuevas restricciones de agua. Los embalses están bajo mínimos y los caudales de los ríos no alcanzan sus niveles normales.
Según datos recientes recogidos por la Junta de Andalucía, el río Guadiaro alcanza los 0,15 metros cuando su media está en los 0,55. Lo del río Genal –uno de sus afluentes– es, si cabe, más sangrante. Sí solía estar en los 4,32 metros, hoy solo llega a un tímido 0,36.
En esta bajada en los caudales influye el déficit de lluvia registrado en la provincia gaditana, con unas lluvias por debajo del 75% al valor habitual, según los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Sin embargo, la disminución va más allá de un asunto puramente climático. Es cuestión de una mala gestión y una sobreexplotación del sistema.
Antonio Muñoz, presidente de Verdemar-Ecologistas en Acción, es una de las personas que lleva denunciando más fervientemente la situación vivida en la zona en los últimos años. Asegura que la superficie sembrada de aguacate crece de una manera descontrolada y, en ocasiones, llega hasta la misma ribera del río Guadiaro.
“Todo se está descontrolando y estamos llegando a un estrés hídrico. Ya han modificado todos los acuíferos y los caudales ecológicos del Hozgarganta, el Genal y del propio Guadiaro”, denuncia Antonio Muñoz, presidente de Verdemar-Ecologistas en Acción.
Estima que puede haber en torno a unas 4.000 hectáreas de regadío de aguacate y, en la parte superior, donde nace el río, pueden llegar a unas 10.000 hectáreas. Eso sin contar las ilegales, que cifra en más de 1.000 solo en el entorno de este ecosistema.
En el año 2019, en Andalucía, se estaban recogiendo ya en torno a 100.000 toneladas de aguacates. Sobre todo en Málaga y Granada, pero también en Cádiz, donde Muñoz asegura que se está produciendo un auténtico boom. El Diario de Cádiz, de hecho, señaló en su día que la provincia ya exporta más de 400.000 kilos a Europa y se espera que en pocos años supongan la mitad del aguacate que se exporta a esta región.
Donde antes se sembraban naranjas, ahora se plantan árboles de aguacate. Para Muñoz, la razón está en la rentabilidad. Un kilo de estos cítricos se venden en torno a 13 céntimos el kilo y, en cambio, un kilo de aguacate por 2,5 euros. “Cada vez hay más naranjas que vienen de Marruecos”, cuenta el presidente de Verdemar-Ecologistas, “y esto ha hecho que el boom del aguacate se dispare”.
Sin embargo, tras este aumento descontrolado del aguacate en la zona, se esconde una mayor demanda de agua. Mientras que una hectárea de naranjas necesitaba unos 5.000 hectómetros cúbicos al año, los aguacates utilizan hasta 6.000 hectómetros cúbicos. “Todo eso ha hecho que se descontrole el consumo de agua en la zona”, comenta Muñoz. Añade que “en Cádiz los aguacates se están metiendo en la ribera del río Genal y también en zonas de secano”.
La falta de agua llega hasta tal punto en la zona que, incluso en invierno y a temperaturas de cero grados, los árboles de esta fruta necesitan un riego adicional porque, como cuenta el experto, de lo contrario se secan sus raíces. “Hay un estrés hídrico que está causando un impacto ambiental de primer orden”, lamenta.
Un 'saqueo' denunciado al Seprona
La esquilmación de agua del río Guadiaro no proviene solamente del aumento de la superficie de aguacates en el entorno de este ecosistema, sino de un saqueo permitido y legal que, como denuncia Muñoz, se hace sin conocer la extracción real en la zona. Los pozos ilegales, así como las hectáreas regadas ilegalmente, no están contabilizados en los planes hidrológicos.
“En el Campo de Gibraltar, la mitad [del agua] se la lleva la industria. La población gastamos unos 50 hectómetros cúbicos y al menos 20 están pinchados ilegalmente para aguacates en zonas de secano. Eso lo que hace es sobreexplotar los acuíferos; se pierden los caudales ecológicos”, lamenta el presidente de Verdemar-Ecologistas.
Además de esto, desde la organización cuentan que al río Guadiaro, cuando empieza el plan de sequía, se le ha estado sacando agua por un bombeo en la parte superior del río para llevarlo a los dos pantanos del Campo de Gibraltar (Charco redondo y Guadarranque). En la urbanización de Sotogrande se ha estado sacando también agua superficial.
“Aquí nadie contabiliza los hectómetros que se le están sacando. También hay otro bombeo en la Capilla y de ahí hacia arriba. Calculamos que al río entre entre lo que sale del trasvase Guadiaro-Majaceite, de unos 110 hectómetros cúbicos al año, y con todas las captaciones que hay, el río se desinfla como un globo”, asegura el experto.
Dada esta situación, en los últimos años ha presentado varias denuncias ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, pero de momento no ha sucedido nada. “Están en trámites”, cuenta Muñoz, “pero aquí nadie dice nada”.
Es más, critica que, por el momento, la Junta de Andalucía no ha sido capaz de controlar la situación. “Estoy viendo día tras día cómo se están haciendo siembras en zonas de secano y la junta prácticamente no es capaz de controlarlo. Sé que abren expedientes, les ponen multas, pero mañana siguen con los aguacates”, denuncia.
Además de estas denuncias, desde Verdemar-Ecologistas también han presentado alegaciones a los planes hidrológicos. “Hay planes como el de Atlanterra Golf, en Tarifa, para el que se quiere utilizar agua del trasvase del Guadiaro”, apunta Muñoz, y señala que es algo que “está prohibido”, porque, por decreto, se estableció que solo iba a llevar agua a las poblaciones de la bahía de Cádiz.
Según publicó eldiario.es, el proyecto turístico incluye un campo de golf, más de un millas de viviendas y de plazas hoteleras, además de un centro comercial. Y todo en una zona que ya sufre cortes de agua y que suele tener problemas de abastecimiento.
“La situación para la zona desde el río Guadiaro al río Genal y Hozgarganta no está cuantificada. ¿Hasta qué punto puedes seguir consumiendo agua tanto de la avenida del río como de sus afluentes?. Es un descontrol tremendo”, apunta Muñoz.
Al borde de ser un ‘Mar Menor’
Hasta hace bien poco, grupos de ecologistas y vecinos de la zona se acercaban cada verano a la desembocadura del río Guadiaro para, literalmente, desatascarla. La antropización de la costa generaba unas corrientes que, con viento de Levante, llevaban la arena hacia la bocana del corredor fluvial.
El poco caudal del río –como consecuencia de su esquilmación– hacía que se quedara atascado y no superara esa barrera natural impuesta por las corrientes marinas. “Este río es espectacular. Ha podido soltar por la bocana hasta 700 hectómetros cúbicos en momentos de avenidas”, recuerda Muñoz.
Sin embargo, cuenta que durante varios veranos han tenido que acudir con palas a la desembocadura para retirar la arena acumulada. “Se producía un fenómeno de eutrofización. Se morían los peces porque no había caudal”, asegura Muñoz. “Es un problema grande, de la magnitud del Mar Menor”.
La situación, afortunadamente, no se ha repetido este último verano. Como apunta el experto, tras la presión por parte de la opinión pública, la demarcación de Costas del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) abrió una bocana de casi un kilómetro en la desembocadura del río Guadiaro.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la zona acusa un problema en la gestión del agua y de los caudales ecológicos, un recurso cada vez más escaso y con especial riesgo en esta zona de nuestro país. No hay que olvidar que, además de la mala administración, el cambio climático es un telón de fondo que no hay que obviar, porque precisamente España es uno de los países que más sufrirá sus efectos en lo que se refiere a sequías, incendios, altas temperaturas y lluvias destructoras.